Cedemos

La última novedad proveniente la legislatura de la Provincia de Buenos Aires es  proyecto de ley que en obliga a los countries a ceder el 10% de sus tierras o compensar económicamente al estado provincial en reemplazo de la cesión de tierras estipulada. Más claro lo explican acá:

La propuesta contempla que los barrios cerrados, countries, cementerios privados y emprendimientos de grandes superficies comerciales (superiores a 5000 metros cuadrados) deberán ceder un 10% de sus terrenos -o el equivalente de esa superficie en pesos- en favor de los municipios, que deberán destinarlos a la construcción de viviendas sociales.

También incluye nuevas exigencias para countries y barrios cerrados: por ejemplo,incrementará la presión fiscal sobre terrenos baldíos inutilizados. Estos impuestos se destinarán a construir urbanizaciones sociales desarrolladas por los municipios.

El plan prevé, también, el cobro de una plusvalía cuando se modifiquen los usos urbanísticos. Por ejemplo, un lote situado en zona rural que cambie su estatus a zona residencial tendrá que pagar fuertes impuestos a los municipios.

Iba a hacer un comentario al respecto, pero uno de los promotores de la iniciativa me ganó de mano:

«Puede sonar comunista. Pero sólo estamos modernizando una ley de 1977, votada (sic) durante la última dictadura», informó Gustavo Aguilera, administrador general del Instituto de la Vivienda, tal como publica el diario La Nación.

El razonamiento de Aguilera para llegar a la conclusión de que este proyecto no es comunista, es el siguiente: la última dictadura era neoliberal [1] que impuso el mercado libre y se opuso a la intervención gubernamental, el decreto original que proponía algo similar a esta propuesta fue promulgada durante la última dictadura, en consecuencia:  la ley está mas cerca de ser neoiberal por ende favorable a un mercado libre de intervención gubernamental.

Aguilera debería chequear sus premisas.

Respecto del proyecto en si, una nueva iniciativa donde el gobierno impone el cumplimiento de los compromisos que asume sobre los demás. Expropiando tierras, o exigiendo una extorsión para evitarlo, no resolverá el problema habitacional, han tenido dinero de sobra para hacerlo, y no lo han hecho. Además es inconcebible que la solución sea mediante el atropello a los derechos de los demás.

El problema habitacional se resuelve  con un sistema bancario donde la gente confíe sus ahorros (y un sistema donde la moneda no pierda valor por la voracidad gubernamental), desmantelando un el estado de bienestar malestar que desincentiva el ahorro, y respetando el cumplimiento de los contratos. Mientras tanto predominará la ley de la selva, y la guerra de pobres contra pobres promovida desde todos los sectores políticos.

[1] Sobre el neoliberalismo: acáacá.

No nos gobiernan angeles

Un problema que afecta tanto a liberales como a los que no lo son, es la tendencia a idealizar el Estado y abstraerse del funcionamiento real del aparato estatal.  Haciendo a un lado las valoraciones morales sobre la manera en la que funciona el gobierno, los planes diseñados por burócratas, académicos, planificadores, legisladores, etc.  para ser implementados por el gobierno parecen dejar de lado un importante detalle: los que lo tienen que implementar no son infalibles,  más bien todo lo contrario.

Existen vastas cantidades de ejemplos donde queda en evidencia este razonamiento que lleva a ilusionarse sobre nuevos planes y programas gubernamentales que al final terminan fracasando,  o por lo menos, no cubren las expectativas.

Algunos ya se dieron cuenta.

Uno de los casos mas evidentes es el de la guerra contra las drogas. Aquellos defensores de una política anti-drogas proponen nuevos planes, mayor financiamiento y cambios de estrategias a la hora de combatir el consumo y comercio de determinadas drogas. A la hora de debatir con ellos, esgrimen argumentos tales como la «legalización haría que todo el mundo consumiese droga» o «la falta de financiamiento y entrenamiento a la policía hace que fallen los programas anti-drogas.» Este tipo de afirmaciones demuestra una abstracción del mundo real a la hora de debatir, en sus cabezas el plan anti-drogas funciona a la perfección, pero luego en la vida real vemos como a pesar de las políticas prohibicionistas, el consumo de drogas aumenta y todo el que quiere acceder a ellas puede hacerlo en la esquina más cercana. Por otra parte, un mayor financiamiento policial no va a lograr desmantelar las redes de narcotrafico, protegidas por el poder políticos, si no que seguirá creándo problemas a personas que antes no los tenían, y que por consumir recreativamente ciertas sustancias en el mejor de los casos se lo obliga a realizar un tratamiento contra una enfermedad que no tiene, o en el peor de los casos termina preso con verdaderos delincuentes y viven una experiencia que termina afectando severamente la vida de una persona normal que sólo quería divertirse, distraerse, o pasarla bien un rato sin hacerle daño a nadie.

Lo mismo  puede decirse con muchos otros temas, veamos por ejemplo el caso de la nueva ley de medios. Uno de las

Gobierno grande, problemas grandes.

artículos, el 47 más específicamente, dice que «la autoridad de aplicación deberá elevar un informe al Poder Ejecutivo nacional y a la Comisión Bicameral, en forma bianual, analizando la adecuación de las reglas sobre multiplicidad de licencias y no concurrencia con el objeto de optimizar el uso del espectro por la aplicación de nuevas tecnologías.» Muchos defienden este artículo ya que  permite una actualización periódica del estado de las licencias con el objetivo de adecuarlas a los avances tencologicos, eso desde la visión angelical del Estado. Una visión más realista (por lo que la experiencia nos dice) indica que deberíamos dudar a la hora de  cederle tanto poder a los gobiernos, porque aún si simpatizamos con el actual gobierno y creemos que hará un uso correcto de dichas facultades, ¿que sucede acerca de los próximos gobiernos que podemos no estar de acuerdo? Servirle en bandeja la facultad de revisar cada dos años las licencias, bajo la excusa de hacer ajustes tecnológicos, a un gobierno de tinte autoritario que puede utilizar ese artículo para restringir la libertad de expresión es peligroso, probablemente lo hagan de todas maneras, pero legalizar ese mecanismo, en muchos de los casos,  termina ocultando lo nefasto del acto.

El tercer ejemplo se dio en este blog hace algunos días. La propuesta del impuesto negativo a la renta como medio de reemplazar todo la estructura del asistencialismo. Una idea que parece tentadora para aquellos que quieren disminuir la burocracia del estado implementando un leve cambio al esquema de distribución forzada de la riqueza (también conocida como redistribución) para unificar todos los subsidios bajo el nombre de impuesto negativo a la renta. Algunas de las ventajas que ofrecen, según sus defensores, son: eliminar mafias e intermediarios (punteros), reducir el tamaño de los beneficiados haciendo mas transparentes los criterios de otorgamiento del subsidio, etc. Una vez más, se idealiza al estado, creyendo que el plan que defendemos, funcionará de manera diferente al resto de los planes, su crecimiento estará mejor controlado, y los funcionarios dejarán de ser corruptos, al fin y al cabo se trata de nuestro plan.

Sin embargo, una vez más la realidad dice otra cosa. Cuando se presenta un plan gubernamental que promete ser mas eficiente que los anteriores, o un nuevo impuesto, pero de carácter temporal, termina sucediendo todo lo contrario, veamos: el IVA iba a reemplazar al resto de los impuestos nacionales, el Impuesto al Cheque era de emergencia y temporal, el Futbol para Todos iba a dar ganancias, el SUBE iba a ser implementado en 90 dias. No hace falta ni mencionar como terminaron cada una de estas promesas.

Muchos defensores de nuevos programas gubernamentales olvidan un detalle no menor, el Estado es el que los implementa, y la historia mundial demuestra que lo único que se ha logrado fue un fracaso tras otro.

¡No puedo competir!

Estaba escuchando la radio el otro día y mencionaron que Pixart, una empresa argentina, junto con Guillermo Moreno y la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (guaaaauuuu, qué título) le estaban iniciando un juicio a Microsoft por “conductas anticompetitivas” pidiendo que se le aplique a la susodicha empresa una multa de $150 millones considerando «las pérdidas incurridas por Pixart, el beneficio obtenido por Microsoft y el que obtendría».

Aparentemente Microsoft bajó los precios de su Windows Vista Starter a una cifra casi irrisoria y los señores de Pixart dicen que eso hizo que disminuyera la oferta de su sistema operativo Rxart preinstalado en equipos vendidos en las cadenas como Frávega o Garbarino en los últimos años.

Antes que nada, voy a aclarar que soy un defensor constante del software libre, usuario de Linux como sistema operativo casi único durante mucho tiempo, hasta que las necesidades laborales me hicieron usarlo cada vez menos. Igualmente, cada tanto me viene genial cuando se destruye la máquina más allá de todo arreglo.

Muchas de las estrategias de negocios de Microsoft me parecen bastante guachas, como presionar a los fabricantes de hardware para que no hagan compatibilidad con XP y obligar “de hecho” a usar Vista, o los sistemas de presión que ejercen sobre los fabricantes de equipos, ofreciéndole un precio especial muy bajo por licencia, siempre y cuando ofrezcan Windows como único sistema operativo disponible. Esto es una apreciación personal y si bien yo haría negocios de forma distinta, acá se benefician todos: Microsoft vende su producto, el fabricante del equipo puede vender más barato su hardware listo para usar y el cliente obtiene una máquina con un sistema con el que está familiarizado.

¿Quién es Pixart? Pixart se ocupaba a fines de los 90’s de la distribución del producto “Corel Linux”, que luego fue discontinuado y pasó a llamarse Xandros. Xandros dejó de comercializarse en el país, pero la empresa le proveyó a Pixart el know how y la base para su Sistema Operativo Rxart, basado en distribuciones de Linux libres y gratuitas.

Luego de la devaluación de 2002 surgieron en las grandes cadenas de electrónica y electrodomésticos una serie de computadoras que eran clones armados en el país, todos con el mismo hardware, a los que le ponían un nombre de fantasía y las vendían con una apariencia de ser equipos más “profesionales”.

La diferencia cambiaria hacía que el precio de una licencia de Windows fuera muy alto, por lo que en varios de estos modelos de computadoras, se optó por poner sistemas operativos alternativos. Yo ví on-site Xandros y varios Linux distintos.

La realidad es que Frávega no le puede vender al público masivo una computadora para que después ellos le pusieran el sistema operativo. O sea, puede, pero la persona quiere ver el equipo funcionando o poder prenderlo y que funcione ni bien llega a la casa. Así que se vieron con la oportunidad de poner estos sistemas más baratos (o gratis) para poder vender máquinas dentro de todo baratas.

Obvio que a la semana el comprador llevaba la computadora a un local para que le pongan un Windows, porque no sabía qué hacer con ese Xandros. El nene no podía poner jueguitos, ni usar el msn Messenger y el office era un poquito distinto.

Pixart alega que la cantidad de computadoras vendidas con su sistema operativo fue disminuyendo por una política agresiva de baja de precios por parte de Microsoft.

Yo me pregunto ¿no tendrá que ver la inflación y el dólar planchado un poco en esto? En el 2002 era caro un Windows, en el 2010 ya no.

Y si Microsoft tiene una política de bajar los precios. ¿Esto no beneficia a los consumidores? ¿Cuál es el problema de darles a los consumidores el mismo producto que antes pero por menos plata? ¿No es eso lo que se busca siempre, que la mayoría de la gente lo pueda pagar?

La gente de Pixart, ¿habrá hecho estadísticas alguna vez de cuánto duraba su sistema operativo en estas computadoras?

Que Pixart acuse a Microsoft de competencia desleal es lo mismo que la panadería de la vuelta de casa acuse a Havanna de competencia desleal porque vende sus alfajores más barato que los alfajores artesanales de maicena y chocolate que tienen en el escaparate.

¡Eh, pero Microsoft tiene el monopolio de los Sistemas Operativos y así no se puede competir! Realmente no lo tiene.

Monopolio es tal situación en la cual alguna regulación impide la entrada de nuevos competidores en un cierto mercado.

Lo que sí tiene Microsoft es que laburó y subió la Barrera de Entrada del mercado a un nivel casi inimaginable. ¿Cómo lo hizo? Se metió en el 80 en el negocio de licenciar sus productos en vez de venderlos, popularizó su MS-DOS cuando casi no había otra cosa, no persiguió a la piratería de sus productos (yendo así a pérdida), hizo que las computadoras sean cada vez más fáciles de usar y, en el proceso, acostumbró tanto al usuario medio a sus productos que si le sacás las ventanitas no sabe qué hacer.

Y la realidad es que los que hoy lloran (internacionalmente, no me refiero a Pixart), en su momento en vez de competir y hacer algo mejor que el DOS o la pedorrada del Win 3.1, estaban todos mamando de la teta de Microsoft e IBM.

No la vieron venir y se quedaron cómodos hasta que fue muy tarde.

Pero ojo, hoy por hoy, si no querés pagarle ni un centavo a Microsoft, podés tener tranquilamente tu máquina con sistema operativo open source, con gráficas buenísimas y compatibilidad con toda herramienta “popular”.

¿Y qué conducta más anticompetitiva que regalar los productos? ¿Por qué no le pide Pixart al señor Moreno que bloquee el acceso a toda distribución de Linux? Eso sí que sería ir contra una conducta anticompetitiva.

Pero acá atrás hay otro asuntito, que va a quedar para un inminente artículo, que es que Pixart ES UN PROVEEDOR DEL ESTADO. Es el que coloca uno de los sistemas operativos de las netbooks ClassMate Plan Bicentenario, la iniciativa para regalarles netbooks a los 250.000 alumnos de los últimos años de las escuelas técnicas.

¿Está un proveedor del Estado en condiciones de hacerle una demanda a otra empresa por conductas anticompetitivas?

En cuanto a las netbooks del Estado, tienen tanto Windows como el Rxart de Pixart ¿Pueden acusar a Microsoft de conductas anticompetitivas acá? En el siguiente artículo analizo los números de esta iniciativa.

Y para los señores de Pixart: Señores, son unos inútiles que no pueden vender algo que encontraron gratis por ahí y, encima cuando no les sale su negocio imposible, van llorando para que le saquen plata a alguien que sí pudo hacer un negocio. Son lamentables.

¿La Feliz?

[Publicado Originalmente el 28 de diciembre de 2010 – La Crisis es Filosófica]

Pensando en el famoso sobrenombre que lleva la ciudad de Mar del Plata me acordé de este breve cuento:

“La Maestra enseñaba a los niños: ‘La hiena es un animal que vive en el norte de África, come carroña y se aparea una vez al año. Su característica distintiva es que emite un aullido semejante a la risa del hombre…’

Entonces pregunta:

A ver, Juan, ¿qué entendiste?

La hiena es un animal que vive en África, come carne podrida y se aparea una vez al año, y hace un aullido que parece que se está riendo…

¡Muy bien, Juanchi! ¿Y vos, Jaimito?

Yo, en realidad, tengo una pregunta maestra: Teniendo en cuenta lo lejos que vive, la porquería que come, y lo poco que coje… ¿De qué corno se ríe la Hiena?”

Ahora repasemos las últimas noticias de “la feliz”.

El 23 de Diciembre el diario Infobae publicó que en Mar del Plata, las motos se venderán con cascos de manera obligatoria gracias a una nueva ley del Concejo Deliberante. Para que se entienda, esto es como que vos tengas un quiosco y cada vez que vendas chicles o caramelos, tengas que agregar –de regalo– una pasta de dientes o un tratamiento anti caries.

Por otro lado, el suplemento “Saludable” del mismo medio festeja con bombos y platillos el hecho que La Feliz sea una ciudad 100% libre de humo . Tan libre de humo que parece que no se podrá fumar ni en los clubes de fumadores donde los que fuman no afectan a nadie.

Por último, hoy se anunciaba por TV (y con menos jolgorio) el aumento de 20% y 30% en carpas, hoteles y restaurantes para esta temporada.

Entonces, si los vendedores tienen que ser niñeras de los compradores, si cada vez se pueden comprar menos cosas y si los que deciden jorobarse la vida sin dañar a nadie no pueden hacerlo porque estarían restándole un 0.8% al 100% del «libre de humo»: ¿Estaremos realmente en “La Feliz” cuando vayamos a Mar del Plata?

Bueno, puede que todavía sí. Después de todo siguen teniendo, sol, playa y olas. Y por si esto fuera poco, siempre se puede ir a ver el espectáculo de Ricardo Fort.

“Soy feliz, soy feliz, vamos que la vida es una fiesta…”

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No fue Duhalde, fue Rousseau

[Publicado Originalmente en La Crisis e Filosófica – 23 de diciembre  de 2010]

Probablemente por el enorme poder que acumuló durante su gobernación en la Provincia de Buenos Aires, cada vez que ocurren hechos como los del sur de la Ciudad, todos nos miramos y pensamos : “Duhalde debe andar detrás de esto”.

Dado que estos reclamos muestran la situación de precariedad y pobreza en que vive gran parte de nuestra población, siempre son funcionales a aquéllos que quieren ver la popularidad del actual gobierno debilitada. Ergo, las pistas llevan hacia pocos lugares.

Sin embargo, viajando por el “Discurso sobre el Origen y los Fundamentos de la Desigualdad entre los Hombres de Jean Jaques Rousseau, al «cabezón» están por dictarle la falta de mérito.

Desde el punto de vista de los ocupantes –tanto del Parque Indoamericano, como del Club Albariño o los otros predios ocupados- las tomas son hechos ilegales pero consecuencia de situaciones injustas que hay que resolver y que representan una falta aún más grave que la toma misma.

Y no fue Duhalde sino Rousseau el que distinguió la desigualdad moral de la desigualdad natural (que es la que hace que vos seas rubia y yo morocho):

“… otra, que puede llamarse desigualdad moral (…) Esta consiste en los diferentes privilegios de que algunos disfrutan en perjuicio de otros, como el ser más ricos, más respetados, más poderosos, y hasta el hacerse obedecer.”

La consecuencia de esta lectura es que vos sos más rico, porque yo soy más pobre. Y si mañana Gonzalo Heredia tiene más seguidores en Twitter que “lacrisisesfilosofica” es probablemente porque se los sacó a este blog.

Entonces, cuando no tener acceso a la vivienda –mientras que otros tienen mansiones– es visto como un robo o una situación de beneficio de unos a costa de otros, el Estado que tiene que dar justicia frena y deja pasar ya que, piensa, tiene que reparar la primer situación “injusta”.

Y así es como caemos en las “políticas de vivienda”, los subsidios, y los planes de todo tipo, tamaño y color, que castigan el esfuerzo de unos en nombre de la necesidad de otros, con el objetivo de lograr la tan deseada «igualdad moral» roussoniana.

Como corolario, los principales sospechosos de coordinar las ocupaciones, como el ex-presidente, Pitu Salvatierra o Regino Acevedo, probablemente serían condenados (en un juicio que jamás existirá) como meros autores materiales.

Sin embargo, de seguirse la investigación, el autor intelectual de esta confusión de principios que termina en “usurpo porque vos me usurpaste antes” sería sin dudas el pensador francés J.J. Rousseau.


“Discurso sobre el Origen y los Fundamentos de la Desigualdad entre los Hombres”, Jean Jaques Rousseau, Página 22: http://www.policialapaz.com.ar/biblioteca/Juan%20J.%20Rousseau%20-%20Discurso%20sobre%20la%20desigualdad.pdf

Villa Soldati: ¿La Ausencia del Estado?

[Publicado originalmente el 16/12/10 – La crisis es filosófica]

La ocupación del Parque Indoamericano por parte de un abultado grupo de personas en supuesta búsqueda de un lugar para vivir y el posterior enfrentamiento entre “usurpadores” y “vecinos” llevó a muchos a la conclusión de que esto es lo que pasa cuando el Estado se ausenta.

Desde prestigiosos periodistas hasta columnistas de algún programa de TV compartían -más o menos- la misma línea de razonamiento: Cuando el Estado no está, reina la anarquía, y la anarquía es la guerra de un bando dispuesto a todo que se enfrenta a otro dispuesto a todo, y más.

Ahora bien, aun suponiendo que el escándalo fue armado por algún político interesado en “desestabilizar”, de no haber una situación propicia, este personaje no podría ni organizar la ocupación de un locutorio. Entonces, ya sea que la okupación fue armada o espontánea, lo que se aprecia es que la miseria y la exclusión no han sido erradicadas aún.

¿Y quién es culpable de esto? ¿El Estado ausente? Veamos…

Por ley, el salario mínimo que un empresario debe pagar a un empleado es de 1740 pesos mensuales. Por supuesto, esto genera que si un empresario pudiera contratar por debajo de ese nivel, tendría dos opciones: o no contratar (desempleo), o contratar en negro. Si recurre a la segunda, el empleado tiene trabajo pero difícilmente tenga acceso a un crédito para comprar una casa, por ejemplo.

Por otro lado, según el Banco Mundial, los trámites burocráticos necesarios para registrar una empresa en el país pueden llevar hasta 27 días hábiles. En países que progresan, en cambio, los trámites pueden tomar entre uno y dos. No es extraño entonces que la proliferación de empresas en argentina sea lenta y el empleo no crezca.

Además, en el país tenemos cerca de un 30% de inflación anual, cuyo único responsable es el gobierno, que debe financiar sus crecientes gastos.

Por último, nuestros gobiernos están siempre dispuestos a crear “derechos” allí donde haya un grupo que diga tener una necesidad y luego financiarlos con el dinero de todos, mediante impuestos, inflación o deuda.

Como conclusión, tenemos un Estado que en aras de mejorar la situación del trabajador genera desempleo, un Estado que por controlar y supervisar al mercado y a sus agentes, destruye el incentivo para la creación de empresas que son vitales para dar trabajo y ofrecer productos a precios competitivos.

Un Estado que para alentar el consumo y salir de la recesión, ha generado una inflación que dios sabe cuándo y cómo terminará. Y, por último, tenemos un Estado que está dispuesto a compensar a cualquiera que proteste, total no asume por ello ningún costo económico, sino que nos lo traslada a todos nosotros.

Entonces ¿Cómo no va a haber gente que viva de changas y que al no poder seguir pagando su aumentado alquiler, siga al que le dice “si vamos al parque, podemos conseguir un subsidio”?

Finalmente, que los enfrentamientos no hayan sido frenados por las fuerzas de seguridad reflejan la inacción estatal. Pero nada de lo que llevó a generar esta situación tiene que ver con la inacción estatal. Es más, cabe preguntarse si no se debe al fenómeno inverso.


La izquierda, la derecha y el Parque Indoamericano

El conflicto de Villa Soldati, que al momento de escribir este post persistía,  para los que defendemos la filosofía de la libertad, nos deja muchas enseñanzas.

1. Ni progres ni conservadores. Las dos posturas a las que estuvimos expuestos durante los últimos dias tanto de progres como conservadores, son ejemplos de hemiplejía moral, tal cual hubiese dicho Ortega y Gasset. Los progres, generosos con dineros ajenos, plantean que el problema no son los inmigrantes sino su «derecho a la vivienda», es decir la supuesta facultad que tienen de reclamarle a alguien que se les otorgue una vivienda, simplemente porque tienen  «derecho» a ello.  Los conservas (o fachos, si querés) plantean que el problema son los inmigrantes, y que no puede ser que tomen una plaza, y menos que se les dé una vivienda mientras haya argentinos sin vivienda.

Los que creemos en que una sociedad libre  es el única alternativa que es respetuosa del individuo y compatible con su naturaleza, nos alejamos de ambas posturas y las cuestionamos. Ni los inmigrantes son el problema, ni el problema es la exigencia de una vivienda. A continuación me enfocaré en los problemas de ambas posturas.

2. Inmigrantes de ayer, hoy y mañana. Las culturas se transforman, constantemente, algunas tradiciones se pierden y otras nuevas se adoptan, la gente va y viene, y cada vez es más fácil contactarse con todo el mundo, el idioma está en un proceso de elaboración y re-elaboración constante,  las identidades nacionales, afortunadamente, van a quedar demodé, pero el siglo pasado será recordado como el siglo de las identidades nacionales y su exaltación, y también el siglo donde murieron 160 millones de personas (Scaruffi) y la mención de ambos hitos no es casualidad.

Tal cual lo dijo hace unos dias el recientemente premiado Vargas Llosa en su Discurso Nobel (recomendadisimo), enaltecer como si fuese un valor supremo y un privilegio moral una circunstancia fortuita como es el lugar de nacimiento es «una ideología –o, más bien, religión– provinciana, de corto vuelo, excluyente, que recorta el horizonte intelectual y disimula en su seno prejuicios étnicos y racistas»

Antes de seguir, vale aclarar que cuando me refiero a inmigrantes que en vez de optar por trabajar optan por mendigarle al estado que resuelva todos sus problemas, no me refiero a todos los inmigrantes ni a la gran mayoría, porque sería absurdo apuntar contra gente que trabaja y mucho.

Está a la vista de todos que los inmigrantes vienen a este país buscando prosperar y para eso la mayoría opta por trabajar, en talleres textiles, abriendo supermercados, fruterías, entre otros. Otros optan por un camino más fácil que averiguaremos a continuación.

¿Cuál fue el cambio fundamental que se dió en 100 años como para que los inmigrantes de hoy sean considerados diferentes a los de inicios del S. XX? El hombre boliviano que dice «Somos tan inmigrantes como los antepasados de Macri» tiene razón, no fueron los inmigrantes los que cambiaron, si no los incentivos que los inmigrantes reciben al entrar a este país.

Abriendo el diario, cualquiera sea el día y el diario, uno podrá encontrarse con estos incentivos que cambiaron la forma de pensar del recién llegado: inflación que destruye el poder adquisitivo de la moneda, los infinitos tramites, una verdadera aventura kafkiana, para comenzar un emprendimiento, los impuestos que ahogan a cualquier aventurado que desee emprender, las regulaciones que impiden el libre desarrollo, y por último los vaivenes de las reglas de juego que nos hacen creer que uno está entrando a algún  lado y en el instante siguiente convierten esa entrada en una salida, ¿quién puede estar incentivado a obtener con su propio esfuerzo una vivienda, un plan de salud o educación, cuando el esfuerzo termina por ser apropiado por los saqueadores que ostentan el poder?

En conclusión, que los actores de este conflicto sean inmigrantes es una cuestión circunstancial, que sin embargo es aprovechada por algunos para exaltar su nacionalismo y xenofobia, el foco del problema se encuentra en otro lugar.

3. El derecho a la vivienda. La contracara de todos esos impuestos, regulaciones y burocracia que imperan en la actualidad, es la creencia que prevalece en la sociedad argentina, y que es apoyada por todo el arco político desde hace 80 años, la llamada doctrina que una «necesidad genera un derecho»  y aceptar esto acarrea graves consecuencias. Por un lado, las que mencionaba en el apartado anterior, el desincentivo a la productividad y a la generación de riqueza, por el otro dividir a la sociedad en dos y crear dos categorías de indivudos: los que producen y viven gracias a su propio esfuerzo, que son los que para obtener lo que desean tienen que ofrecer algo  otra cosa a cambio, y en el otro lado los que reciben parte de lo producido por otros, los que obtienen lo que desean a costa de otros, forzando a otros a convertirse en sus esclavos personales, a través de la coerción estatal. Justamente, en el medio, están los saqueadores que son los políticos que deciden quien debe vivir a costa de quien, los que según su criterio ordenan que un grupo de personas tiene derecho a exigirle a otro que les de determinadas cosas, en otras palabras convierten en algo parecidos a esclavos a aquellos que para poder trabajar, y mantener sus posesiones, deben someterse a una extorsión por parte del estado.

En definitiva, este sistema de valores por el que optó vivir gran parte de la sociedad argentina lo que genera es convertir una sociedad que alguna vez se rigió por lo principios de la libertad, donde nadie tenía el derecho a exigirle a otro absolutamente nada salvo el respeto mutuo por su plan de vida, y donde las cosas se obtenían a través del sistema de cooperación voluntaria mas grande e importante del mundo: el mercado, que no reconoce fronteras, nacionalidades, culturas, o planetas, en una sociedad de salvajes, dónde algunos pretenden obtener un beneficio extorsionando a los vecinos de un barrio, o al resto de la sociedad, exigiendo que el gobierno le robé a una parte para darsela a la otra.

Ahora bien, este salvajismo al que me refiero no debe ser solo identificado en actos como la toma del Parque Indoamericano, la extorsión a supermercados para que entreguen bolsas de comida, la exigencia de que el gobierno tiene que solucionar sus problemas a costa del resto de la sociedad, etc. Esos métodos sin duda son los mas toscos, los mas groseros, sin embargo esta crisis moral se encuentra en todo metastizada en toda la sociedad, sea a través de las extorsiones sindicales, de los grupos de presión de los industriales que buscan protecciones y privilegios a costa del resto, cuyos fines son idénticos a los okupas del Parque Indoamericano: pretender que el resto de la sociedad viva para uno.

4. Aclaración final. Para terminar, negar el derecho a un grupo de personas a exigirle a otras que le otorguen un lugar donde vivir no tiene nada que ver con mi deseo de que esas personas encuentren un lugar donde vivir de acuerdo a sus expectativas. El problema sobre el que gravita todo el conflicto es sobre la legitimidad en el uso de la violencia, en otras palabras, la pregunta central es ¿está bien que se recurra a la fuerza para  solucionar el problema de la vivienda? La respuesta es, obviamente, no. No paramos de insistir en que nadie tiene derecho a iniciar la fuerza contra otra persona ni contra lo que es suyo, ¿con qué derecho un tercero puede arrogarse a decidir de que manera tenés que gastar tu dinero? A la vez, como fue explicado anteriormente, las políticas que generan «derechos» a partir de las  necesidades (también denominadas políticas redistributivas), terminan siendo contraproducentes con la única opción para reducir la pobreza y elevar la calidad de vida que es la generación de riqueza.

En conclusión, no tener una casa es una situación que nadie quisiera vivir, sin embargo, esto no habilita a reclamarle a otros que te den una casa. En primer lugar, si todos tenemos los mismos derechos nadie tiene derecho a violar el de los demás, por otro lado los mecanismos de transferencia de riqueza forzosos terminan generando consecuencias más perjudiciales tanto para las víctimas como para los beneficiarios.

Todavía no te convenciste?

¿Todavía no te convenciste de que te viven pisando y hay que hacer algo?

Leé esta nota:

Muy grave: $4 de cada $10 ya lo administra el Estado

Por eso insistimos tanto con el DLI, con ser verdaderamente libres de los gobiernos. El Estado cada vez maneja una proporción mayor de los recursos del país, y los resultados están a la vista: inflación, falta de inversión, crisis energética, curros al por mayor como Futbol para Todos o Aerolíneas, corrupción, negociados, amigos del poder, manipulación de estadísticas, etc.

Nadie sabe mejor de tus necesidades, que vos mismo. Entonces, ¿por qué dejar que te saquen así tu dinero para despilfarrarlo de las peores maneras?

¿No te resulta demasiado familiar esta historia, y si probamos algo distinto?

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