El purismo funcional al sistema

Este post se podría decir es «interno». No está pensado para quienes han llegado al sitio por un sticker en subte o similar, sino más bien para quienes ya estamos difundiendo estás ideas y hemos vivido situaciones similares a la hora difundir en conjunto o de salir a la calle. Prometo este tipo de post continuará siendo una rareza.

Llegue al liberalismo libertario por mi cuenta, nadie me acerco un libro ni me dijo esto era lo mío. Tampoco se como sucedió exactamente, un artículo en la web llevó a otro, el principio de no agresión apareció en mi pantalla, vi una consistencia ideológica que jamás había presenciado en otra filosofía política y termine siendo un liberal libertario.

Creo hoy que afortunadamente fue así, porque si fuese por parte del ambiente o «scene» liberal tal vez no hubiese llegado a estas ideas. Ya un coblogger detallo el problema en su post Los llamados «liberales» porteños, y comparto su visión, pero allí se concentra en los conservadores. Existe también otro grupo, en este caso afín ideológicamente, que sin saberlo es funcional al sistema imperante o statu quo.

Me refiero al purista con tintes casi sectarios, con quien comparto principios, pero el cual es incapaz de relacionarse en una causa compartida con quien no es «puro» como él. Usualmente esa actitud lo lleva al liberalismo de café, dado los puristas son pocos, el té con macitas en mesa para 5 resulta una opción acorde a las circunstancias.

Distingo 2 variantes. Por un lado quienes pese a compartir con otro el 95% del ideario, se concentran en el 5% restante. Usualmente están en lo cierto y el otro tal vez no sea consistente en ese 5%, pero ante ello, en vez de amistosamente intentar persuadir mostrando el porque, expresan al extremo su repudio a la persona. Poco les importa cuanto esta haya ayudado a la causa o si es un novato al cual le queda camino por recorrer, será tildado de «socialista», «facho» o similares calificativos que sirvan para exaltar la caza de brujas emprendida. Tal vez si sus habilidades para el debate fuesen también aprovechadas en combatir los autoritarismos uno podría guardar cierto respeto, pero tal cosa no siempre los motiva, debatir con quien piensa radicalmente distinto no les resulta tan interesante como el juego de las diferencias en ese 5%…

La otra variante puede sea comprendida mediante un ejemplo. El caso del libertario que teme ir a una marcha por la despenalización de la marihuana porque puede cruzarse allí con remeras del Che y, horror mediante, que lo confundan con un colectivista. O porque la marcha puede tener también entre sus muchas descripciones una que menciona la salud pública. Claro, ellos solo pueden sumarse a marchas hechas por y para libertarios (test ideológico en cuadrante superior de Nolan como ticket de admisión). Aquí también, tal vez si solo así fuese uno podría guardar cierto respeto, pero cuando existen marchas libertarias, alta pureza 100% garantizada por el espíritu de Murray Rothbard, tampoco se presentan…

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Paul Krugman: nueva víctima de la crisis filosófica

[Post publicado originalmente en La Crisis es Filosófica – 19 de agosto de 2011]

La economía es una rama de la ciencia que admiro particularmente. El estudio de la acción humana orientada a la satisfacción de necesidades, que da lugar a la interconexión libre y pacífica entre las personas, no puede ser tomado como algo menor, o meramente técnico. Sin embargo, algunos economistas se empeñan en quitarle todo contenido humano.

Es así como el premio nobel Paul Krugman, abogado del déficit y de la expansión fiscal (sólo para momentos de “crisis”), propuso –a modo de exageración- que si la sociedad norteamericana tuviera que armarse en defensa de una supuesta invasión alienígena, el gasto que esto generaría reactivaría la economía de manera tal que una vez que se dieran cuenta que tal invasión era un invento, ya habrían salido de la crisis.

Más allá de que este razonamiento roza el disparate económico, me gustaría analizar el tema desde un punto de vista moral, desde qué concepto del hombre tiene detrás esta teoría.

El razonamiento sería el siguiente: El país está próximo a una recesión, o sea, pocas ventas, poca rentabilidad, empresas en riesgo, quiebras, despidos y el círculo se pone peor. Entonces, ¿qué hacemos? El que tiene plata –El Estado, que no tiene pero puede fabricarla- la inyecta en el mercado y eso hace que vuelva el consumo, vuelvan las ventas, vuelva la rentabilidad, y todos contentos. ¿Inflación, endeudamiento, impuestos más altos? Después vemos.

Lo importante es que los americanos vuelvan a consumir. ¡Malditos americanos que dejaron de comprar todos al mismo tiempo! ¿Cómo se les ocurre? Pensar en las causas parece ser demasiado esfuerzo.

Pero el gran problema que hay con este razonamiento que ataca el síntoma es dónde sitúa al ser humano. Es decir, se considera que si desde el Estado manejamos ciertas variables, entonces el mundo vuelve a la “normalidad”.

Ahora bien, ¿Qué somos, relojes? ¿Somos tornillos de un carburador que si está andando mal nos tienen que ajustar? ¿Cuál es la normalidad? ¿Es aquel mundo dinámico que hacen los hombres en uso de su libertad, o es aquello que Paul Krugman quiere que la normalidad sea?

¿Por otro lado, cuál es la función de los bienes en el mundo, satisfacer las necesidades humanas, o es el ser humano el que tiene que satisfacer la necesidad de los bienes de ser comprados?

Si bien la propuesta del premio nobel tiene un lado económico oscuro en cuanto a las consecuencias que generaría, hay algo más profundo detrás que necesita ser combatido. Somos seres humanos y animados, no objetos o fichas de un tablero de ajedrez.

No permitamos que «la economía», la estabilidad financiera o los ratings de S&P sirvan de excusa para que nos den el trato que le dan a las piezas de un motor y no dejemos que nos usen como herramienta para consumir, cuando el consumo es nuestra herramienta para sobrevivir y no a la inversa.

Yo no sé

Este artículo de Penn Jillette (de Penn & Teller: Bullshit, entre otros) me gustó mucho cuando lo leí, en él explica de manera sincera por qué es un libertario y un ateo. Un postura humilde y sincera, entre todos aquellos que dicen tener respuestas para todos.

Gracias a Mike, un amigo de la casa, que postea en el Opinador Compulsivo, por la traducción de este artículo. A continuación los párrafos que mas me gustaron, y clickeando mas abajo, la nota completa.

Dice Penn:

Penn Jillette

Y yo no creo que nadie realmente sabe cómo ayudar a todos. Yo ni siquiera sé qué es lo mejor para mí. Toma mi incertidumbre acerca de qué es lo mejor para mí, y multiplicala por todas las combinaciones de los más de 300 millones de personas en los Estados Unidos… yo no tengo ni idea de lo que el gobierno debería hacer.

Me asombra que muchas personas piensen que votar para que el gobierno dé dinero a los pobres es compasión. Ayudar a los pobres y mitigar el sufrimiento, eso es compasión. Votar porque nuestro gobierno use armas para conseguir el dinero para ayudar a los pobres, es haraganería intimidatoria, inmoral y santurrona.

La gente necesita ser alimentada, medicada, educada, vestida y abrigada, y si somos compasivos les vamos a ayudar, pero no se obtiene ningún crédito moral por forzar a otros a hacer lo que uno cree que es correcto. Es causa de gran alegría el ayudar a la gente, pero no hay ninguna alegría en hacerlo a punta de pistola.
(más…)

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¡La AFIP te desea un feliz día del niño!

Estaba navegando por la web de la AFIP tratando de ver como resolver un problema que me habían generado y me encontré con esto:

La Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) secuestró en Salta más de 10 mil prendas de vestir, ropa de blanco, calzado, ropa interior y juguetes por un valor aproximado de 574 mil pesos.

Los procedimientos se realizaron en el paraje “El Naranjo”, ubicado en la ruta nacional N° 34 a 170 kilómetros al sur de la ciudad de Salta. Las prendas eran transportadas en varios vehículos: un camión, una combi, una camioneta, tres autos particulares y un taxi.

De este modo el personal aduanero, que en estos parajes suele apostarse en caminos alternativos para obligar a pasar por el puesto de control a los vehículos que toman una senda apenas iluminados con linternas para ser inadvertidos, evitó que la mercadería en infracción ingrese al circuito comercial perjudicando el comercio legal.

Y me preocupé. Porque muchas de estas más de 10 mil prendas y juguetes iban a ir a personas que iban a poder comprar productos a un menor precio para regalársela a chicos. Y esto me hizo llegar a una simple conclusión económica:

A mayor intervención, menos felicidad.

Entonces me pregunto: «¿qué festejan estos hijos de puta?». Festejan que un montón de personas van a tener que pagar más por obtener las mismas cosas? ¿Festejan que un montón de chicos cuyos padres no pueden acceder a regalos en negocios «en blanco» no le puedan dar nada a sus hijos? ¿O que un montón de gente no pueda acceder a la posibilidad de comprar ropa nueva, a dormir en una cama con sábanas limpias y enteras?

Francamente me preocupa cuando en este país se festejan pelotudeces de este tipo que ponen en evidencia que este modelo, que este sistema, lejos de ayudar y favorecer a los consumidores (léase personas) sólo trabaja para favorecer a los empresarios funcionales o amigos del gobierno.

La AFIP les desea un feliz día del niño, sin regalos, obvio.


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Revolución en la calle Florida: de visita por la Richmond

Los que escribimos en este espacio nos gusta escribir, a mi por lo menos. Es importante difundir la idea a través de un blog, y es cómodo. Támbien es importante hacerse escuchar. Si no entran, hay que salir. Osar hablar es una actividad que todos deberían emprender, sea en el ámbito que sea.

Esta historia transcurre en la peatonal Florida, el otro día les contaba acerca de la iniciativa de que la confitería Richmond, contra voluntad de su dueño, siga siendo la confitería Richmond.

Hoy decidimos acercarnos con una fellow libertarian a la mencionada confitería. Había una señora juntando firmas, sentada atrás de una mesa, recibiendo a las personas para que dejen su marca en el cuaderno negro.

Me acerqué de manera amable para preguntar de que se trataba el petitorio, era para «salvar a la Richmond» me dijo. ¿De qué? La quieren convertir en una fábrica de zapatillas. ¿Quién? Los dueños. ¿Cómo se atreven?

Le expliqué mi posición, en otras palabras les dije que en mi nombre no hagan una ley que le imponga por la fuerza al dueño a conservar algo que no quiere. En mi nombre no desvíen un recurso del uso más valorado que decidió el mercado, es decir todos, el pueblo, o como quieran llamarlo. En mi nombre no usen la fuerza del aparato estatal para imponer su propia voluntad.

Hubo los que me entendieron, y aún así comulgaban con el uso de la fuerza  para que la Richmond siga siendo la Richmond. Fue algo shockeante, no que estén de acuerdo con el uso de la fuerza, si no el hecho de estar en vivo y en directo discutiendo con ellos. No eran comentarios de un blog, un grupo de Facebook o un foro de esos que ya quedan pocos. No. Era en la vida real, y esas personas  expresaban su conformidad para expropiarse a sí mismas (porque si como dice el Talmud, «salva a un hombre y salvaras a la humanidad», yo digo «si destruyes el concepto de propiedad en un caso, los destruirás para todos»). Era la vida real, y me sorprendió (aunque no debería haberme sorprendido) que la misma violencia que promovían con su firma la expresaban en sus palabras: «¡Sos un ignorante que no entiende nada!» «Vos no sabes la historia de esta confitería porque sos chico», «Ustedes no existen, ni me interesa leer en nombre de quién venís», «¡a vos te mandaron!», y así todos.

Hubo otro grupo de gente, que escuchaba, preguntaba, no estaba de acuerdo o si, pero discutía civilizadamente, escuchaba la otra campana, y quién sabe tal vez muchos de ellos se fueron con la idea rondando en la cabeza. Con eso me basta.

Del otro grupo, los más, tuve que escuchar cosas verdaderamente preocupantes, un señor que parecía instruido, de aproximadamente 60 años, me decía  frente mi defensa de la propiedad: «Esto no es propiedad privada, yo entraba acá, me pedía un café, jugaba al billar, pagaba y me iba. Era un centro cultural, no era propiedad privada.» Ante su insistencia no tuve más remedio que abandonar la infructuosa lucha contra los molinos de viento.

Son molinos de viento porque perdieron la costumbre de reflexionar y usar el pensamiento crítico, no pido que estén de acuerdo conmigo, pero que me digan porque no lo están.

Otra situación que ilustra esto: «¿Vos querés que cierren el Tortoni también?», me preguntaron. Le dije que no, que la gente «votaba» con el bolsillo todos los días para que el Tortoni siguiese abierto, lo votaban porque satisfacía sus necesidades. Su respuesta fue: «Sólo esta abierto por que van los turistas». No se dio cuenta, pero me estaba dando la razón.

Más allá de estas situaciones, los argumentos que se esgrimían para defender la Richmond eran parte de  un festival de clichés: «La confitería es del pueblo, ¡el pueblo la quiere!» Esa era su fantasía, la mascara  para su capricho.

Creo que pocos pudieron entender que mi problema no era con la confitería, con el Tortoni, con los edificios antiguos o con los billares. Mi problema era que para defender todo eso pretendan que el gobierno use la fuerza contra aquellos que no la iniciaron, es simple, pero no sencillo de aprender en el mundo que hoy vivimos.

Al final la señora que recopilaba la firmas me lo reconoció, era autoritaria «en algún lado había que poner un punto».

Unos comentarios finales:

En primer lugar, la culpa no fue toda de ellos, tengo mil puntos para mejorar en la habilidad para comunicarme y transmitir la idea, sin embargo, la única manera de poder dar a conocer que la libertad es una alternativa es hablando, es llevando la alternativa a donde hoy no existe. El mejor entrenamiento para mejorar las habilidades comunicacionales.

En segundo lugar, no quiero menospreciar el activismo online, un retweet, un «me gusta» en Facebook, es útil, no requiere de ningún esfuerzo. La posibilidad de conectarse cara a cara con el interlocutor cambia las cosas, por eso siempre que uno tenga la chance, sea en el ámbito que sea, académico, entre amigos, familia, trabajo, etc. debería poner a disposición de la gente una noción tan antigua como revolucionaria que es la libertad, es el primer paso para vivir en una sociedad libre.

Los héroes de Galería Jardín

Los individuos tienden, en general, a relacionarse de manera pacífica. El comercio es, por excelencia, una de esas maneras. Las características  de un intercambio voluntario de bienes o servicios por otros bienes o servicios (o el dinero que obtuvimos por ellos) son únicas, dos personas cooperan mutuamente sin saberlo y ambas valoran más lo que reciben que lo que ofrecen, según sus propias percepciones.

Si éstas transacciones fuesen libres de cualquier intervención de un tercero, entonces podríamos afirmar que estamos ante una sociedad libre y pacífica, aunque en estos tiempos aparece en escena un tercero en discordia que juega con su propio reglamento.

Me refiero, por supuesto, al Estado. El Estado es un tercero que se entromete en esta interacción voluntaria y que exige su parte, como si tuviese derecho alguno sobre la propiedad ajena.¿Cuál es la contraprestación que ofrece el estado para tomar esa parte? Ninguna, o peor, violencia, imposiciones, encierro.

Esta situación se puede ver todos los días en el sitio de la AFIP, cuya función principal es jactarse de haber irrumpido en la paz del comercio, de haber agredido a aquellos que interactuaban de manera libre, de haber incorporado a ese acuerdo una dosis de violencia. En el dia a dia, este uso de la fuerza por parte del estado se ve reflejado en números, operaciones mátematicas y siglas (IVA, IIBB, AFIP, DGI, etc.), sin embargo muchas veces esa violencia emerge con toda su furia y se la puede ver en su estado más puro. Es el caso del allanamiento llevado adelante por  la AFIP en Galerías Jardín: 

La AFIP realizó ayer 35 allanamientos y detuvo a nueve personas en una investigación sobre maniobras que involucrarían un fraude impositivo por cien millones de dólares

El operativo se inició a primera hora de la mañana y alcanzó a 35 comercios y domicilios particulares en Ciudad Autónoma, Córdoba y Rosario. Quedaron detenidas seis personas en Buenos Aires y tres más en Córdoba. Dentro de este último grupo se encontraría el cabecilla de la banda. En los procedimientos se secuestraron también varios vehículos. Los directivos de la Cámara Argentina de Comercio (CAC) expresaron ayer su satisfacción por las inspecciones.

Qué mas claro que hombres de uniforme, armados, secuestrando gente y mercadería como contraposición a los acuerdos voluntarios que estaban celebrando segundos atras.

En este caso iban por unos hombres que entorpecían la expoliación estatal y facilitaban bienes evitando las costosas barreras que pone el estado entre la prosperidad y la gente: los contrabandistas.


El contrabandista es aquél que intenta minimizar el ingrediente estatal de las relaciones voluntarias, es aquél que mediante conductas pacíficas, aunque tipificadas ilegales por el ordenamiento jurídico, intenta eludir los controles estatales, ofreciendo de forma voluntaria los bienes que el estado se empecina en obstaculizar por diversos motivos. Los beneficios de sus actividades se ven reflejados en precios más bajos de los que se ofrecen mediante las vías legales. Los funcionarios nunca van a ver estos beneficios, son los pobres, los que no pueden contrabandear ellos mismos por falta de capital, los que aprovechan de los servicios brindandos en el mercado negro.

Walter Williams lo resume de manera brillante:

Los contrabandistas son unos héroes. La esencia de su mensaje es ésta: «Los tiranos que manejan el Estado quieren impedir o dificultar los intercambios libres y pacíficos entre individuos. Yo sé paliar el impacto de esa injerencia».

O como dice el Destructor de Mitos, en su elogio al contrabandista:

Cuando un estado cierra la economía o restringe de cualquier otra forma el comercio, lo que hace es desigualar. El estado regulador quita derechos a unos para hacerle la vida más fácil a otros (es decir, a las empresas protegidas). Y aquí aparece el contrabandista para equilibrar la situación, devolviéndole parte de sus derechos a los desposeídos y compitiendo contra los privilegiados. Ciertamente, el contrabando es ilegal, pero al mismo tiempo rebosa de justicia social.

Pero a pesar de todos los beneficios sociales que prodiga, ser contrabandista no es fácil… porque estar en contra del estado (y de su maquinaria de violencia) no lo es. El contrabandista debe estar dispuesto a asegurarse la lealtad de sus asociados y contrapartes y también a vivir en las sombras. Si el Estado lo descubre, sus días como contrabandista acaban súbitamente (y, quizás, también sus días como individuo libre).

Aunque normalmente no se encuentra valorada, su función social es inestimable: es un límite real y permanente al poder dominante.

Todo aquel que quiera una sociedad diferente (sea liberal, socialista, anarquista o comunista) debería considerar a los contrabandistas como verdaderos héroes. Ellos son la avanzada del cambio, los peones que hoy se sacrifican para ganar el juego en el futuro.

Después de todo, ignorando leyes se hicieron y se harán mejores sociedades.

Ya comentamos acerca de la inmoralidad del proteccionismo y en diversas oportunidades  [12345,] mencionamos lo estúpido que es emprender en estas prácticas. Hoy fue el turno de esos personajes, denostados por el estado, denostados por los amigos del poder, que se benefician de la violencia estatal en su favor estafando a todos, especialmente a los mas pobres,  hoy fue el turno de eso héroes anónimos: los contrabandistas. Salud!

Basta de (prohibir) Demoler

Una vez más las agrupaciones Basta de Demoler y 54Bares Notables pudieron salirse con la suya en su campaña eterna contra la propiedad privada.

Me refiero al caso de la emblemática confitería Richmond, ubicada en la calle Florida, que  esta(ba?) próximo a  cerrar sus puertas:

Sin embargo, la Richmond está a punto de pasar a ser sólo un recuerdo para sus habitués y una fuente menos de trabajo para el personal que aún presta servicios (hay mozos que trabajan allí desde hace más de 40 años). La confitería tiene previsto cerrar en septiembre y a partir de noviembre su decorado inglés dará paso al estilo Nike.

Como suele suceder en estos casos, agrupaciones que  tienen como objetivo preservar edificios y otros lugares históricos elevaron su voz contra la posibilidad de que la tradicional confitería porteña desaparezca de la otrora peatonal mas paqueta de la ciudad.  Sin embargo, como también es habitual, estas agrupaciones apelaron a los legisladores de la ciudad para que declaren sitio histórico la confitería y, de esta manera, evitar que pueda modificarse el rubro original de la misma, la gastronomía.

De hecho, ayer por la tarde, la legislatura aprobó declararla sitio histórico, cediendo una vez más antes los reclamos del lobby preservacionista. El diputado Di Stéfano argumentó lo siguiente:

«Aun persiste la visión que interpreta que los edificios históricos son viejos y sin ningún valor cultural. Es necesario avanzar en las leyes que protejan de manera definitiva los tesoros patrimoniales y así preservar un recurso no renovable que forma parte de la memoria urbanística de la Ciudad», consideró el diputado Patricio Di Stéfano, titular de la Comisión de Patrimonio Arquitectónico de la Legislatura.

Por supuesto que los fines de las organizaciones que intentan preservar bares y edificios históricos son, en algunos casos loables. Algunas de esas construcciones son un plus a la hora de elegir a la ciudad como destino turístico, el problema radica en los medios que utilizan para alcanzar sus fines.

Estas agrupaciones apelan al proceso político para violar el derecho de propiedad de los dueños de los inmuebles que quieren proteger.  Esto no sólo crea el riesgo de que luego los legisladores violen la propiedad de privada de otros a pedido de organizaciones que tenga diferentes motivos para hacerlo, sino que además no permite que le sistema de precios guíe el destino de los recursos a los fines más valorados. ¿O acaso Di Stéfano esta mejor capacitado para definir cual es el uso mas valioso de un recurso determinado y quien tiene que soportar los costos?

El problema es sin dudas los medios. Existen diferentes alternativas a las que pueden apelar este tipo de agrupaciones para preservar el patrimonio urbano que tanto valoran, soluciones que no implica apelar a la violencia de la política como por ejemplo organizar la compra colectiva del bien en cuestión, negociar con sus dueños de que manera pueden colaborar para «salvar» la confitería o el edificio que se trate.

Otra cuestión aparte es la postura preservacionista extrema de estos sectores, que ya no constituye una apreciación del valor arquitectónico de algún edificio, si no la reacción automática a oponerse a cualquier cambio introducido en el paisaje urbano. Una postura que sale a la luz con recorrer apenas unos minutos el sitio web de la agrupación Basta de Demoler.

En primer lugar, si el estado hubiese comenzado a proteger todos estos sitios históricos 100 años atras, casi ninguno de los sitios que hoy protege y propone proteger hubiese existido.

Imaginemos a los preservacionistas protegiendo edificios que impidan la construcción del Kavanagh, la alteración de la fisionomía de Puerto Madero, la construcción del Coliseo en R0ma, o el partenón en Atenas que hubiese destruido la belleza natural del acrópolis.

Mediante una alternativa que excluya a la política como solución, estas agrupaciones tendrán que focalizarse en los edificios que realmente valoran, y no en absolutamente todos, ya que poseerán recursos más limitados para llevar a cabo su tarea, dejando lugar al progreso.

Por último pero no menos importante, hay que mencionar el efecto negativo que tienen estas agrupaciones en relación a otra problemática de la ciudad, la llamada «emergencia habitacional», estas campañas para detener las construcciones de edificios terminan por el valor de los alquileres (y el de venta) de los departamentos, al reducir o mantener estable la oferta de unidades de vivienda, en beneficio de mantener construcciones que estéticamente pueden ser admirable, pero que no responden a la demanda de la sociedad en ese momento.

Agüero 1919 – Graffiti contra las demoliciones sobre dos edificios viejos.

Chile, ¡a estudiar!

Dicen querer un mejor sistema educativo, pero salen a las calles a destruir.

Ministerio de la Verdad

Des-educación desde el Estado

Dicen querer estudiar, pero se niegan a volver a las aulas.

Dicen querer un excelente sistema público de educación, pero están dispuestos a llevarse puestas su Constitución y sus instituciones.

Yo me pregunto una cosa, anterior a esa ¿para qué querés estudiar?

Tengo solamente dos respuestas:

a) Por el mero hecho del conocimiento en sí mismo, para perfeccionarse como ser humano o por placer personal.

b) Como un medio para obtener otras cosas, es decir, para utilizar ese conocimiento y proveer algún bien o servicio a cambio de un mejor nivel de vida.

Hago un impás para dilucidar dónde se encuentra el conocimiento:

Hace ya muchos siglos, el conocimiento y las ciencias, eran mantenidos por una elite, fundamentalmente por un tema de costos y logística: El proceso de producir papel era carísimo, había que copiar los libros a mano (en general en los monasterios), etc, etc.

Hoy es el siglo XXI. Gutenberg llegó hace mucho, como así también los medios digitales y las telecomunicaciones. El conocimiento está por todas partes, y se puede conseguir GRATIS (o casi):

  • Bibliotecas
  • Libros prestados
  • Wikipedia
  • Youtube
  • Papers, tanto gratuitos como pagos (en general re baratos)
  • Sitios de descarga
  • Liberías online
  • Un infinito etcétera.

Es más, ¡hoy podés ver hasta videos de operaciones quirúrgicas complejas a través de internet! Son lujos y facilidades que los más grandes de la ciencia ni siquiera soñaron….y son parte de nuestra vida cotidiana.

Volviendo al tema, cuando se pide «un mejor sistema educativo público, mágico y fantástico», hay que tener en cuenta sí o sí el objetivo.

Para los que eligieron la opción «a» les digo VÁYANSE A SU CASA. Lean libros, vean videos, lean la wiki, APRENDAN LO QUE QUIERAN Y LO QUE LES GUSTE.

A los que eligieron la opción «b», les cuento que yo pasé por el sistema educativo universitario y me pasé la mitad de la carrera durmiendo al fondo del aula, bancándome a profesores ineptos que enseñaban cosas viejas, que no se usan y/o impracticables en el mundo real. Sí tuve algunos excelentes profesores, contados con los dedos de una mano, que me dejaron algo (uno fue el que me hizo liberal).
Lo que se tienen que preguntar es si una carrera universitaria de 5 años realmente los ayuda a aumentar la riqueza existente, si los ayuda a discernir formas de servir a los demás y llevarlas a la práctica. O si simplemente es un antro para que dinosaurios fracasados o resentidos de la vida les den lecciones de vida, diciéndoles lo capos que son y cómo lo que les enseñan es lo más importante del universo conocido.
Preguntensé si es una lanzadera de cohetes que los va a llevar a ser mejores, o si es un ancla que les va a hacer el camino más trabajoso y les va a sacar las ganas en el momento.

Yo personalmente soy partidario de que la educación y la certificación sean dos cosas absolutamente separadas. Si un título universitario certifica una serie de conocimientos o habilidades ¿realmente importa cómo las obtuviste? ¿Hay diferencia en si te rompiste diez años estudiando a la luz de las velas, o uno, o dos días o naciste sabiendo? A mí no me parece. Al final del día solo cuenta si podés o no podés proveerles a los demás algo que mejore sus vidas, a cambio de algo que mejore la tuya.

Lo que veo yo en los estudiantes chilenos y en los indignados de España es a un grupo de nenes que quieren que primero se les pague por un sistema educativo que tiene una estructura que NO NECESITAN para estudiar algo que, en muchos de los casos, LA SOCIEDAD NO NECESITA O NO QUIERE. Una vez que terminan, quieren que se les dé trabajo y se les pague LO QUE ELLOS CREEN QUE VALEN, para hacer algo que no genera ningún tipo de riqueza. Esto es especialmente así en todas las carreras «sociales», que simplemente generan personas que quieren ocupar una sillita en el Estado, colgar de la pared su diploma de licenciado y decirles a los demás cómo vivir la vida.

Chilenos, españoles y, por qué no, argentinos: si quieren realmente una mejora en la educación, luchen por la abolición de esa aberración y policía del pensamiento que son los Ministerios de Educación.

El conocimiento está ahí afuera y es GRATIS. Go take it, or go home.

Usando la varita

Estamos en el siglo XXI, pero parece que no hubiésemos aprendido nada desde los tiempos del oscurantismo y la antigüedad, donde se adoraba a un trueno por creerlo un dios.

¡Bendícenos, oh, Estado!

¡Bendícenos, oh, Estado!

Hoy muchas personas, en especial entre los políticos, le atribuyen propiedades, facultades y accionar mágicos y casi de divinidad al estado. El estado todo lo puede. Basta escribir algo en las «tablas de la ley estatales» para que se conviertan en realidad automágicamente. Ah, y fundamentalmente, no existe ningún tipo de costos para hacer todas esas cosas lindas y buenas por las que se le reza al Sr. Estado.

Para poner un ejemplo, hace unos días la señora Lubertino vió en una encuesta que había chicas de sexto grado (o sea, entre 10 y 12 años) que se embarazaban. Inmediatamente agarró La Pluma Todopoderosa y se puso a escribir en las tablas una ley por la cual todo niño de sexto grado deberá llevar un preservativo. Listo, problema solucionado. No se embaraza ninguna nena de sexto.

Lamentablemente así no funcionan las cosas, y esta señora que parece tener una obsesión con los niños y el sexo, no tuvo en cuenta que:

a) Poner una canastita con preservativos en los colegios, como si fueran caramelos, es una ridiculez de por sí.

b) La mayoría de las nenas de sexto grado NO SE EMBARAZAN.

c) A los nenes de sexto grado no les dá el Piné para usar preservativos por razones tan obvias como LA MEDIDA ESTÁNDAR. Es más, las nenas embarazadas en general son de gente más grande.

d) Si hay nenas de once años embarazadas, generalmente es porque hubo ESTUPRO, o sea un mayor de edad tuvo relaciones con ellas. ¿Lubertino no debería hacer las denuncias correspondientes siendo funcionaria?

e) Si cualquiera de nosotros junta un grupo de niños de diez u once años, les ofrece preservativos y los incita a tener relaciones, va en cana por corrupción de menores. Si se lo hace desde un cargo estatal y en vez de ser un grupito son TODOS LOS NIÑOS de diez y once años automáticamente se convierte en algo moral y bueno. ¿Qué tipo de razonamiento es este?

f) En caso de sancionarse el proyecto, muy probablemente los efectos buscados no se cumplirán, simplemente habrá una nueva oficina, proveedores y gasto.

Este es solo un ejemplo, pero sirve por lo burdo e inútil del mismo. Puede adaptarse y extrapolarse a miles y miles de cosas que hacen los estados y son al reverendo.

Quiero mandarles un mensaje a todos los políticos y a gran parte de la población que ha sido des-educada por los mismos:

Los grupos y organizaciones humanas, responden a la naturaleza de los miembros que los componen. Obligar a todos a pertenecer a una, pintarle la palabra ESTADO en la puerta y hacer que se levanten las manos para ver quién es el «jefe» cada cierto tiempo no le da superpoderes, no la hace mágica, no la hace sagrada, no la convierte en un dios.

El estado es una simple organización limitada, con alcance limitado, con posibilidades limitadas. Así lo entendieron los clásicos, por eso le dieron funciones muy específicas: proveer seguridad física y jurídica. Como tenía además el monopolio de la fuerza y la recaudación compulsiva, se encargaron de tratar de limitarlo lo más que pudieron.

Creer que el estado puede crear bienestar de la nada, enseñarles sexualidad a los chicos, dar casas, controlar cuánta gente y de qué edad se embaraza, cuántos gorriones tiene que haber en la plaza y de qué color es el cielo, es una simple creencia cuasi religiosa, pura macumba que, probablemente, ni los hombres de las cavernas se creerían.

Una salada en 4 ruedas

Muchachos, nunca nos la hicieron tan, pero tan fácil. Lo que están haciendo las líneas de transporte en capital algunos lo podrían llamar como «hacerle el juego a los liberales-libertarios».

Los carteles de las «viudas de la regulación del transporte automotor» les sacó la careta. Les sacó la careta a los seudo-empresarios-corporativistas-prebendarios, y le sacó la máscara a las regulaciones.

Las líneas de colectivo contra los usuarios.

Nos cansamos de señalar que la creación de monopolios sólo puede darse por medio de la violencia estatal. Y aquí lo tenemos a las claras, ¡¡empresarios defendiendo regulaciones!!. Cuando siempre nos señalan que la falta de regulación beneficia a las empresas, y nosotros argumentamos que son barreras de entrada para poder brindar un mejor servicio y bajar los precios, nos acusan de ponernos del lado de los empresarios. Y aquí los tienen. Los empresarios prebendarios que viven de subsidios dicen que «desregulación» es MALA PALABRA.

Cada impuesto, cada regulación, cada subsidio es un paso más hacia el monopolio y un servicio deficiente. Lo lógico sería que si todos «sufrieran»  las regulaciones, lo que deberían estar pidiendo los empresarios del sector sería una desregulación completa, para dar ingreso a nuevas -y mejores- inversiones y que la base de un buen servicio sea la competencia. Pero no las sufren. ¡Las usufructúan! Y nunca estuvo tan claro como en el caso de la línea 194 -y podría decirse también de la famosa Feria La Salada-.Las regulaciones, los impuestos, los subsidios son los instrumentos estatales que usan los que no quieren competencia, ni libre comercio. El estado, lejos de protegernos es el instrumento primordial anti-libre mercado en favor del «capitalismo de amigos» que nos hartamos de denunciar.

Y para colmo, como toda acción y prohibición del estado, dicen que lo hacen por tu propio bien. O sea, el empresario dice que quiere que haya menos competencia por el bien de los pasajeros -los consumidores-. Como decía mi colega y amigo Al Verdi hace unos días:

No se entiende si el servicio que brindan [la línea 194] es tan malo, si no cumple los requisitos mínimos para circular como indican tanto las empresas competidoras como el secretario de transporte, ¿por qué tanto alboroto por una nueva línea tan berreta?

Festejemos, porque para defender a los pasajeros, los empresarios del transporte generarán el día de mañana un muy irónico caos vehicular en el microcentro porteño.

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