El adoctrinamiento de La Cámpora, y de todos los demás.

El espacio principal de la tapa del domingo de La Nación  está dedicado a un tema que fue comentado por varios medios durante la semana. Se trata de los programas de la Subsecretaría para la Reforma Institucional y Fortalecimiento de la Democracia que están siendo implementados por integrantes de la agrupación kirchnerista «La Cámpora», y cuyo contenido está basado en la novela gráfica «El Eternauta» de Hector Oesterheld y Francisco Solano Lopez.

Según la propia agrupación los talleres consisten en lo siguiente:

Luego, se reunieron en 3 grupos de talleres con tres compañeros moderadores para comenzar con la actividad participativa de discusión y debate sobre las distintas situaciones e incógnitas que deberían resolver para tomar la decisión acertada. La discusión fue enriquecedora, ya que los chicos supieron entender que su participación en la toma de decisiones del grupo era necesaria e importante para poder resolver los problemas y afrontar las adversidades, priorizando el bienestar del conjunto.

Para finalizar, realizaron la puesta en común amalgamando el aprendizaje del texto disparador con la necesidad de comprender y valorar al sistema democrático cómo ámbito de desarrollo para la persona humana. Poniendo énfasis no solo en la importancia de la democracia en tanto y en cuanto modelo para la toma de decisiones, sino también para lograr el máximo bienestar y la prosperidad de un conjunto de personas vinculados por la pertenencia a un mismo territorio, a una misma cultura, a una misma escuela, también reflexionaron sobre los valores intrínsecos de la democracia como forma de vida en común y el ejercicio pleno de libertades y derechos. Así, trayendo a colación momentos de nuestra historia nacional, debatieron sobre el derecho a la libre expresión, a la salud, a la educación y a la vivienda, la inclusión social e igualdad ante la ley, sobre el valor de preservar las instituciones y la importancia de tener soberanía política para poder tomar nosotros mismos nuestras propias decisiones en función del bienestar general.

La descripción que hacen los integrantes de La Cámpora en su blog no parece ser algo que pueda a llegar a despertar críticas entre la llamada oposición. Las notas de nacionalismo, xenofobia y colectivismo, son un factor común en casi todos los partidos políticos. Estos talleres, que se vienen realizando desde el año 2011, y que ahora desembarcaron en la Ciudad de Buenos Aires, tienen una característica especial que comenta Laura Serra en su artículo del día domingo en el diario La Nación:

 Los integrantes de la agrupación juvenil kirchnerista concurren con sus banderas y símbolos partidarios a las escuelas para coordinar los talleres. En esos encuentros se invita a los alumnos a debatir y a tomar decisiones sobre asuntos públicos desde la lógica de un juego, cuyo personaje central es el héroe de la historieta El Eternauta, creada por Héctor Oesterheld y Francisco Solano López. El Eternauta es el ícono que identifica a los militantes de La Cámpora, que reemplazaron el rostro original por el de Néstor Kirchner.

Esto fue lo que realmente movió el avispero. La utilización de símbolos partidarios en una actividad supuestamente neutral. La aparición la agrupación kirchnerista con banderas y símbolos partidarios es, en opinión de muchos, lo que separa a la enseñanza del adoctrinamiento.

Si bien el tema tomó cierta relevancia en los medios, entre los políticos las respuestas fueron diversas. Hermes Binner, ex-candidato a presidencial por el Frente Amplio Progresista, una especie de kirchnerismo paralelo que se dice «opositor», celebró esta situación  al considerar positivo que «los jóvenes de la secundaria tienen cada vez más participación en política».

El apoyo de Binner a este programa llevado adelante por La Cámpora no es de sorprender, sus ideas son afines a las del kirchnerismo, y en lo único que varían es en la forma de presentarlo. Más allá de su apoyo, el santafesino confunde la participación de los jóvenes en la política, que no es algo ni bueno ni malo per se, con la utilización de los jóvenes en la política, un rasgo característico en los regímenes fascistas donde los ejemplos abundan. El caso paradigmatico, aunque más extremo que el actual proyecto de la agrupación liderada por Máximo Kirchner, es el de las Juventudes Hitlerianas, sin uniforme y con un enfoque más intelectual que militar, tienen objetivos similares. Aquellos tenían como misión «entrenar a futuros ciudadanos del Reich y soldados que sirvieran fielmente a la Alemania nacional-socialista cuando fueran adultos», los locales buscan solidificar el relato e impulsar futuros jóvenes K. La tradición de las Juventudes Hitlerianas, la Organización de la Juventud Nacional de Grecia, el Frente de Juventudes español, la Opera Nazionale  Balilla italiana, se repite en La Cámpora, y podría agravarse si se consolida la idea del diputado Dante Gullo de crear un Ministerio de la Juventud, algo que hasta el momento solo tiene carácter de Dirección, dependiente del Ministerio de Desarrollo Social.

Desde otro lado, la diputada Patricia Bullrich, señaló que los talleres, en realidad, se tratan de «espacios de adoctrinamiento kirchnerista» y en consecuencia intentará citar al Ministro de Educación, Alberto Sileoni, para que responda algunas preguntas en el Congreso, referidas a este programa.

Bullrich está  mejor orientada que su colega opositor Hermes Binner, sin embargo el árbol le tapa al bosque. Cuando los integrantes de La Cámpora dejan las aulas y vuelven a sus puestos en la ANSES, Aerolíneas Argentinas, YPF, y el resto de las oficinas que ocupan en el leviatán argentino, el adoctrinamiento en las escuelas sigue, y a la diputada de Unión por Todos parece importarle poco el tema.

El adoctrinamiento diario en las escuelas está a cargo de una organización mucho más poderosa que La Cámpora, con un presupuesto más importante, y sin embargo no llama la atención como cuando se delega esta tarea en una agrupación determinada. El Ministerio de Educación fija los contenidos que deben estudiar los millones de alumnos en el sistema educativo, y no sólo eso, desde allí aprueban o rechazan metodologías de enseñanza más modernas que la actual cuyo origen encontramos en la Prusia de Federico El Grande.

Es positivo que la sociedad empiece a cuestionar las prácticas despreciables en los colegios, donde el adoctrinamiento es tan alevoso que no se puede negar bajo ningún concepto (excepto el caso de los idiotas útiles como Binner). No obstante, la posibilidad de extinguir este tipo de prácticas está lejos, muy lejos. Hasta que no se hagan análisis más profundos sobre las causas de los problemas, y se los ataque de raíz.

Si como decía Mises, el intervencionismo genera más intervencionismo, en el caso de la educación, el adoctrinamiento legal genera más adoctrinamiento.

ACTUALIZACION: Martin Krause realizó el año pasado un lucido análisis sobre «El Eternauta», acá. Recomiendo su lectura.