Represalias

Escasas horas después de que se anunciara la intervención y futura expropiación de YPF, comenzaron a surgir noticias referidas a las represalias que tomarán el gobierno de España, la Unión Europea, y algunos de sus ciudadanos. Estas van desde dejar de comprar productos argentinos, o poner barreras arancelarias extra, hasta prohibir la entrada de personas argentinas en locales españoles.

Nacionalismo / Xenofobia

Cartel "Queda prohibida la entrada a argentinos"

En sintonía con los liberales de España, desde este blog repudiamos el atropello a la propiedad privada y a los contratos, y ahora también debemos repudiar estas represalias, por dos motivos:

1 – El estado español, a través de estas prohibiciones o impuestos, está perjudicando a productores y trabajadores argentinos que tranquilamente pueden estar en contra de la expropiación de YPF.
2 – Como consecuencia de esto, los ciudadanos españoles tendrán que pagar estos mismos productos más caros (ya sea por el porcentaje extra de los impuestos, o por el natural aumento de los precios al disminuir la oferta si se impide la entrada de los bienes). Cereza sobre el postre: Cristina Kirchner admite que el proteccionismo perjudica a los consumidores. 

Este tipo de represalias son las mismas que proponía Guillermo Moreno queriendo prohibir la importación de productos ingleses, al negarse el gobierno británico a tener el debate por la soberanía de las Islas Malvinas, y tienen el mismo calibre de idiotez: al inglés promedio no le importa o no tiene opinión formada acerca de de quién deberían ser las islas.

Al englobar a toda una población dentro de la bolsa “Argentina” o “España”, los individuos se pierden en la multitud y se generan este tipo de situaciones. El historiador Parker T. Moon, ya en 1930, destacó muy acertadamente el uso falaz de un sustantivo colectivo como «nación»:

Cuando utilizamos la palabra «Francia», pensamos en esta nación como una unidad, una entidad. Al decir: «Francia envió sus tropas para conquistar a Túnez», no sólo conferimos unidad sino también personalidad a un país. Las mismas palabras ocultan los hechos y hacen de las relaciones internacionales un drama fascinante en el cual se personaliza a las naciones como actores y se olvida con demasiada facilidad a los hombres y mujeres de carne y hueso que son los verdaderos actores. […]
Si no tuviésemos una palabra como «Francia» […] entonces podríamos describir la expedición a Túnez con mayor precisión; por ejemplo: «Unos pocos de esos 38 millones de personas enviaron a otras 30 mil a conquistar Túnez». Esta manera de describir la realidad sugiere inmediatamente una cuestión, o, mejor dicho, una serie de cuestiones. ¿Quiénes son esos «unos pocos»? ¿Por qué enviaron a los 30 mil a Túnez? ¿Y por qué éstos obedecieron? Los imperios no son construidos por «naciones» sino por hombres. El problema que enfrentamos consiste en descubrir en cada nación a los hombres, a las minorías activas que están directamente interesadas en el imperialismo y luego analizar las razones por las cuales las mayorías pagan el costo y luchan en la guerra que necesita la expansión imperialista.

(Parker, Thomas Moon. Imperialismo y política mundial. Nueva York, Macmillan, 1930, p. 58)