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Protecciones

Sin ningún problema, desde su iPhone, diseñado en Cupertino, Californa, el vicepresidente, Amado Boudou, defendió el otro día por Twitter la política de autarquía al estilo Corea del Norte que se está llevando adelante en este país, a través de este tweet:

La política de proteccionismo es un hecho en Argentina, y se ve reflejada en precios, góndolas y ganancias de los empresarios. A diferencia de lo que ha explicado la teoría económica de los últimos 250 años, a partir de la Ley de Asociación de Ricardo, para el gobierno de Cristina Férnandez, y sus fieles esbirros de la talla de Giorgi, Moreno y el propio Boudou, apelar a la teoría mercantilista que predominó entre los siglos XVI y XVIII en Europa es el camino a seguir.

No podemos negar que el proteccionismo protege, sin embargo, lo que protege estás políticas arbitrarias son cosas muy diferente a lo que vociferan con palabras presuntuosas desde palcos los «defensores del proyecto nacional y popular», mientras los periodistas oyen atentamente sin preocuparse de que no pueden, nunca, realizar alguna pregunta.

El proteccionismo, en primer lugar, protege a algunos empresarios de la competencia extranjera. Al prohibir que se importen productos del exterior el ámbito donde tiene que competir un empresario pasa de ser mundial, a ser limitado solamente a un sector del globo, la República Argentina, un territorio demarcado arbitrariamente, como cualquier país del mundo. De esta forma, al haber menos competencia, se producen dos efectos positivos para estos empresarios que no dudan en defender las políticas proteccionistas: puede elevar los precios, porque no tienen competencia, y al mismo tiempo elevan sus márgenes de ganancias. El proteccionismo es una redistribución de la riqueza desde los sectores productivos y competitivos hacia los sectores parasitarios. 

Cuando se implementan políticas proteccionistas, surgen empresas que de tener que competir en un mercado libre no podrían existir, ya sea por una cuestión de costos, de tecnología disponible, know-how, o lo que sea. Cuando se abre una empresa, ésta demanda mano de obra, además de otros factores de producción, como bienes de capital.  Pero ¿es positivo esto? El trabajador que fue contratado por esa empresa, contestaría que si. Sin embargo, salvo para esos nuevos empleados, y para el empresario que ahora tiene una fuente de generación de ingresos a costa de que sus consumidores se ven privados de acceder a la competencia, esta nueva empresa es perjudicial. Es perjudicial porque ocupa factores escasos, como son los trabajadores y los bienes de capital, y los destina a una actividad que no produce riqueza, más bien les genera un perjuicio.

Como vimos hasta ahora, el proteccionismo ofrece mayores precios para los consumidores, mayores márgenes de ganancias para algunos empresarios y además desperdicia recursos escasos que podrían ser destinados a otras actividades productivas. Pero hay mas.

También hay empresarios que se ven perjudicados por el proteccionismo imperante, son aquellos que dependen de algún insumo proveniente del extranjero, así se ven frustradas oportunidades de abrir nuevos emprendimientos, o de continuar emprendimientos ya existentes. ¿De dónde salen aquellos puestos de trabajo que «genera» el proteccionismo? Acá ya podemos contar algunos.

Finalmente, no podemos dejar de mencionar al hombre olvidado, aquel que debe pagar más por productos que, en un mercado libre, pagaría menos. Ese hombre, o mujer, está obligado a destinar una mayor parte de sus ingresos en menos productos, y en consecuencia, su nivel de vida baja, pudiendo acceder a un menor número de facilidades. Mucho peor es para aquellos que se encuentran en los márgenes, y que los incrementos de precios no solamente significa consumir menos de otras cosas, si no, dejar de consumir.

Los argumentos a favor del proteccionismo suelen ser básicos y emocionales, pero carentes de cualquier lógica económica, de ser tan beneficiosa la aplicación de este tipo de políticas, cada provincia, municipio, barrio, manzana, cuadra o familia,  debería adoptar el proteccionismo, y de esta manera, asegurar los puestos de trabajo, y la superioridad de la industria provincial/municipal/barrial/manzanal/cuadral/familiar, según sea el caso.