Cuatro mitos acerca del comercio internacional

‎»No necesitas un tratado para tener libre comercio.» Murray Rothbard

Las exportaciones deben superar las importaciones

Importar más de lo que uno exporta es la situación ideal para cualquier país. Así como poder consumir sin trabajar es la situación ideal para cualquier persona. Pero la realidad, es que para poder importar, primero es necesario exportar. Si en un país las importaciones exceden las exportaciones, esa diferencia está siendo ajustada por los ingresos de capital, ya sea por inversiones extranjeras, royalties, etc. En definitiva, el objetivo de nuestras ventas son nuestras compras, y no acumular divisas, jactándose de objetivos netamente mercantilistas que ya han sido dejados de lado por todo el mundo en el s. XVIII. Es importante destacar que esta situación de equilibrio se da en un mercado que no es intervenido por el gobierno, ni con la implementación de políticas arancelarias, ni con la manipulación del tipo de cambio, o mediante subsidios proteccionistas.

 

El proteccionismo promueve el empleo.

Es verdad que una política de barreras a la importación generará empleos en un determinado sector, donde antes se importaba. Lo que no se tiene en cuenta es que muchas otras oportunidades de empleo, que ahora no existen, se crearían en este país si la gente pudiera comprar productos importados y gastar el dinero que antes gastaban en las barreras arancelarias (a través de la compra de productos beneficiados por estas) de otra manera. Se generaría mas empleo en otro sector que tiene una demanda real, se generarían nuevas industrias al haber mas dinero disponible para el consumo, y el capital dilapidado en industrias protegidas podría ser utilizado en proyectos verdaderamente rentables.

Las protecciones arancelarias logran industrializar la economía.

La teoría de que una política contraria a favorecer el librecomercio protege “industrias incipientes” es uno de los principales caballitos de batalla de inescrupulosos “empresarios” que pretenden enriquecerse a costa del resto de la sociedad. Dejando de lado el hecho de que una vez establecidos los aranceles estos suelen tornarse eternos y que por lo general este tipo de industrias no se desarrolla, el efecto que genera es más bien que el “empresario” se termine enfocando en como perpetuar sus privilegios, antes que pensar como satisfacer las nuevas demandas de sus consumidores. De esta manera obliga al resto de la comunidad a destinar más recursos a ese “producto protegido” dejando de consumir en otros sectores, o sin poder acceder a dicho producto, de esta manera condenando al grueso de la sociedad a disminuir su nivel de vida.

Proteccionismo regionalizado

Reciprocidad

Muchos adversarios del libre comercio aluden a la falta de reciprocidad en las apertura del comercio para no emprender un camino hacia la libre circulación de bienes.

La reciprocidad es un factor fundamental para el comercio por el hecho de que para poder importar hay que primero exportar, absolutamente todo el mundo para poder comprar algo primero tienen que vender otra cosa, excepto, claro está, el gobierno.

Sabidos los beneficios del libre comercio, sería absurdo rechazarlos solo porque la otra parte no los aprovecha. Por ejemplo, si los lecheros no quieren comprar trajes a los sastres, mala decisión sería la de la del sastre que trate de autoabastecerse de leche o se abstenga de consumirla por la falta de reciprocidad. Si el lechero le vende al panadero, y con este intercambio puede comprar al lechero, el sastre saldrá ganando y solo perderían los lecheros que decidieran fabricarse sus propios trajes.