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El problema es el sistema [y la forma de difundir las ideas]

Esta es mi visión sobre una cuestión elemental a la hora de avanzar las ideas de la libertad: la difusión. Sin una buena estrategia de difusión se carece de cualquier tipo de llegada a aquellos que no conocen la filosofía de la libertad o que tienen una imagen torcida del liberalismo.

Las oportunidades que existen para liberales y libertarios en tener un espacio para dar a conocer sus ideas son relativamente escasas. A diferencia de los estatistas, socialistas, planificadores centrales, redistribuidores, corporativistas, y demás que gozan de la posibilidad de, cuando quieren, obtener una entrevista en un diario o en la TV, la posibilidad de escribir una editorial o de ser llamado; por una radio, los liberales carecemos de todos esos espacios, por distintos motivos que no vamos a analizar ahora.

Teniendo en cuenta esta realidad, es importante que cuando se presenta la oportunidad de expresar en que consisten la filosofía de la libertad se aproveche al máximo ese tiempo. Ya sea en un escenario con 50.000 personas, o en un grupo de Facebook, en una entrevista en un diario de gran tirada, o en un blog personal, es fundamental optimizar ese tiempo disponible e ir a los fundamentos del liberalismo libertario. Esto es, dejar de lado por un momento la coyuntura, y señalar, a partir de casos concreto si se quiere, como se viola el principio de no agresión, como el intervencionismo nunca termina en la primer intervención, como un estado intervencionista se convierte en un estado autoritario, como los derechos individuales y la «libertad económica» no puede ser separadas en dos categorías distintas, y un largo etc. Temas medulares a la hora de desarrollar los pilares de una sociedad libre.

Si hay algo que diferencia a los liberales y libertarios de la mayoría de los que apoyan otras ideas políticas es que los primeros suelen tener una amplia base de conocimientos sobre distintos aspectos, que les permiten analizar los problemas y las situaciones que se dan a diario , a través de un análisis diferente a los que hacen el resto. Este análisis involucra identificar las alteraciones y distorsiones que provoca el estado con su intervención, en los diferentes contextos. Por eso mismo, la mejor estrategia para poder avanzar con las ideas de la libertad es poner a disposición de los demás las herramientas necesarias para llegar a ese razonamiento. Apelar al humor barato, insultos, rumores que carecen de asidero, y otras herramientas de baja estofa, son las que los liberales deberían evitar.

Por otra parte, el resto de los que suelen involucrarse en la arena política no suelen discutir idea alguna, predominan en sus discursos expresiones de deseo, o los fines que quieren alcanzar, pero en el camino, ignoran los medios a ser utilizados, y con ello las leyes que domina el campo de la acción humana. En su mundo un decreto, una ley, o una resolución ministerial, resuelve el hambre, la inseguridad y la pobreza. Son los slogans, las descalificaciones y la falta de teoría alguna la que predomina en esos discrusos.

Por todo esto, los liberales debemos marcar aún más la diferencia, y aprovechar todos esos conocimientos en distintas áreas para distinguirnos de los vendedores de ilusiones y promotores de un falso bienestar. Centrarse en los principios de una sociedad libre, en como estos son moral y utilitariamente superiores a los principios que rigen una sociedad que tiene como base el uso de la coerción estatal, y de esa manera proveerle a aquellos que no las tienen, las herramientas de análisis que permiten entender como es el gobierno el obstáculo entre el individuo y el bienestar, y su plenitud, y la paz.

Otra ventaja en apelar a los fundamentos de la sociedad libre y no a realizar meras críticas coyunturales que se disipan con la renuncia del político criticado, o con la corrección temporal de X política, es dejar en claro que el problema no recae sobre el gobernante de turno o los legisladores que están en la cámara al momento de votar. El liberalismo es una filosofía política que rechaza el status quo, que propone un cambio radical en las instituciones, en la manera de vivir en sociedad. El liberalismo no propone un cambio de nombres, lo que propone en es un cambio de paradigma.

A la hora de defender las ideas de la libertad, debemos hacer foco en cuestiones abstractas, no personalizar los ataques a la instituciones que oprimen al individuo, no identificar al estado policial con una persona, sino con un mecanismo, con un actuar. De esta manera, la persona que está del otro lado comenzará a realizar asociaciones entre conceptos y acciones introduciendo en su capacidad de análisis los conceptos que sostienen a una sociedad libre.

Cuando las críticas se asocian a un gobierno determinado, pierden fuerza, se difuminan con el gobierno o con la persona, cuando alguien puede aprehender y comprender los conceptos fundamentales de una sociedad libre, la semilla está plantada, y se inicia un camino que solamente esa persona podrá recorrer a la velocidad que quiera, asumiendo todos las responsabilidades y las consecuencias que implica convertirse en un defensor de las ideas de la libertad. Que aunque se trate de una ardua tarea, puedo asegurar que uno se va a dormir con la satisfacción de saber que no se equivocó.

Anexo: agrego un pequeño ejemplo de lo que viví hoy mientras esperaba subir a un ascensor y escuchaba la conversación de dos personas al lado mío:

– Viste que van a sacar los subsidios.

– Si, me parece muy bien. Ellos, además se subsidiaban a ellos mismos, fijate si no con los casinos…

Queda claro que la persona sabía que había algo mal con los subsidios, pero no llego al fondo de la cuestión. No puedo exigirle a esa persona que no es liberal ni seguramente leyó sobre política, economía, etc. que conozca la razón de fondo por lo que los subsidios están mal, pero si los liberales incurrimos en ese tipo de argumentos, volviendo a la introducción del artículo, estamos perdiendo espacios para expresar, difundir  y avanzar las ideas de la libertad.