Des-educación

Ayer estaba, como buen gorila golpista y oligarca que soy, leyendo una nota en La Nación y me encontré con el siguiente comentario de una lectora:

 No creo en ninguno de esos proyectos, lo mejor es permitir el ingreso de empresas extranjeras, impuestos mas altos para las mineras y juego; gas, luz, agua, al precio que corresponde para que las empresas mejoren la calidad de los servicios mediante inversiones que entre otras cosas crearian puestos de trabajo, terminar con los subsidios y si realmente esa gente necesita trabajo y no lo consigue, pues que el estado los contrate para pintar hospitales y escuelas,mucamas de hospitales y escuelas, etc., las casas que se construyan por el estado o los municipios tambien requieren de mano de obra, que se les puede otorgar mediante contratos a esos señores que hoy solo cobran por no trabajar, indec con indices de verdad, menos gasto publico, tipo de cambio real, dar trabajo mediante la forestacion de muchos lugares del pais, construir rutas , o sea no subsidiar lo que se debe hacer es dar trabajo, en el interin aprenden a trabajar y en 1 o 2 años seran ciudadanos dignos, en un pais mejor.

Esta persona tiene muy buenas intenciones, como puede verse:

Que todo el mundo tenga trabajo.

Que no se entreguen subsidios a cambio de nada.

Que la gente tenga cultura del trabajo y valore los frutos del mismo.

Pero también es una evidencia de ciertas falencias muy grandes del sistema educativo argentino (compulsivo, obligatorio y manejado desde el Ministerio de la Verdad, o Ministerio de Educación).

Analizo a continuación lo que considero que nadie de, digamos, 18 años debería desconocer:

“lo mejor es permitir el ingreso de empresas extranjeras”: Primero que nada, no está prohibido el ingreso de empresas extranjeras. La pregunta para hacerse es por qué no se radican en el país. Una empresa se hace con el fin de ganar plata. Una empresa se radicará dentro de las fronteras de un país cuando esto le permita maximizar ganancias, ya sea mediante el ensamblado de sus productos o la provisión de servicios a menor costo, el ingreso y venta de productos ensamblados en otro lado, la creación de nuevos productos para ese mercado, etc.

Cuando un país tiene una alta inflación, un marco jurídico inestable y cambiante, reglas arbitrarias para el intercambio de bienes y servicios a través de las fronteras, altos impuestos y persecución fiscal, mercados cambiarios intervenidos, leyes que “protegen” por demás a los posibles empleados (que en definitiva los perjudican), gremios que aprietan, entre otros, es muy difícil sino imposible calcular el Retorno de Inversión y el Flujo de Fondos, las herramientas fundamentales a la hora de emprender.

No es que no se permita legalmente el ingreso de empresas extranjeras, sino que el medio ambiente en el que tienen que introducirse es altamente hostil, así que es preferible ahorrarse el esfuerzo. Por cierto, esa hostilidad es relativamente mayor a la hora de hacer pequeños emprendimientos, porque la espalda financiera es mucho menor.

“gas, luz, agua, al precio que corresponde para que las empresas mejoren la calidad de los servicios mediante inversiones que entre otras cosas crearian puestos de trabajo”: ¿Qué significa el precio “que corresponde”? ¿Existe algo como un “precio justo”? El único precio justo es el que acuerdan las partes voluntariamente. Dado que luz, gas y agua tienen tarifas definidas por el estado y congeladas, no solo es imposible realizar inversiones, sino que envían mensajes erróneos a los consumidores, que van a poner cuatro aires acondicionados cuando no los necesitan, usarán el horno de calefacción en verano y abrirán la ducha dos horas antes de entrar, generando faltantes.

De la misma forma, se llama desde las secretarías a las industrias para que gasten menos energía o que, incluso, envíen energía a la red con sus generadores.

Si la gente después de haber estudiado doce años no entiende que un precio es simplemente información que nos dice qué producir y cuánto y piensa que pueden ser definidos desde una oficina del estado, estamos en el horno.

“terminar con los subsidios y si realmente esa gente necesita trabajo y no lo consigue, pues que el estado los contrate para pintar hospitales y escuelas,mucamas de hospitales y escuelas,”: Terminar con los subsidios personales, perfecto. Ahora, creer que el estado puede generar empleo es otro error tremendo, que está muy calado en la cultura argentina. Los “puestos de trabajo” son medios, no fines en sí mismos. Como diría Benegas Lynch “Si vamos en un barco y encallamos en una isla desierta, nos vamos a dar cuenta de que no existe ni una fuente de trabajo, pero no nos alcanzan las horas del día para todo lo que tenemos que hacer para sobrevivir.”

Los “empleos” se crearon cuando, hace ya mucho tiempo, un tipo que hacía, por ejemplo, buenas hachas, vió que le era mejor hacer más hachas y no cultivar sus alimentos, y después intercambiar con otros a los que les convenía más plantar, por ejemplo, más tomates y cambiarlos por buenas hachas. Así el primer tipo hizo una forja y se dedicó a eso, contrató al cuñado, al yerno y a varios más para que lo ayuden, a cambio de tener tomates y otros bienes.

Se comete el error de presuponer un mundo perfecto, donde todo el mundo tiene que tener un “puesto de trabajo”, en lo posible cerca de la casa y de por vida, donde el empleador le entregue un montón de beneficios, cuando la realidad es la inversa. Se vive en un mundo con recursos escasos y los puestos de trabajo son una consecuencia de haber abandonado una vida de auto subsistencia y de que las personas guarden una parte de lo que producen y lo arriesguen a fin de obtener más en el futuro.

De nada sirve que el estado mande gente a pintar un hospital o a ser mucamas. Esto no está generando ningún tipo de riqueza, está destruyendo la misma por partida doble: por un lado, el estado le está afanando a alguien la guita que podría invertir en algún emprendimiento. Por otro, está sacando del mercado a una persona que podría ser productiva por cuenta propia o trabajando para otro.

El estado no puede crear riqueza, pero puede dejar de destruirla: bajar los requerimientos y dejar de perseguir a la gente que quiere trabajar, eliminar la relación casi “de por vida” entre empleadores y empleados, eliminar cantidad de gente que trabaja para el estado y un par de otras medidas serían suficientes para que la riqueza se dispare a las nubes. Esto también debería saberlo todo chico de 18 años y, si no, estamos en el horno.

El resto se deriva más o menos de los mismos puntos. Por eso, propongo la siguiente campaña:

Barney

Si Barney se hace austríaco ¿Podrá enseñarle algo a los chicos?

“Haga patria (o mundo, para los que no creen en la patria), enséñele a un chico (y a un no tan chico también) qué es un precio y que la riqueza no puede ser creada desde el estado”.

Un trabajo de hormiga, pero que puede dar muchos frutos….en unos 20  años.