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El Periodismo Servil

En el país el estatismo avanzaba, lo que redujo las posibilidades de trabajo debido a que afectó al progreso producido hasta aquella época, al tiempo que agrandó notablemente el aparato estatal. Se estatizaron muchos medios de comunicación, especialmente orales. Se crearon nuevas direcciones, organismos y reparticiones en la administración pública vinculadas a la información y a la transmisión de noticias. Se establecieron secretarías de información pública que comenzaron a entrometerse en toda la vida periodística. Por distintas vías, algunas sutiles y otras no tanto, se intentaba silenciar la prensa independiente y se amedrentaba a los periodistas que se salían del libreto gubernamental. Comenzaron las corruptelas luego convertidas en corrupciones monstruosas, algunas de las cuales se llevaban a cabo con el mayor descaro y a plena luz del día. Contó que los primeros en caer fueron los que se decían periodistas pero siempre tuvieron alma de cortesanos. Luego aquellos que tenían alguna idea más o menos vaga y ambigua de sus obligaciones pero se dejaron arrastrar por lo que sucedía en el ambiente. Por último, cayeron aquellos que tenían una clara idea de sus obligaciones pero siempre trataron de racionalizar sus «agachadas». Se aferraban a sus remuneraciones y tapaban sus conciencias con argumentos pueriles. Éstos siempre pensaron que lo que sucedía sería transitorio, que pasaría rápido, que el régimen cambiaría y volverían a ser lo que siempre consideraron que debían ser.

Trataban de no mirarse mucho al espejo. Se autoengañaban. En el fondo, sabían que sus actitudes no hacían más que echar nafta a la hoguera y que su adulonería y sus silencios cómplices no hacían más que convertir el viaje en uno que sería sin retorno. Nuestro personaje se incluyó en esta categoría. Contó cómo se dejó amedrentar por las «sugerencias» de los burócratas respecto de lo que debía y lo que no debía decir; a quién convenía consultar en el aire y a quién no convenía consultar.

Periodismo Freakazado

Periodismo Freakazado

Dijo que sabía que en todos los medios la publicidad oficial adquiría cada vez mayor peso y que esto se utilizaba como política de chantaje. En realidad, en su campo -los medios orales- no había radios y televisoras privadas propiamente dichas por más que algunas pocas se consideraban así. Esto se debía a que los supuestos titulares no podían ejercer las facultades de la propiedad cual es el uso y la disposición de lo propio. La concesión de las ondas aéreas (porque ni siquiera éstas se habían transferido al sector privado) no pertenecía al concesionario sino al patrón-estado que todo lo vigilaba. Sabía que la prensa independiente estaba asfixiada debido a que los altos aranceles a la importación de papel obligaban a adquirir este insumo vital a una empresa para-estatal. Sabía que los pocos empresarios que quedaban en aquel ambiente daban pruebas de una cobardía singular al seguir las pautas establecidas por la publicidad oficial la cual restaba apoyo a aquellos periodistas díscolos.

Relató cómo se dejó tentar con «sobres» que recibía de empresas para que, dentro de lo permitido por el gobierno, pusiera más o menos énfasis en esto o en aquello. Nunca estuvo conforme con las actitudes serviles, sin embargo, en la práctica, renunció a lo que significa ser un periodista. Le daba asco ver a colegas temerosos que dócilmente accedían a las indicaciones de los mandones de turno. Le daba pena ver cómo muchos periodistas con condiciones se malograban por ceder ante el ímpetu del sistema, en definitiva, por no contar con las convicciones y el coraje necesarios para desempeñar tan delicada función.

Repudiaba todo esto pero él era de la misma calaña que todo aquello que despreciaba. Dijo esto expresamente. Dijo que había defraudado a su audiencia y que no merecía su confianza. Había ocultado noticias, había dicho verdades a medias y, en otros casos, también había mentido. Las pocas críticas que realizaba eran anodinas y con la intención de disimular su servilismo. Al igual que otros periodistas serviles se había impuesto una rigurosa autocensura porque conocía los límites de lo que toleraba la autoridad. Explicó que se sentía avergonzado por todo esto, que quería denunciar al sistema y denunciarse a sí mismo. Confeso que, a pesar del mal causado, sentía un enorme alivio de poderle decir esto a su público. Dijo que si alguna vez oían de él iba a ser como periodista y no como «chupamedias» de quienes estaban de turno en el poder y… En ese momento se interrumpió la audición. Le dijeron que había un corte en el suministro de energía eléctrica y que el equipo de radio no funcionaba. No pregunto nada. No necesitaba respuestas. Lentamente se levantó, caminó por el pasillo, retiró su sobretodo y se fue.