Los escombros del consumo

Una vez por semana, por lo menos, los jerarcas que integran el poder ejecutivo destacan la fiebre de consumo que se viveen Buenos Aires. El boom del consumo es mostrado como uno de los mayores logros de este gobierno.

Las causas de este boom son conocidas y difundidas por los medios, principalmente la inflación y la incertidumbre generan que la gente tengan preferencias cortoplacistas y dediquen todos sus ingresos al consumo para evitar la pérdida de poder adquisitivo de sus ingresos.

Lo que se deja de lado, salvo honrosas excepciones, son las consecuencias negativas que traen estas distorsiones, no ahora, en el corto plazo, pero sí en un futuro no muy lejano, cuando esto se vuelva insostenible.  La famosa explosión  del consumo, también deja sus escombros.

Para entender de manera sencilla la gravedad de que no se ahorre, y que se destinen, por lo perversos incentivos del gobierno y de la política en general, voy a apelar a los que saben. En este caso, el Dr. Hans F. Sennholz que en su visita a BuenosAires en 1976 explicaba en pocas lineas el factor fundamental que cumple el ahorro para convertir a países pobres (todos los fueron) en países ricos, y como es el ahorro el que permite la inversión y con ésta un aumento en la productividad y la calidad de vida.  Dice el Prof. Sennholz:

Si la riqueza nacional es el resultado de la obediencia a la ley económica, la pobreza nacional debe ser la inevitable consecuencia de sus violaciones crónicas. La pobreza de los países africanos y de Améerica Latina debe ser consecuencias de ello. Una sociedad que está orientada con vistas solo al presente, que siempre consume la totalidad de sus ingresos, no procura los recursos para el crecimiento económico y el progreso futuro. Donde el gobierno consume el ahorro del pueblo para financiar programas populares e improductivos, la economía se estanca. Y una sociedad no puede salir del nivel de pobreza y hambre, cuando ella esta motivada por consideraciones de envidia y de igualdad económica, que no permiten a sus miembros superarse con sus ahorros e inversiones. En resumen, donde la envidia dicta la política, donde no se toleran inversiones millonarias, prevalece la lúgubre pobreza.