Las dos caras de la Libertad

«Libertad» es una de las palabras que mas livianamente usamos, pero que rara vez nos ponemos muy de acuerdo sobre que se trata realmente. Sus dos significados principales son: La libertad de la opresión (ausencia de coacción), y la libertad para desarrollar el potencial propio (seguridad para desenvolverse).

Veamos donde nos lleva la primer definición: Libertad es ausencia de coerción.

La coerción es la amenaza de utilizar la violencia (no solo física sino de cualquier otro tipo) con el objetivo de condicionar el comportamiento de los individuos. La amenaza o intimidación es el acto de hacer que los otros hagan lo que uno quiere a través del miedo. La violencia es un comportamiento deliberado, que provoca, o puede provocar, daños físicos o psicológicos a otros seres. La coacción se refiere a la violencia o imposición de condiciones empleadas para obligar a un sujeto a realizar u omitir una determinada conducta.

Ahora bien, veamos a donde nos lleva la segunda definición: Libertad es tener seguridades.

El término seguridad se puede referir a la ausencia de riesgo. Riesgo es la vulnerabilidad de «bienes jurídicos protegidos» ante un posible o potencial perjuicio o daño. El Bien Jurídico hace referencia a los bienes, tanto materiales como inmateriales, que son efectivamente protegidos por el Derecho, es decir, son valores legalizados: la salud, la igualdad, la educación,  la pensión, la vivienda, etc.

Estas dos acepciones, pueden tener en común los derechos individuales a la vida, a la libertad y a la propiedad. Pero la gran diferencia es que en el primer caso estos derechos no deben ser vulnerados, y en el segundo caso estos derechos deben ser provistos por alguien mas.

La primer libertad implica que nadie debe proveer nada, sino que es un simple reconocimiento de las libertades naturales de los cuales los individuos son titulares previamente a la existencia de los estados, porque son simples manifestaciones de la propiedad que uno mismo tiene sobre su propia persona. No existe violencia implícita en la definición, sino el derecho de cada uno a defenderla como mejor le parezca. Para poder hacerlo para todos, el estado debería codificar leyes sin desarraigarse nunca de marco teórico, hacerlo con previsibilidad, y en base a la igualdad de todos frente a esas reglas.

Argentinos disfrutando de su Libertad

Argentinos disfrutando de su Libertad. Los agentes del estado controlando para que ninguno se escape, por su propio bien.

La segunda libertad, por el contrario, implica que alguien debe proveerla. Si alguien debe proveerla significa que no es un derecho natural propio del individuo, sino que es el estado el que lo crea. El estado no solo despoja a las personas de la titularidad de los derechos, sino que los subordina a su propia existencia. Y no solo eso. Para proveer, por ejemplo, los derechos a la educación,  la pensión, y a la vivienda,  necesariamente debe vulnerar la propiedad de los demás coercitivamente para poder hacerlo; ya  que el estado no tiene otros bienes que las propiedades con las que disponía originalmente cuando se conformo, o los que son extraídos de la población por medio de la violencia.

De este modo, basándonos en esa segunda libertad sin un principio pacifico, llegamos naturalmente a nuestra realidad actual, en la cual 1 de cada 2 pesos que la gente gana en sus actividades productivas es robado por el estado con su trama indescifrable de impuestos y tasas por todo concepto, para que los que no producen y ostentan privilegios políticos de toda índole que dan por tierra con toda igualdad ante la ley posible, vivan a costa de los demás.

Es hora de sincerarse y de preguntarse si llegar a fines pacíficos por medios violentos es una alternativa valida. Si lo es, somos partidarios de la violencia, y creemos en el estado. Si no lo es, somos partidarios de la paz, y creemos en la gente.