Cinismo fiscal

Imaginen esta situación: están sentados en un bar, con su celular apoyado sobre la mesa, pasa una persona y sigilosamente  les arrebata el celular. Afortunadamente una cuadra mas adelante un hombre que vió lo que sucedía detuvo al malhechor y le dicen enfurecidos  ¿por qué te robaste el celular? La respuesta del ladrón fue la siguiente: «En primer lugar no se lo robé, fue un hurto . Además usted dijo un momento antes que le preocupaba sus gastos de celular y el tiempo que pasaba hablando.»

Además de chorro, un cínico.

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La AFIP hizo lo mismo el viernes en una contestación a un interesante artículo publicado por el suplemento iEco del diario Clarín. El artículo, sobre la carga impositiva y como el fisco se lleva la mitad de tu sueldo, dice lo siguiente:

47% del sueldo se va en impuestos. Sí, leyó bien: 47%. La cuenta es sencilla y la hizo el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF). Una empresa le paga $4.500 a un empleado en relación de dependencia, que recibe apenas $3.000 en mano después de descontar aportes patronales y personales. Del sueldo todavía hay que descontar el IVA y otros impuestos nacionales, provinciales y municipales. En promedio, le queda al trabajador apenas $2.400 de los $4.500 que desembolsó la empresa.

El empleado en relación de dependencia dedica entonces casi la mitad de su trabajo a sostener al Estado. Es un avance respecto de los esclavos que construyeron las pirámides de Egipto para la gloria de sus faraones, pero es una carga pesadísima. ¿A quién no le gustaría ganar más plata o pasar más tiempo con su familia o amigos? ¿Qué obtenemos a cambio de aportar la mitad de nuestro trabajo?

Al dia siguiente de publicado este esclarecedor artículo, el Director General de Recursos de la AFIP publica una respuesta en el mismo suplemento, no es de extrañar que uno de los cabecillas de una organización dedicada al robo institucionalizado no le moleste mentir, engañar y reírse de sus víctimas.

Dice Sanchez, el Director mencionado:

En primer lugar es para destacar que es falso el cálculo efectuado, toda vez que el trabajador no soporta “aportes patronales”, dado que sólo se le practica la retención de aportes personales con destino al Sistema Unico de Seguridad Social, por el equivalente al 17% de su remuneración imponible.

Es decir, solamente una parte de sus aportes a la seguridad social se lo sacan  al empleado una vez que recibió el sueldo, la otra parte se la sacan antes de recibirlo.

Sigue Sanchez:

Además los aportes personales no son propiamente un impuesto. El Sistema Único de Seguridad Social, se financia tanto con impuestos como con aportes y contribuciones de los trabajadores y sus empleadores y gracias a ello, se brinda una amplia cobertura a las distintas contingencias por las que puede atravesar una persona. Dichas coberturas alcanzan a las contingencias de vejez, invalidez y muerte, salud, cargas de familia, de desempleo de enfermedades y accidentes laborales, de vida, a través del Seguro de Vida Obligatorio.

Esto es lo que decía antes. Que te saquen un 17% de tu sueldo y lo asignen a un destino que vos no elegiste, no es un impuesto para Sanchez. De hecho, los llama aportes y contribuciones, será el nombre técnico, pero para todos los demás se trata de un impuesto. Finalmente, menciona servicios que nadie optó por contratar, e incluso, si los llegara a necesitar dudo que sea fácil lograr conseguirlos (por más que uno haya pagado obligado) y que sea el tipo de servicio que cada uno hubiese elegido uno de no estar obligado.

Al respecto de las tasas, o sea del pago obligatorio pero por el cual uno obtiene un servicio, dice:

Respecto de la tributación municipal (las tasas por alumbrado, barrido y limpieza) hay que tener presente que el nivel de imposición está en relación con el valor de su propiedad.

Poco se entiende en que beneficia a la AFIP explicar que uno no paga los servicios por el tipo de servicio que recibe, si no que los hace de acuerdo al valor de su propiedad. Imaginen si uno para comprar un chicle o ir al psicólogo le cobraran de acuerdo a su propiedad y no de acuerdo al servicio ofrecido. Sólo la AFIP puede hacer eso, porque el único lenguaje que conoce es el de la coerción.

Ya lo saben

Para la frutilla del postre, cierra Sanchez:

Por último y sin perjuicio de recordar que el cumplimiento de sus obligaciones por parte de los habitantes de la Nación constituye la piedra angular del concepto de ciudadanía fiscal y que resulta el costo mínimo de vivir en una sociedad organizada, no pueden soslayarse los beneficios directos e indirectos que percibe el trabajador, tanto por las coberturas ya mencionadas, cuanto por las ventajas económicas (principalmente financieras) de operar en el sector formal de la economía.

En el cierre Sanchez da en el blanco. La AFIP, la servidumbre del «contribuyente» y la persecución fiscal es el costo mínimo de vivir en una sociedad organizada, pero con un tipo de organización particular, una organización donde uno solo tiene el poder de robarle al resto, tiene el derecho a obtener el fruto del trabajo de los demás, y de tener que pagar un canón para poder trabajar con cierta libertad. Una sociedad organizada por una mafia, donde además tienen el monopolio de ser la mafia.

Para Lysasnder Spooner el gobierno tenía una conducta mas cobarde y vergonzosa que el ladrón de calle, escribe Spooner en su famoso texto No Treason:

El ladrón asume la responsabilidad, el peligro y el crimen que entraña su propio acto. No reivindica ningún derecho legítimo sobre el dinero ajeno ni alega que tiene la intención de utilizarlo para el beneficio de otro. No pretende ser otra cosa que un ladrón. Su desvergüenza no llega a tanto como para afirmar que es meramente un «protector «, y que toma el dinero de los demás contra la voluntad de estos sólo para «proteger»  a los necios viajeros que se sienten perfectamente capaces de defenderse por si mismos o no valoran su peculiar sistema de protección. Es un hombre demasiado sensible como para considera así su profesión. Además, cuando se ha apoderado del dinero del otro , lo deja ir, tal como éste deseaba que lo hiciera. No persiste en perseguirlo contra su voluntad, pretendiendo ser su legítimo «soberano», sobre la base de la «protección» que le brinda. No continúa «protegiéndolo», ordenándole que se incline ante él y le sirva; demandándole que haga una cosa prohibiéndole que haga otra; robándole dinero una y otra vez, con frecuencia que le plazca, y calificándolo de rebelde, traidor y enemigo de su país y matándolo sin piedad, si discute su autoridad o resiste sus órdenes.  Es demasiado gentil como para cometer semejantes imposturas, afrentas y villanías. En resumen, se limta a robar, y no intenta convertirlo en su víctima o en su esclavo