AFIP sin límites

Que la Administración Federal de Ingresos Públicos, la agencia recaudadora de impuestos ahora devenida en policía política,  no respeta ninguna de las garantías constitucionales, ni los derechos que reconoce la Constitución Nacional, no es ninguna novedad para nadie que sea habitual lector nuestro, sin embargo lo que puede llegar a sorprender es que la propia AFIP en un comunicado oficial reconociera esta actitud que mantiene frente a los límites al poder que le impone la Constitución. Así fue, la AFIP afirmó en un comunicado de prensa blanqueando ante la sociedad que no encuentra limitación alguna en ninguna norma legal, incluida la Constitución Nacional. Al mismo tiempo, reconoció que el único límite que tiene para adentrarse en la vida de la gente es el grado del avance tecnológico  de vigiliancia, para mantener bajo su control las actividades de los ciudadanos:

La medida se enmarca dentro de los tres pilares en los que se apoya la nueva estrategia de fiscalización de la AFIP: la utilización al máximo de la tecnología disponible, la explotación centralizada de la información y los controles tanto “ex-ante” como en línea de las operaciones.

Comando General de la AFIP

La impunidad que existe entre los funcionarios del gobierno actual es de tal magnitud que no dudan en reconocer que no hay limites. Esta no es la primera vez que sucede, en su momento el predecesor de Axel Kiciloff y actual diputado de la nación, Roberto Feletti, sostuvo que «ganada la batalla cultural contra los medios, y con un posible triunfo electoral en ciernes, no tenés límites», otro más que no tenía vergüenza en admitir su desprecio por la Constitución.

Esto no es una novedad, la sola idea de que exista un «proyecto nacional y popular» en contraposición al nombre que suelen recibir las presidencias, que es el de «Administración», deja establecido que se apartan sin problemas del proyecto constitucional, para adoptar uno propio que no comprende de límites. El triunfo de las facciones, diría James Madison. Al mismo tiempo hay que hacer una aclaración, esto no es exclusividad de este gobierno, más bien es una patología crónica de cada uno de lo gobiernos que hubo en el país, desde tiempos inmemoriales.

Como hasta los que ostentan el poder lo admiten, la Constitución Nacional es letra muerta. Peor aún, los jueces encargados de testear la constitucionalidad de las leyes, en la mayoría de los casos, abandonaron ese objetivo en un contexto donde una decisión contraria a la voluntad del poder ejecutivo puede repercutir en su carrera judicial. La cantidad de denuncias acumuladas para ser resueltas en el Consejo de la Magistratura ponen a los jueces al vilo de la destitución, así perdiendo cualquier tipo de independencia cuando tienen que entender en las causas que les importan a sus verdugos. Además de estos mecanismos, el gobierno ha reforzado su dominio sobre el Poder Judicial, a través de determinados jueces adictos. El primer ejemplo de esto es el juez federal Norberto Oyarbide, en cuyo juzgado recaen, como si fuese automático, todas las causas sensibles al gobierno nacional.

La manera en la que se ha promovido la negación de los límites que impone la Constitución nos lleva a pensar si realmente vale la pena darle relevancia a la Constitución vigente, y gastar valiosos recursos en este asunto.

Para algunos estas conductas pueden ser indicios de que con una Constitución que avale claramente sus acciones, se radicalizaría el estado policial y planificador de la economía,  y acciones hoy inconstitucionales podrían ser legitimadas por una modificación del texto. Otra lectura de la misma situación puede llevarnos a la conclusión que la importancia del contenido de una Constitución es menor del que se cree, ya que en la práctica en ningún período de la historia la Constitución funcionó como limitación a los poderes del estado, y desde cada gobierno se instrumentaron diversas  maniobras para sobrepasar los frenos y contrapesos. Darle un supuesto carácter de «temporal» al impuesto al cheque, o el impuesto a las ganancias, la delegación de poderes y las leyes de emergencia económica, son algunos de los ejemplos de los recovecos legales que encontraron para violar la Constitución. Ni hablar de las otras medidas que alevosamente, y bajo ningún disfraz, ignoran el coto al poder que supone la ley suprema.

Mientras en la AFIP sueñan con utilizar el poder máximo que les permita rastrear e investigar a cada ciudadano como si fuesen los directores de The Truman Show, los políticos oficialistas buscan allanarle el camino a la nueva policía política disfrazada de agencia recaudadora de impuestos, para que sin freno alguno, puedan decir claramente, y avalados por la ley, «vamos por todo».

El dilema está planteado, la inevitabilidad del crecimiento del estado parece un hecho, y la futilidad de las constituciones parece otra realidad. Solo resta por decidir, si conviene luchar para defender un librito que ha sido ignorado durante 159 años, o si es preferible exponer las conductas inmorales del estado y esperar a que la gente se canse de ser parte del rebaño, y no solo diga basta, sino que haga algo para detenerlos.

Se nos vienen encima

Hace unos días preguntaba dónde vamos a poner el límite. Se ve que en ningún lado.

Mientras los patrimonios de la gente que vive de la política se sigue engrosando a costa del fruto de nuestro trabajo, mientras los empresarios amigos del poder facturan tranquilos al amparo de las protecciones y las exenciones, la AFIP prepara un megaoperativo para amedrentar y saquear a 13200 monotributistas.

Acordate que dentro de estos 13200 monotributistas no hay una horda de delincuentes sanguinarios; pensá que podría ser tu peluquero, el almacenero de la esquina, la librería del barrio, la heladería que te hace el delivery, el pibe que te arregla la computadora o el contador que te asesora de vez en cuando.

Y mientras arruinan la vida y el medio de vida de tanta gente, Aerolíneas Argentinas sigue perdiendo plata, regalan «créditos» para comprar chucherías (autos nuevos, LCD 40»,…) con la plata de gente que muy probablemente nunca pueda adquirirlas, regalan decodificadores de TV digital para ver 4 canales que se terminan vendiendo a 700$ en mercadolibre, la SIDE sigue pinchando teléfonos y usando gastos reservados.

¿Dónde vamos a poner el límite?

¿Cuál es el límite que vamos a poner a la voracidad estatal? Pensalo bien: se meten en todos lados, en todos los aspectos de tu vida. Nunca fijamos el límite, pocas veces decimos basta. Nadie dice nunca «hasta acá llegaste».

Luchemos para que la foto nunca se convierta en una realidad.

Stasi siglo XXI

Un amigo de la casa nos envió su aporte al blog, sin lugar a dudas merecedor de post propio. Gracias!

Según la nota del diario Clarín del 08/06/10 a Partir del Lunes 14 de Junio de este año, los ciudadanos podrán “denunciar” a otros vecinos que cometan infracciones de transito.
Desde ya, esto demuestra una total incompetencia por parte del Gobierno Porteño, en cuanto a hacer cumplir las normas de transito, desligándose de dicha tarea (y bien que parte de los impuestos que pagamos van destinados a dichas tareas), sino también, que pretende convertir, a cada ciudadano, en una especie de “soplón” gratuito (no realmente gratuito, ya que siempre hay que pagar), al mejor estilo de la extinta Alemania del Este.
No hay que olvidar, que en dicho país, por ejemplo, se utilizaba a los taxistas, como miembros de la policía secreta (STASSI) , quienes debían delatar ante las autoridades a aquellas personas que eran disidentes del sistema político imperante.

A 21 años de la caída del Muro de Berlin, cuando muchos creímos que se había acabado, en pleno año 2010 a mas de 15.000 km de distancia, se esta queriendo aplicar la misma metodología.

Así como, lentamente, nos estamos acostumbrando a la perdida de nuestras libertades, tal como sucede en el caso de la Rana en la Olla con Agua, hoy sera la denuncia a vecinos infractores. ¿Y mañana….? ¿Cuánto faltara, para que los mismos vecinos, por cualquier motivo, inventen “causas” para denunciar a alguien?
¿Cuánto falta para que se termine denunciando por disentir con el Gobierno?

El Gran Hermano te vigila …

¿Se habrá imaginado George Orwell que su novela 1984, concebida a modo de advertencia, sería utilizada en su lugar como un manual de instrucciones por tanta gente?

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