Contradicciones

Amigo de mis viejos, peronista de toda la vida, y ahora kirchnerista. A favor del régimen. Sin embargo, la última que hizo fue ir a Paraguay y comprar en Ciudad del Este infinidad de repuestos y chucherías para celulares, y meterlos de contrabando en el país, para que su negocio siga funcionando.

Papá de un amigo, Kirchnerista a viva voz. Se va de vacaciones con la flia. a Nueva York, tarjeteando a más no poder, para poder pagar con dólares al cambio oficial.

Amiga, anti-K. Putea porque paga casi 1.000 pesos de impuesto a las ganancias trabajando en relación de dependencia. Cuando le digo que el PL propone eliminar el impuesto a las ganancias (que hasta la reforma del 94 era inconstitucional), dice que no lo quiere eliminar, sólo quiere que levanten el mínimo imponible. Claro, para no ser ella quien lo paga.

Otra amiga anti-K: está de acuerdo con que los boliches no puedan vender alcohol después de las 5 de la mañana y cierren a las 6 por ley, así la gente tiene esa horita para ponerse sobria y a- no hagan quilombo sonoro que molesta a los vecinos, b-estén en condiciones de manejar de vuelta a su casa. Fin de semana siguiente: se vuelve a su casa manejando borracha.

La ley esta bien para todos, menos para mí.

Primer amiga anti-K, de vuelta: está de acuerdo con que por ley no se pueda fumar en bares y boliches. Sin embargo, no tiene problemas en fumar en cierto boliche que frecuentamos, en el que evidentemente tienen coimeado a algún inspector, porque fuma todo el mundo (salvo los no-fumadores como yo, que vamos igual porque tiene onda).

Misma amiga (no es que la tenga de punto, es que tengo muy fresca una charla): está totalmente en contra de que se legalicen las drogas, pero cada tanto se fuma un porro.

 

Hay veces que pienso que el mundo no tiene solución.

¿No deberíamos ser coherentes con las ideas que pregonamos? Creo que es el único camino hacia una sociedad virtuosa.

Los invito a compartir más contradicciones que los toquen de cerca; hoy estoy con ánimos masoquistas.

Lenguaje

Dicen los expertos que las palabras que tenemos en nuestro vocabulario condicionan cómo pensamos. Así, una persona más culta será capaz de pensamientos más profundos que una persona que no lee, y mucho más capaz que, por ejemplo, un cartonero, que supuestamente maneja un vocabulario de 200 palabras.

Los distintos idomas, entonces, pueden hacer que pensemos distinto respecto de ciertos temas:

Otros dicen que el lenguaje es sabio, y las palabras ocultan su real significado. Por ejemplo, «casamiento = en casa, miento» o «el verano sirve para eso: para ver anos».

La palabra impuesto es mucho más acertada que su equivalente inglés tax, porque es justamente algo que está impuesto.

En cambio, taxpayer («pagador de impuestos») funciona mejor que contribuyente, porque esta última nos puede dar la impresión de que la gente los paga voluntariamente.

Ahora, si bien desde este blog promovemos la libertad y no nos gusta obligar a la gente a hacer cosas, hay una palabra que debería ser cambiada: gobierno. Hablar de «gobernante» nos pone inmediatamente en la posición de súbditos. El presidente no es el soberano; no tiene ningún derecho sobre los ciudadanos. No puede suprimir sus libertades ni violar sus derechos individuales. Es mucho mejor que empecemos a utilizar la palabra administración, porque al fin y al cabo el presidente y su gabinete son empleados de la gente, designados para administrar temporalmente lo público.

Si el administrador de nuestro edificio nos dice que a partir de ahora no se pueden tomar bebidas alcohólicas en nuestros respectivos departamentos, le vamos a decir que claramente el que no debería tomar alcohol es él, porque está borracho al intentar decirnos qué podemos hacer con nuestro propio cuerpo en nuestra propiedad (si no estamos violando derechos de terceros, claro). O, si nos dice que las expensas van a aumentar 100% durante un año, pero que a cambio a todos nos van a instalar un equipo de aire acondicionado (y, probablemente, un amigo del administrador obtendrá la licitación, o él o ella se quedarán una «comisión» por haber conseguido el laburito), le vamos a decir muy cordialmente que NOSOTROS decidimos si queremos o no un split, y pondremos el modelo que se nos antoje, cuando se nos antoje.

Por eso es tan importante lograr que el poder de la administración pública esté como máximo en el tamaño de un municipio: si el administrador se excede, allí estará la turba iracunda para hacerle entender que está equivocado, y propondrá un nuevo intendente.

La sociedad de consumo

En la cabeza de la mayoría de la gente está la idea de que el capitalismo es el responsable de haber creado una sociedad consumista. Esto no es cierto, por varios motivos. El primero, como ya dijimos en este artículo, es que no vivimos en un sistema capitalista. Estamos en un sistema corporativista. El capitalismo todo lo que dice es que los medios de producción deben estar en manos de individuos o sociedades privadas, que son libres para relacionarse entre sí sin coerción.

¿Qué es lo que hace, entonces, que las personas se vuelquen a la compra compulsiva de bienes materiales (muchas veces intrascendentes y/o innecesarios) como respuesta a la búsqueda de la felicidad?

 

1. La inflación: el sistema monetario actual, con bancos centrales, reserva fraccionaria, y billetes respaldados por aire, tiene a la inflación como componente inherente. El dinero se crea respaldado por deuda, con lo cual para pagar esa deuda + interés se debe imprimir más dinero ad infinitum. A mayor dinero en circulación, cae su poder adquisitivo (más información acá), con lo cual, estamos incentivados a gastar en vez de ahorrar, ya que mes a mes nuestro dinero vale menos. 

2. El monopolio estatal de la recolección de basura: como ya expuso un miembro del PL en este artículo, el sistema actual de recolección y disposición de residuos tiene totalmente desligadas las acciones de los usuarios de sus consecuencias: al estar financiado compulsivamente mediante impuestos parejos para todos,

no hay un incentivo económico para generar menos desechos. El ciudadano que recicla, reutiliza o es más ecológico a la hora de elegir el packaging de los productos que consume, paga el mismo importe que el que produce basura indiscriminadamente.”

Así, no estamos incentivados a comprar bienes que duren o que realmente nos sean de utilidad, ya que no pagamos el real costo de su disposición final si es que se rompe o simplemente ya no nos interesa.

3. El sistema educativo: la educación estatal (tanto de gestión pública como privada) que rige en la mayoría de los países tiene su origen en el sistema prusiano de mediados del siglo XIX, que tenía como objetivo producir trabajadores industriales y soldados. No es de sorprender, entonces, que seamos tan susceptibles a la publicidad: se nos enseña a no cuestionar a la autoridad, a aprender de memoria y por repetición, y a que el conocimiento se transmite desde arriba en vez de construirse desde el alumno. Bombardeo constante + falta de pensamiento crítico = vámonos de shopping. También se nos enseña que hay una sola respuesta correcta y nos acostumbran a usar uniforme, con lo cual queremos hacer lo que hace todo el mundo: los demás tienen cosas, nosotros tenemos que tenerlas.

4. Los impuestos: los impuestos a la vivienda, a las tierras o al patrimonio nos obligan a mantenernos en el loop trabajo-gasto, para que evitar que en el correr de unos pocos años el Estado nos secuestre y remate la propiedad para saldar nuestras deudas con el fisco. Una vida autosuficiente es imposible, ya que tenemos que producir un extra para alimentar al Leviatán.

(Para los interesados en la autosuficiencia, recomiendo esta película, que explora viviendas muy cómodas, tecnológicas y autosuficientes a nivel calefacción, agua, electricidad, y prácticamente comida).

 

Es de esperarse que, sin la coerción estatal, una sociedad libre tenga entre sus filas a consumidores más críticos, responsables, prudentes, y —sobre todo— felices.

 

(en boca de góndola)

Cabezas en oferta

Monopolio de la Bondad

¿En qué momento ocurrió en este país que solo el gobierno, tiene el monopolio de la bondad? ¿Desde cuándo no ser oficialista es tener una maldad intrínseca?

Impera en «el relato» y en el discurso reinante esta afirmación que nadie parece estar cuestionando, de que tan solo con agregar el adjetivo «social» a toda palabra que utilizan (responsabilidad social, justicia social, inclusión social) se declaran los únicos y verdaderos defensores de los intereses del pueblo.

El debate de ideas y político será en vano, hasta que primero podamos recuperar para nosotros mismos la defensa de el bien común, y del bienestar para la mayor cantidad de personas posibles.

Que no estemos de acuerdo en las formas de lograrlo, no implica que no tengamos objetivos igual de nobles (asumiendo que todos quienes se adjudican esta bondad realmente tuvieran esas intenciones, cosa que dudo, pero en la cual no voy a ahondar hoy). No permitamos que se adjudiquen para sí el monopolio de la bondad, tienen suficientes monopolios ya.

Cedemos

La última novedad proveniente la legislatura de la Provincia de Buenos Aires es  proyecto de ley que en obliga a los countries a ceder el 10% de sus tierras o compensar económicamente al estado provincial en reemplazo de la cesión de tierras estipulada. Más claro lo explican acá:

La propuesta contempla que los barrios cerrados, countries, cementerios privados y emprendimientos de grandes superficies comerciales (superiores a 5000 metros cuadrados) deberán ceder un 10% de sus terrenos -o el equivalente de esa superficie en pesos- en favor de los municipios, que deberán destinarlos a la construcción de viviendas sociales.

También incluye nuevas exigencias para countries y barrios cerrados: por ejemplo,incrementará la presión fiscal sobre terrenos baldíos inutilizados. Estos impuestos se destinarán a construir urbanizaciones sociales desarrolladas por los municipios.

El plan prevé, también, el cobro de una plusvalía cuando se modifiquen los usos urbanísticos. Por ejemplo, un lote situado en zona rural que cambie su estatus a zona residencial tendrá que pagar fuertes impuestos a los municipios.

Iba a hacer un comentario al respecto, pero uno de los promotores de la iniciativa me ganó de mano:

«Puede sonar comunista. Pero sólo estamos modernizando una ley de 1977, votada (sic) durante la última dictadura», informó Gustavo Aguilera, administrador general del Instituto de la Vivienda, tal como publica el diario La Nación.

El razonamiento de Aguilera para llegar a la conclusión de que este proyecto no es comunista, es el siguiente: la última dictadura era neoliberal [1] que impuso el mercado libre y se opuso a la intervención gubernamental, el decreto original que proponía algo similar a esta propuesta fue promulgada durante la última dictadura, en consecuencia:  la ley está mas cerca de ser neoiberal por ende favorable a un mercado libre de intervención gubernamental.

Aguilera debería chequear sus premisas.

Respecto del proyecto en si, una nueva iniciativa donde el gobierno impone el cumplimiento de los compromisos que asume sobre los demás. Expropiando tierras, o exigiendo una extorsión para evitarlo, no resolverá el problema habitacional, han tenido dinero de sobra para hacerlo, y no lo han hecho. Además es inconcebible que la solución sea mediante el atropello a los derechos de los demás.

El problema habitacional se resuelve  con un sistema bancario donde la gente confíe sus ahorros (y un sistema donde la moneda no pierda valor por la voracidad gubernamental), desmantelando un el estado de bienestar malestar que desincentiva el ahorro, y respetando el cumplimiento de los contratos. Mientras tanto predominará la ley de la selva, y la guerra de pobres contra pobres promovida desde todos los sectores políticos.

[1] Sobre el neoliberalismo: acáacá.

No nos gobiernan angeles

Un problema que afecta tanto a liberales como a los que no lo son, es la tendencia a idealizar el Estado y abstraerse del funcionamiento real del aparato estatal.  Haciendo a un lado las valoraciones morales sobre la manera en la que funciona el gobierno, los planes diseñados por burócratas, académicos, planificadores, legisladores, etc.  para ser implementados por el gobierno parecen dejar de lado un importante detalle: los que lo tienen que implementar no son infalibles,  más bien todo lo contrario.

Existen vastas cantidades de ejemplos donde queda en evidencia este razonamiento que lleva a ilusionarse sobre nuevos planes y programas gubernamentales que al final terminan fracasando,  o por lo menos, no cubren las expectativas.

Algunos ya se dieron cuenta.

Uno de los casos mas evidentes es el de la guerra contra las drogas. Aquellos defensores de una política anti-drogas proponen nuevos planes, mayor financiamiento y cambios de estrategias a la hora de combatir el consumo y comercio de determinadas drogas. A la hora de debatir con ellos, esgrimen argumentos tales como la «legalización haría que todo el mundo consumiese droga» o «la falta de financiamiento y entrenamiento a la policía hace que fallen los programas anti-drogas.» Este tipo de afirmaciones demuestra una abstracción del mundo real a la hora de debatir, en sus cabezas el plan anti-drogas funciona a la perfección, pero luego en la vida real vemos como a pesar de las políticas prohibicionistas, el consumo de drogas aumenta y todo el que quiere acceder a ellas puede hacerlo en la esquina más cercana. Por otra parte, un mayor financiamiento policial no va a lograr desmantelar las redes de narcotrafico, protegidas por el poder políticos, si no que seguirá creándo problemas a personas que antes no los tenían, y que por consumir recreativamente ciertas sustancias en el mejor de los casos se lo obliga a realizar un tratamiento contra una enfermedad que no tiene, o en el peor de los casos termina preso con verdaderos delincuentes y viven una experiencia que termina afectando severamente la vida de una persona normal que sólo quería divertirse, distraerse, o pasarla bien un rato sin hacerle daño a nadie.

Lo mismo  puede decirse con muchos otros temas, veamos por ejemplo el caso de la nueva ley de medios. Uno de las

Gobierno grande, problemas grandes.

artículos, el 47 más específicamente, dice que «la autoridad de aplicación deberá elevar un informe al Poder Ejecutivo nacional y a la Comisión Bicameral, en forma bianual, analizando la adecuación de las reglas sobre multiplicidad de licencias y no concurrencia con el objeto de optimizar el uso del espectro por la aplicación de nuevas tecnologías.» Muchos defienden este artículo ya que  permite una actualización periódica del estado de las licencias con el objetivo de adecuarlas a los avances tencologicos, eso desde la visión angelical del Estado. Una visión más realista (por lo que la experiencia nos dice) indica que deberíamos dudar a la hora de  cederle tanto poder a los gobiernos, porque aún si simpatizamos con el actual gobierno y creemos que hará un uso correcto de dichas facultades, ¿que sucede acerca de los próximos gobiernos que podemos no estar de acuerdo? Servirle en bandeja la facultad de revisar cada dos años las licencias, bajo la excusa de hacer ajustes tecnológicos, a un gobierno de tinte autoritario que puede utilizar ese artículo para restringir la libertad de expresión es peligroso, probablemente lo hagan de todas maneras, pero legalizar ese mecanismo, en muchos de los casos,  termina ocultando lo nefasto del acto.

El tercer ejemplo se dio en este blog hace algunos días. La propuesta del impuesto negativo a la renta como medio de reemplazar todo la estructura del asistencialismo. Una idea que parece tentadora para aquellos que quieren disminuir la burocracia del estado implementando un leve cambio al esquema de distribución forzada de la riqueza (también conocida como redistribución) para unificar todos los subsidios bajo el nombre de impuesto negativo a la renta. Algunas de las ventajas que ofrecen, según sus defensores, son: eliminar mafias e intermediarios (punteros), reducir el tamaño de los beneficiados haciendo mas transparentes los criterios de otorgamiento del subsidio, etc. Una vez más, se idealiza al estado, creyendo que el plan que defendemos, funcionará de manera diferente al resto de los planes, su crecimiento estará mejor controlado, y los funcionarios dejarán de ser corruptos, al fin y al cabo se trata de nuestro plan.

Sin embargo, una vez más la realidad dice otra cosa. Cuando se presenta un plan gubernamental que promete ser mas eficiente que los anteriores, o un nuevo impuesto, pero de carácter temporal, termina sucediendo todo lo contrario, veamos: el IVA iba a reemplazar al resto de los impuestos nacionales, el Impuesto al Cheque era de emergencia y temporal, el Futbol para Todos iba a dar ganancias, el SUBE iba a ser implementado en 90 dias. No hace falta ni mencionar como terminaron cada una de estas promesas.

Muchos defensores de nuevos programas gubernamentales olvidan un detalle no menor, el Estado es el que los implementa, y la historia mundial demuestra que lo único que se ha logrado fue un fracaso tras otro.

El mito del liberalismo dictatorial (II)

En el último post dedicado a desmitificar que la política económica implementada en Argentina a partir de 1976 y hasta 1983 fue de carácter liberal citamos un extracto escrito por Alberto Bengas Lynch (h) del año 1978 donde de manera precisa mencionaba detalladamente las medidas económicas y cómo estas eran contrarias a una economía libre.

Ahora les traigo un extracto de la edición de 1987 del recomendable libro «4000 años de controles de precios y salarios. Como no combatir la inflación» de los Prof. Schuettinger y Butler,  específicamente del anexo escrito por el Ing. Alvaro Alsogaray que hace referencia al mencionado período.

Las autoridades militares emergentes de la toma del poder, declararon de una manera muy general su intención de implantar una economía de mercado, y eligieron como Ministro de Economía a una personalidad, el Dr. Martinez de Hoz, que conforme sus antecedentes podía considerarse como representante de ese sistema.

Pero el Dr. Martinez de Hoz, que se definió a sí mismo como «pragmático», «gradualista» y no comprometido con las ideologías «manchesterianas o del laissez faire», y sí solamente con sus propias convicciones, desarrolló bajo apariencias de «economía libre», una acentuada política «dirigista», aunque de nuevo cuño. Recurrió a mas controles indirectos utilizando mecanismos del mercado, que a controles directos orientados a interferir el funcionamiento de éste. Aplicó, a partir de fines de 1978, métodos derivados del «enfoque monetario del balance de pagos», practicando un «dirigismo» sui-generis, con controles directos sobre las inversiones, el mercado de cambios y el laboral. Permitió el sobredimensionamiento del Estado y de las empresas estatales, financiándolo con endeudamiento externo. La deuda argentina pasó de 9.000 millones de dólares en marzo de 1976 a 29.000 millones de dólares al término de la gestión Martinez de Hoz, quedando pendientes en el momento de su retiro situaciones que, por efecto de arrastre, habría de elevarla considerablemente durante el período posterior. Este, que se desarrolló entre 1981 y 1983, registró una serie de improvisaciones, con recurrencia a controles directos de precios y salarios, que acentuaron el deterioro de la situación general. La guerra de Malvinas entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982, terminó por desacreditar a los gobiernos militares, allanándose así el camino para la reinstauración del orden constitucional.

El mito de la ausencia del estado

Cada preocupación de la sociedad que se convierte en el centro de la agenda política de la semana tiene un responsable. Ya sea la inflación, la desocupación, las drogadicción, la falta de viviendas, etc. el responsable es el mismo. Políticos y periodistas de todos los colores señalan al «estado ausente» como la causa de esos, y todos, los males.

La toma del Parque Indoamericano, y las sucesivas tomas en otros puntos del país se dieron debido a que el «estado estaba ausente» en materia de política habitacional, dicen los periodistas.  El problema del narcotrafico que se agrava cada vez más y más, acá y en el mundo, sigue existiendo por la «ausencia del estado», consignan los expertos. La inflación se dispara por la misma causa, y los desempleados que siguen desempleados son por la «ausencia del estado», es la creencia popular.

Estos diagnósticos, por supuesto incorrectos, nos dan un indicio de la miopía de políticos y periodistas que luego es contagiada a la sociedad en general. Es evidente que esta miopía no se debe a la ignorancia, si no a una cuestión estratégica: «si el estado estaba ausente y ocurrió X, cuando yo maneje el estado lo voy a resolver». Quiero decir, los políticos se presentan como salvadores, y creen que la política puede salvar a la gente, lo que falta, dicen, es la persona adecuada.  Sin embargo esta estrategia trajo consecuencias nefastas, porque la población en general se comenzó a creer que el estado es una especie de dios que todo lo puede, y el problema es que los políticos a cargo son ineptos, «el sistema funciona pero hay que encontrar a la persona apropiada» ,piensan .

Ahora bien, señalar la «ausencia del estado» como causa de todos los males es una postura que se basa en una mentira, no tiene ningún asidero, porque el estado está y estaba más presente que nunca, tan presente que se naturalizó esa presencia y no se lo notaba. El reclamo de siempre no es por un estado presente, es por más estado del que había antes.

Ya lo dijimos con el derrumbe de Villa Urquiza, y un análisis similar se podría hacer con todos los demás temas, como el estado está presente. Es el parte del problema y no de la solución.

La inflación es fruto de las políticas del estado de expansión monetaria, y no  la «falta de políticas anti-inflacionarias», el aumento del narcotrafico y la violencia relacionada con drogas no se debe a que el estado no las combate con la vehemencia suficiente, si no a que lo combate y logra que las mafias se hagan cargo del negocio,  el problema habitacional no se debe a que el estado no construyó suficientes casas (no debería porque hacerlo), mas bien es difícil acceder a una vivienda por que desde el estado se arrasó con la confianza en el  sistema bancario y generaron rechazo en los ahorristas, y en consecuencia en un descenso del crédito disponible, que hoy en materia hipotecaria es inexistente. El desempleo no se explica porque el estado no creó los suficientes puestos de trabajo (el estado no puede crear empleo, solo transferir recursos de un sector a otro) más bien el desempleo se debe a las leyes laborales anti-democráticas, copiadas del estado mussoliniano, y a la falta de inversión en la Argentina, producto de la presencia constante  del estado  en todos los ambitos.

En conclusión, atribuirle facultades mágicas o típicas de los dioses al estado genera dos problemas: por un lado empeora los problemas actuales que se deben a la intervención estatal, cuando se cree que el estado está ausente, por el otro una sociedad de personas pasivas, en su mayoría meros observadores, que abandonaron cualquier intento de pensar, y optaron por someterse a lo que diga uno u otro político, renunciaron a ser dueños de su vida y de su destino, de reclamar el fruto de su trabajo, su derecho a decidir que camino tomar en la vida, y optaron por entregarles su vida, su libertad y propiedad, para que intenten resolver por ellos los problemas que tienen.

El mensaje es simple:

Ante el fracaso del estado, ¿por qué no intentar con más libertad?

Ante el fracaso del estado, ¿por qué no intentar con más libertad?

El mito del liberalismo dictatorial (I)

Cada vez que se habla de economía y se menciona la palabra liberalismo en Argentina se lo suele asociar a dos períodos de la historia que distan de ser liberales. Por un lado las dos presidencias de Menem (1989-99), por el otro la dictadura militar de 1976-1983. Ambas asociaciones carecen de fundamento alguno, y se las señala como liberales aunque pocos o ningún componente de la filosofía de la libertad.

Antes que todo, aclaro que me voy a referir solamente a los aspectos económicos del liberalismo, aunque ya sostuvimos que la libertad es una sola (acá y acá), porque en cuanto a los aspectos sociales del liberalismo, tan rechazados como los económicos, pero imposible afirmar que fueron aplicados en esos períodos.

El origen de este mito se encuentra en la necesidad de los políticos de crear enemigos, y asociar los malos resultados con las ideas contrarias a las suyas, eso crea una confusión y se deslindan de cualquier responsabilidad, creando la sensación de  que ellos vienen a imponer políticas novedosas y modelos nunca antes aplicados.

Para ejemplificar esta situación voy a citar el análisis de la situación en 1978 que hace Alberto Benegas Lynch en su libro Fundamentos de Análisis   Económico sobre el estado de la economía en ese momento. Es algo largo, pero interesante, e  ideal para citar a la hora de contestar las relaciones infundadas del liberalismo económico con la dictadura.

Hoy (noviembre de 1978 lamentablemente la situación continúa difícil debido a que no se han tomado todas las medidas necesarias en el área económica […].  Se refinanció la deuda  externa y se redujeron los obstáculos a la exportación, pero, lamentablemente, se contrajeron nuevos compromisos elevándose la deuda pública externa, desde el 31 de marzo de 1976 al 31 de marzo de 1978 en un 44% en dólares. Se eliminó el control directo de cambios dejándose sin efecto la llamada paridad oficial. Sin embargo, continúa aún hoy el control indirecto de cambios a través de las operaciones del Banco Central y las protecciones arancelarias  y no arancelarias que no permiten conocer el valor real de las divisas. Se liberaron las tasas de interés, pero lamentablemente empresas estatales y la propia administración central han recurrido a la plaza financiera contribuyendo a elevar desmedidamente las tasas, obligando al sector privado a soportar injustificados pasivos financieros (dicho sea de paso, la administración central recurre a la plaza financiera para financiar su déficit, pero curiosamente esa captación de f6ndos se logra merced a la reducción en el efectivo mínimo, es decir, en nuestro sistema bancario de reserva parcial, debido a la expansión del crédito).  Se liberó la mayor parte de los precios, sin embargo continúan controlados los precios de algunos articulos de primer necesidad como la leche, el pan, y productos farmacéuticos; por otra parte, continua vigente la sovietizante ley «de abastecimiento.» Se redujeron aranceles, pero lamentablemente no de manera uniforme, lo cual crea cuellos de botella en la relació precios finales-insumos y provoca conflicto de intereses entre sectores que cuentan con distinta protección. La deuda pública interna aumentó desde diciembre de 1977 a octubre de 1978 en valores constante en un 140%. Comparando el ejercicio fiscal 1975 con el de 1978 el gasto público aumentó en un 52% en valores constantes (esto incluye una administración central, sociedades del estado, provincias, municipios, y entes binacionales.) El PBI de 1978 será un 3% inferior al de 1977.  La presión tributaria se elevó en un 53% de 1975 a 1978 (ingresos tributarios sobre PBI.) La participación del Estado en la renta nacional en el ejercicio en curso es la mas alta de la historia argentina desde que se llevan esas estadísticas (45.4%). La tasa anual de emisión monetaria en noviembre de 1977 era de 113% mientras que en el mes de octubre próximo pasado fue de 130.2% La inflación (si nos guiamos por el «indice de precios») para el año 1978 será superior a la del año pasado (estimo que llegará cerca de un 170%, mientras que en 1977 fue del 160%) […]

Se han privatizado algunas empresas del Estado, sin embargo las nuevas que se han creado y las expansiones  operadas en las que ya existían presentan un balance negativo Por último – pero no por ello menos importante – el salario real ha continuado deteriorándose durante 1978. El gobierno maneja los salarios; parece no comprender la importancia del mercado libre en este área vital y mantiene intacta la legislación fascistas y anti-obrera[…].

Segunda Parte

Re Educarnos

El otro día estaba escuchando el programa de radio «Perros de la Calle» en Radio Metro, donde estaban entrevistando en el estudio al ministro de economía Amado Boudou.

Admito que no le presté atención todo el tiempo, pero sí me llamó mucho la atención un mensaje que dejó en el contestador telefónico una oyente, que decía algo así como: «Señor ministro de economía, trabajo de …. y hace …. meses que no me aumentan el sueldo, le pido que por favor que no tarden en tomar alguna medida para aumentar los salarios». Y ese pedido quedó rebotando en mi mente hasta el día de hoy. Me quedé pensando qué triste es la educación y el mensaje que recibimos a diario, al punto que una persona llegue a pensar que su vida depende enteramente de un político, como si viviésemos (o tuviéramos que hacerlo) en una economía centralizada. Desde el colegio, y de ahí en adelante, nos comienzan a bombardear con información errónea cuando no abiertamente falaz, de modo que llegamos a nuestra adultez pensando que nuestro salario depende de una medida u orden de un ministro, y llegamos a mayores rezando porque a los gobernantes de turno se les ocurra aumentarnos la jubilación, cuando nos obligaron toda nuestra vida a entregar gran parte de nuestro trabajo que nunca nos devuelven.

Párrafo aparte merece la actitud del ministro, sosteniendo lo mal que estaba la situación de la oyente, donde por meses no le aumentaban el salario. En un país con una economía medianamente estable, no haría falta que cada determinada cantidad de meses nos aumentaran el sueldo (si no tengo en cuenta aumentos de productividad, ni horas extras o incentivos que quieran darnos nuestros empleadores), dado que los precios en dicho mercado se mantendrían estables a lo largo del tiempo. El hecho de que Boudou haya insinuado lo injusto de la situación, es un blanqueo del proceso de inestabilidad y aumento constante de precios que vivimos y que luego falsean mediante el indec y el bombardeo desde todos los medios oficiales.

El camino es largo y difícil, pero lo importante es que nos encomendemos la tarea que da título al post. Re-educarnos, y ayudar a re-educarse a los demás. A romper con las mentiras que los planes oficiales de estudio nos inculcan a lo largo de nuestra educación formal. No importa que compartas o no nuestro punto de vista, lo principal es que te des cuenta de hasta dónde llega la manipulación y poder desprenderte de ella. Cuando estés con amigos, o en familia, en el trabajo, y alguien esgrima un argumento de este estilo, demostrale lo equivocado del razonamiento. Hacele notar lo triste de la situación, de no estar en control de nuestra propia vida. Si todos hacemos un poquito diariamente en nuestro fuero íntimo, las cosas seguramente serán diferentes. Instá a los tuyos elegir entre tomar la píldora roja o la azul, y, esperemos, terminen eligiendo la roja.

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