¿Soluciones de mercado a la inseguridad?

A raíz de los hechos acontecidos durante la semana pasada que culminaron con el asesinato de una niña de  11 años de edad, alguien propuso en el muro de Facebook del Partido Liberal Libertario recurrir al mercado para ver qué ideas podrían surgir en el ámbito de intercambios libres para mejorar la situación de la inseguridad.

La propuesta generó comentarios jocosos por un lado, y la profundización de la idea por otro. Y creo preciso responder a los comentarios jocosos, de modo de presentar una solución de mercado que se dio en mi barrio con respecto a la inseguridad, sólo a modo de ejemplo de cómo la descentralización del asunto y el permitir acuerdos voluntarios, hace que la gente encuentre otras personas que están dispuestas a atacar su problema.

El comentario jocoso surgió a raíz del pedido en el sentido de «ustedes los liberales no lo admiten, pero adoran el forma religiosa al mercado, y tienen una fe irracional en él, como si fuera su dios». Vamos por partes. Primero, hay que entender a qué nos referimos con mercado los liberales. Porque generalmente los que hacen esta clase de críticas lo corporizan e incluso confunden aquella metáfora de Adam Smith de «la mano invisible» como si estuviésemos hablando de alguna clase de deidad. Nada más lejos de la realidad. Mercado no es un ente intangible, puro e inalcanzable. Mercado es sólo la palabra que usamos para referirnos a los contratos e intercambios voluntarios entre individuos libres, sin la intervención del estado en cuánto a cómo se lleva a cabo el servicio. Traduciéndolo un poco más al lenguaje del día a día, sos vos y soy yo cuando contratamos a alguien para que limpie la vidriera del negocio, o cuando contratás un empleado para manejar la caja, o cuando alguien te paga para instalarle un televisor, o para cortar el pasto del jardín. Mercado no es un ente abstracto de empresas multinacionales y capitalistas inescrupulosos que se esconden tras bambalinas manejando las guerras en el mundo. Sólo es la infinidad de contratos y acuerdos que se dan todos los días entre alguien que tiene un problema y otro que puede ofrecerle una solución a cambio. Buscar o querer una solución de mercado es nada más y nada menos que anunciar que uno está dispuesto a pagar a alguien por cierto trabajo y que alguien responda brindando dicho servicio. Si te ponés a pensar bien, casi todos los días hacés esto. Te diría todo el tiempo, cuando vas a la ferretería, a la panadería. Vivís realizando transacciones voluntarias.

Cuando alguien dice entonces que tenemos fe en el mercado, es finalmente como decir: «ustedes tienen fe en que alguien por cierta cantidad de dinero está dispuesto a brindarte una solución para tu problema». Y poniéndolo en esos términos, sí, tiene razón. No es una fe religiosa, es saber cómo funciona el mecanismo pacificador por el cual colaboramos entre sí los seres humanos sin necesidad de conocernos o sentir un aprecio especial por el otro más que saber que esa persona puede ayudarme con mi problema.

"Señora, con esos zapatos no se permite ingresar a esta panadería!"

Toda esta explicación la hice para ver que las soluciones de mercado, no siempre son soluciones como las que mucha gente sí espera del estado. Que con una medida o una serie de medidas coordinadas, se terminen los problemas de todos (y eso sí es un acto de fe). El mercado, te ofrece soluciones para problemas concretos aquí y ahora, y cuando dicho servicio no sea más un servicio util tenderá a desaparecer para que dichos recursos se utilicen en soluciones útiles. En dicho contexto es que pongo el ejemplo de mi barrio. A principios de este año, ocurrió que en un radio de 10 cuadras en menos de 2 semanas se produjeron 10 robos a mano armada en los comercios. Algunos comercios sufrieron en esas 2 semanas más de un robo, habiendo trabajado esas dos semanas para otro que venía a sacarle lo ganado por la fuerza (y no era la AFIP). La policía siempre llegaba a tomar la denuncia con el hecho consumado, el dinero perdido y el miedo instalado en el dueño y los empleados de los comercios. Con una serie de robos consecutivos, la policía que no podía ofrecer ninguna solución y sabiendo que la situación debía cambiar, los negocios tomaron el toro por las astas y buscaron una solución de mercado. Y mal no les salió porque no hubo robos a estos comercios a partir de entonces. Lo que comenzó haciendo un local de ropa de mujer atendido por señoritas, fue poner un «patovica» en la puerta del negocio. No era un patovica a la usanza de los boliches que restringen el ingreso según cómo estuvieras vestido, sino que es un tipo que está parado en la vereda durante el horario de atención, cuidando que dentro del local no esté sucediendo nada sospechoso. Casi como si fuera un portero. Los robos se terminaron para este comercio. Y entonces comenzaron a copiarlos los de la panadería, que estaban bastante aislados y lejos de las luces de las avenidas. Se acabaron los robos en la panadería.Y así fueron surgiendo los guardianes de comercio, cuidando las puertas de los locales del barrio. No era una costosa compañía de seguridad privada, no era un servicio especial de la policía, era tan solo un tipo de cara conocida, que fuera el mismo todos los días, y que diera seguridad al propietario y a los clientes habituales del lugar.

Seguramente, en el momento en que la inseguridad deje de ser un problema generalizado en la ciudad, estos guardianes deberán cambiar los servicios que brindan. Pero hoy, aquí y ahora, ofrecen en el ámbito del mercado, un servicio útil a los comerciantes, a los consumidores y en general a los vecinos de esas cuadras del barrio.

Y este es sólo un ejemplo de cómo sin mediar un ente regulador, sin una matrícula, un servicio o una educación especializada en particular, las personas encontraron una forma de colaborar para solucionar en el barrio el problema de la inseguridad. No es una solución integral, ni definitiva, y probablemente no sea la mejor. Pero es una solución que satisface las necesidades del barrio a un precio que están dispuestos a pagar. Si hurgamos un poco más, vamos a encontrar que esto pasa en absolutamente todos los servicios que podamos buscar. Así colabora la gente. Porque el mercado, somos nosotros.

Verde Oliva

Aceitunitas

Jugate un "Una Sola"

No, no me refiero a los uniformes de ese color, sino justamente a ese manjar que son las aceitunas (podría bajarme un barril entero).

Resulta que este año hubo existe un récord aceitunero en los árboles de Cuyo, del cual se perderá gran parte, debido a la falta de mano de obra para recoger las aceitunitas.

Lamentable y un gran desperdicio, ya que el aceite de oliva cotiza muy bien y es un bien que se exporta mucho y se consume poco, generando así, grandes cantidades de divisas.

Además de eso, aparentemente es una de las cosechas más fáciles y con mejores comodidades para el que las realiza: sombra, cambios de posición, etc. Y paga extremadamente bien para el rubro: un promedio de 175 pesos por día para el rendimiento normal de una persona joven.

¿Cómo puede faltar mano de obra y haber desempleo al mismo tiempo? Recordemos que no hace falta capacitación, grandes títulos ni leer y escribir para realizar un trabajo asi. Cualquier persona que no tenga un problema físico importante puede hacerlo.

La gente del rubro dice que mucha gente no quiere laburar porque pierden sus “planes sociales” y “asignación universal por hijo” o, para decir lo que son realmente: subsidios individuales y subsidios a embarazarse (y si vamos más atrás….subsidio a coger sin forro. Si, políticamente incorrectísimo).

Haciendo un par de cálculos, $175 x 22 días: $3.850. Y si se trabaja también los sábados $175 x 26 días: $4.550 por persona. Me parece un excelente sueldo en un nicho que no tiene casi costos de entrada ni requiere casi inversión por parte del trabajador.

¿Cómo puede ser que haya personas que prefieran cobrar un subsidio personal de $1.200 más, supongamos, tres subsidios al embarazo de $180? La cuenta me da $1.740.

¿Cómo puede ser que alguien prefiera $1.740 en un mes en lugar de alrededor de $4.000?

No me cerraba hasta que recordé un concepto de un libro de negocios donde decía que en realidad no importa cuánto ganás por mes o por año, sino que importa cuánto ganás por cada hora que te toma tu trabajo, porque así sos rico en tiempo que podés usar para lo que se te cante.

Volviendo a las cuentas:

Recolección de aceitunas: $175 / 8horas = 21,85 $/h

Cobrar subsidios (supongamos que ir a cobrar le tome 2 horas): $1.740 / 2 horas = 870 $/h

Al final, es mucho más rico el que cobra subsidios que el que recolecta aceitunas, ya que tiene que trabajar muy pocas horas muy poco esfuerzo (¿tomarse un bondi y hacer una fila?) para obtener un cierto ingreso. Por otro lado, juntar aceitunas, requiere trabajar todos los días 8 horitas y transpirar la camiseta, hacer esfuerzo físico, etc.

Los subsidios personales y por embarazo son injustificables para muchísima gente que los recibe. Supongamos que el estado quiere ayudar a esta gente ¿Por qué no contrata un par de micros para trasladar a los que están desocupados  a los lugares donde se requiere mano de obra? Eso sería de verdad querer ayudar. Incluso podría simplemente financiar el viaje y que las personas lo paguen una vez que cobran. Sería mucho más honrado y dignificante para todos.

Evidentemente, el estado y los que detentan el poder, no quieren ayudar a las personas. Los subsidios personales son una simple caja de clientelismo político y corrupción. Como decía García Hamilton “La dádiva humilla al que la recibe y corrompe al que la dá”.

Estado o Empresa?

En el diario Perfil de ayer, en una nota a un consumidor de cocaína lo entrevistan para conocer los detalles del manejo del negocio en la villa porteña 1-11-14,  el tipo identificado como E. hace el siguiente comentario:

E. aclara que cada vez que iba, avisaba por teléfono para que estuvieran advertidos porque “si ven a alguien que no conocen, lo matan”. “Nadie te va a venir a preguntar qué necesitás”, ironiza. Asegura que el funcionamiento dentro de la villa es como el de un Estado, en el que cada uno tiene un rol específico. “Están los que vigilan, los que conducen y los que trasladan la droga. Hay que tener muy claros los códigos. Si no, ir es como jugar a la ruleta rusa”, advierte.

Esta respuesta es un fiel reflejo del tamaño del estado el dia de hoy, la gente ya no identifica mas al actor encargado de coordinar diversos proceso para entregar un producto con una empresa, si no que lo hace con un estado.

Estas son las pequeñas señales que dan cuenta del estatismo imperante en este país.

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