¡Heil Binner!

El Socialismo se cae a pedazos de la mano de su propia inoperancia

 

Hay veces que los socialistas (en el sentido más abarcativo de la palabra, es decir, incluyendo tanto al FAP, como a kirchneristas, peronistas, comunistas.. en fin, a casi todos los partidos políticos de la Argentina), me hacen pasar momentos divertidos.

Hace un par de días, por ejemplo, circuló por la red la noticia de que habían expulsado al Partido Socialista del ex-gobernador de Santa Fe, Hermes Binner, del Foro de San Pablo (una cumbre que reúne a muchos de los partidos políticos de izquierda Latinoamericana) por sus «ideas de derecha». Vale la aclaración que en realidad no lo expulsaron sino que hubo una propuesta para apartar al Partido del Grupo de Trabajo del Foro.

Sin embargo, y como no podía ser de otra manera, al poco tiempo se pudo leer a las huestes kirchneristas aprovechar la volteada para pegarle al probable candidato presidencial, situación en la que no faltaron los «facho»s, «narco»s, «elitista»s y demás epítetos del estilo.

 

La inventiva de la militancia kircherista en acción

 

Al ver semejante despliegue dialéctico, no pude contenerme y tuve que buscar la nota para intentar entender qué podría haber hecho este personaje, conocido principalmente por su complicidad con el kirchnerismo al haberle votado a favor todas las principales leyes que éstos impulsaron, para generar semejante reacción.

Grata fue mi sorpresa al descubrir que lo que le mereció el pedido de expulsión fueron sus declaraciones en las que comentaba que él «hubiera votado por Capriles» en las últimas elecciones venezolanas y que responsabilizaba a los gobiernos «populistas» de la región por las víctimas producidas en distintos incidentes.

No es para nada mi intención defender a una persona a la cual, entre otras cosas, se la ha escuchado comentar despectivamente «con esta plata podríamos haber hecho 50 centros de salud» en medio de una apertura de sobres de licitaciones de obras de pavimentación (de una Hermes, total después vamos a atendernos a caballo). Sin embargo, nobleza obliga, hay que reconocerle el pequeño atisbo de lucidez que lo llevó a diferenciarse del resto del socialismo.

Lo que no deja de sorprender es el grado de negación de la realidad en la que viven aquellos que tildan de nazi a Binner, mientras apoyan a los gobiernos más fascistas de los últimos tiempos. ¿En qué dimensión alternativa enviar a militantes a controlar al resto de los ciudadanos es digno de una sociedad libre? ¿En qué universo paralelo hay que vivir para considerar democrático a un Presidente que propone ARMAR a un grupo de personas para que vigilen a los opositores? ¿Qué tan chico tiene que ser el termo en el que uno está metido para descalificar como «de derecha» el decir que los gobiernos que tenemos en muchos países de Latinoamérica hace más de 10 años son los responsables de los Onces, los Cromañón, las matanzas de Qoms, las inundaciones, el desabastecimiento, la pobreza y demás tragedias que ocurren cada vez con más frecuencia? Que se yo, capaz soy yo el que no entiende más nada, pero para mí esta gente está cada día más loca.

En fin, a partir de hoy, viva el Narcosocialismo! Larga vida al Dealer! Heil Binner!

Mojigatos Reguladores

municipalidad

La prostitución, “la profesión más antigua”, sigue estando en el centro de la escena política para aquellos que se atreven a hablar de los temas tabú. Que la sexualidad, el comercio y el crimen aparezcan juntos y revueltos en ámbitos donde la mayoría «no llevaría a su hijo» hacen de la prostitución un tema sensible, como para que cualquiera que lo mencione patee un viejo y poblado avispero de pacatería.

En la era de las comunicaciones cualquier político que se atreva a pisar esta “frontera moral” con discursos grandilocuentes obtiene un excelente resultado de visibilidad mediática. Y tan lamentable como cierto, es el hecho de que si bien algunos políticos suelen buscar con honestidad intelectual el bienestar de sus mandantes, la gran mayoría suele moverse en ese limbo argumental de corrección política en el que anidan muchos de los clichés tradicionalistas e irracionales. Asi las cosas, casi siempre, los problemas no solo no se resuelven con la frialdad argumental necesaria que requiere un verdadero y cálido humanismo, sino que más bien se agravan.

Hace dos días los rosarinos vivimos un ejemplo típico de los efectos perniciosos de esta forma irreflexiva de pensar. Como resultado de una ardua tarea mediática llevada adelante por una, muy suspicaz concejal del partido radical, Maria Eugenia Schmuck, la mogijatería reguladora clausuró la emblemática whiskería “La Rosa” del barrio Pichincha. Si bien ni la concejal, ni los funcionarios de la municipalidad se atreven a decirlo claramente, la campaña que guía este accionar tiene un lema tan concreto como erróneo: “Prostitución = Trata de personas”.

No se pondrá en duda aquí la extracción “progresista” de los funcionarios que ordenaron reducir a las trabajadoras a la categoría de delincuentes, alegando protegerlas de supuestos victimarios, ni tampoco dudaremos de sus, nunca bien ponderadas, excelentísimas intenciones. Todo lo que aquí deseamos hacer es mostrarle al lector que los efectos que generaron y que generarán con esta campaña serán mucho peores de lo que pretenden querer resolver.

En primer lugar, equiparar una aberración como la trata de personas con fines de explotación sexual con el ejercicio libre de una profesión como la prostitución es un error conceptual importante. No poder distinguir entre una persona adulta, que bajo el imperio de la necesidad decide ofrecer su cuerpo a cambio de dinero, de  una joven, frecuentemente menor de edad, arrancada forzosamente de su hogar, privada de su libertad, usada y descartada como un objeto carente de humanidad;  es equiparar los márgenes de bienestar de un trabajador actual de empresas como Google con los de un siervo de la gleba. Y esta distinción no es solo una cuestión de grado o de nombre. Es de una necedad manifiesta brindar idéntica solución tanto a uno como a otro problema (si que consideramos que la prostitución libre es realmente un problema). Solución que consiste frecuentemente en quitar a las mujeres de una situación de la que, en el caso de la prostitución elegida de forma voluntaria, no deseaban salir, o al menos no con los métodos policíacos con los que opera el Estado.

En segundo lugar, el prohibir el consumo de este servicio, y que de alguna manera paguen “justos” por pecadores como para eliminar la eventual posibilidad del consumo de trabajo esclavo, no solo condena a nuestros “justos”  sino que afecta principalmente a las trabajadoras sexuales que viven con un ingreso de subsistencia a quienes se las condena a comprar protección de la policía extorsionadora, o directamente al hambre sino cuentan con el coraje suficiente como para pasarse a la clandestinidad. La respuesta a este peligro por parte de los funcionarios suele ser el subsidio estatal, aunque aquí el ideal de “trabajo digno” por el que muchos abolicionistas bregan queda relegado a un segundo plano, si por dignidad entendemos no vivir de la caridad (y mucho menos de la “caridad” forzosa estatal que transfiere recursos impuestos mediante).

Como último punto y quizás el más importante de todos, ya que está estrictamente relacionado con el objetivo que los abolicionistas persiguen, tenemos el problema de la desaparición de la órbita pública de un servicio que, de no desaparecer la demanda, (y estamos hablando de la demanda de “la profesión más antigua”) no desaparecerá. La consecuencia de hacer pasar a la clandestinidad a los prostíbulos que no trabajan con trata de personas es que si estos, como muchos afirman, son “la punta del iceberg” de las redes de esclavitud, ahora los funcionarios no contarán ni siquiera con esa parte visible del problema, que se ocultará de la ley o peor aún será aliada de las rémoras corruptas del Estado, como la policía y los inspectores, que se financian de otorgar protección de la amenaza que ellos mismos generan.

Si bien, como el autor de este texto, muchos consideran que el intercambio de sexo por dinero es deleznable tenemos el deber moral de saber diferenciar entre acuerdos libres y voluntarios y esclavitud, tenemos el deber moral de escuchar a las trabajadoras sexuales que conocen mejor que nadie su situación. Incluso aunque el costo de estos señalamientos a la mojigatería reguladora sea el de quedar como los defensores de las mafias y la criminalidad. Son los efectos del autoritarismo y la violencia institucional, como la que se vivió en el allanamiento de la whiskería “La Rosa” los que generan las bandas mafiosas de policías, inspectores y tratantes de blancas trabajando en conjunto en pos de la explotación de las mujeres.

 

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Socialistas atorrantes: le metieron mano a los jubilados

Sí, leíste bien. Tenemos Caravana de los Deseos, a Fito Páez en el Monumento desafinando por dos horas… ¡Rosario es Sede del Helado Artesanal! Además, tenemos los carriles exclusivos que son una reverenda inutilidad, pero tenemos carriles exclusivos. ¡Y ni hablar de la pista de skate más grande de la Argentina que también tendremos pronto en la ciudad! Rosario tiene una GUM, que no pueden ni pedirte documentación, pero está bueno tener a hombres de uniforme caminando por Rosario, te da una cierta sensación de seguridad. Así está la ciudad: pura fachada.

Hace un par de días una noticia publicada por Rosario 3 me dejó patas para arriba. El Municipio de Rosario debe casi 250 millones de pesos al Instituto de Previsión Social local. En criollo: como no sabían de dónde sacar plata, se la afanaron a los jubilados. A mayo de 2013, la deuda se compone en tres partes. La primera, por 28 millones de pesos que corresponden al seguro mutual y al subsidio jubilatorio. La segunda parte son 29 millones de pesos correspondientes a intereses por la tasa Badlar, tras un acuerdo firmado en 2010 durante la nefasta intendencia de Miguel Lifschitz. Luego de tres años, el pago de estos intereses nunca se efectivizó. Por último, otros 189 millones están en la cuenta previsional, que es la suma de los aportes patronales y de los trabajadores. ¡Bien, Mónica Fein! ¿Eso es progesismo social? No te alcanza con esquilmar a los rosarinos con impuestos cada vez más altos y le metés mano a los jubilados. ¡Inmoral! ¡Inmoral! ¡Sin vergüenza!

Mirá, rosarino, ahí están tus impuestos. Así administra el Tesoro municipal Mónica Fein. Tan bien administró que afanó a los jubilados. ¿Y si peligra el cobro de haberes? Ahí te quiero ver… ¿Qué vas a hacer, Fein? ¿Sacar de otro lado para callar a los viejos y joder a otros?

A Fein y demás intentos de concejales: en vez de afanar a los jubilados, ¿por qué no dejan de emplear a personas en el municipio? ¿Por qué no la cortan con los aumentos de sus sueldos? ¿Por qué no le hacen sentir a los rosarinos alguna vez en la bendita vida que no pagamos los impuestos al pedo elaborando proyectos de leyes dignos, eficientes, que no entorpezcan la vida cotidiana de las personas que viven en Rosario? ¿Por qué no ponen de su bolsillo y dejan de saquear la caja de jubilados y a los rosarinos? Lo peor de todo creo que es tener que bancarte los millones de tweets de estos funcionarios anunciando incansablemente sus proto-proyectos que lo único que implican son mayores gastos para el Tesoro Municipal.

¿Y saben qué es lo peor de todo esto? ¡Nos toman de boludos! No hacen siervos de un Municipio manejado por corruptos mediante el pago de los impuestos, de parte del producto de tu trabajo. Y además estos narcosocialistas nos prometen maravillas a cambio que todavía ninguno vio. Ahora, ¿te imaginás a dónde fueron a parar esos 250 millones? ¿Habrán ido a parar a la reforma de la rambla Catalunya impulsada por Laura Weskamp? ¿Irán a parar a la puesta en marcha de lo propuesto por Roy López Molina? ¿Irán a parar a la prohibición de los VIPs en lo boliches, como quiere Diego Giuliano? ¿Estarán en el Foro Siciliano que se realizará en Rosario en los próximos meses? ¿O se utilizará para financiar la pista de skate que promete ser una de las más grandes del país que le costará a nuestros bolsillos $2.361.824 pesos?

Y, ¡oh, casualidad! Entre los ediles que mayor actividad tuvieron el año pasado en el Concejo se encuentran estos payasos. De seguir así, los invito a cada uno a dejar de sesionar por un tiempo así dejan de sumar ineficiencia, trabas y demás yerbas en la vida de los rosarinos.

¿Y qué esperabas? Si lo único que hacen los socialistas es gastar y gastar y gastar ineficientemente. Sí, Rosario se convirtió en un claro pan y circo. ¿Y a quién pensás reclamarle? ¿Al pobre ñoqui que trabaja en alguno de los Distritos de la Municipalidad de Rosario? ¿A los empleados ineficientes de las Secretarías y Subsecretarías y la mar en coche? No. Ellos son un lamentable producto de este sistema corrupto, elefantiásico, costoso, ineficiente. Reclamá a los ediles, estos esbirros cómplices del saqueo socialista al fruto del trabajo de los rosarinos, cómplices de la ineficiencia que está fundiendo a la ciudad. Reclamales, porque con tus impuestos les estás bancando el sueldo.

Y, Fein, un consejo: si querés ser realmente revolucionaria terminala con esta sarta de pavadas. Bajá la alícuota de la TGI y dejá que las personas que ustedes mismos dejaron marginadas en las afueras de Rosario y sin servicios básicos puedan vivir en la ciudad de Rosario. Si querés ser revolucionaria no robes lo ajeno. Si querés realmente ser revolucionaria no obligues a los funcionarios a morfarse un viaje en bondi los viernes -todos sabemos que es insufrible- y dejá que empresas privadas puedan ofrecer el servicio, un mejor servicio. Da lugar a la competencia. Si querés ser realmente revolucionaria cortala con avalar el aumento de sueldos de los concejales. Si querés ser realmente revolucionaria dejá de gastar tiempo en esos proto-proyectos inservibles como los carriles exclusivos, el Helado Artesanal, la Caravana de los Deseos; mirá más allá y fijate cómo Rosario está financiando a toda una Provincia. Y si querés ser aún más revolucionaria apoyá el proyecto de la autonomía municipal.

Socialistas = kirchneristas buena onda y con modales

Socialistas = kirchneristas buena onda y con modales

Cafés oficiales, cultura oficial

Una de las grandes noticias de la semana en el barrio de Pompeya fue la declaración de un bar de esa zona en la categoría de «Bar Notable de la Ciudad de Buenos Aires.»

La categoría de Bar Notable, según dice la Ley 35 de la Ciudad, se obtiene cuando la CPPCBBCNCBA (Comisión de Protección y Promoción de los Cafés, Bares, Billares y Confiterías Notables de la Ciudad de Buenos Aires) considere a un «bar, billar ó confitería relacionado con hechos ó actividades culturales de significación; aquel cuya antigüedad, diseño arquitectónico o relevancia local le otorguen un valor propio.»

Que un bar, billar o confitería sea nombrada como notable tiene efectos positivos sobre ella. Se convierte en un punto de atracción turística, se lo señaliza para destacarlo, con equipamiento urbano específico, se lo incluye en los listados y mapas de bares notables, que locales y turistas buscan visitar. En definitiva, gracias a su inclusión en la lista de bares notables una confitería aumentaría su promoción, y con ella las ventas.

 

Confitería El Molino - Abandonada desde 2007

Confitería El Molino – Abandonada desde 1997

Sin embargo, la declaracion de Bar Notable no es solo una declaración, sino que le permite al Estado, a través de la  CPPCBBCNCBA, comenzar a inmiscuirse en la forma de administrar del bar, otorgándole a dicha comisión

Ante la declaración de Bar Notable, el artículo 6 de la ley le otorga a la CPPCBBCNCBA ciertas facultades:

Artículo 6º.- Serán objetivos permanentes de la Comisión:
La elaboración y actualización de un catálogo de cafés, bares, billares y Confiterías notables en el ámbito de la ciudad y su difusión en los centros de actividad turística.

Consensuar y proponer para los bienes que se incorporen a dicho catálogo proyectos de conservación, rehabilitación o cuando correspondan restauración edilicia y mobiliaria con asesoramiento técnico especializado del G.C.B.A u otra institución.

Promover la participación de los locales catalogados en la actividad cultural y turística de la ciudad, impulsando en estos actividades artísticas acorde a sus características.

Es decir, una vez que un bar es declarado notable la CPPCBBCNCBA pasa a tener injerencia en las decisiones empresariales de los dueños de aquellos bares, y pierden el derecho a decidir, cerrar o incluso demoler el bar, si consideran que los consumidores no desean que haya más un bar allí. Este fue el caso de la confitería Richmond.

En el caso de la Richmond, al ser considerada una confitería notable, y cuya estructura, por decisión del CPPCBBCNCBA, no podía ser demolida,  ahora se encuentra en un estado de abandono, en el cuál no funciona más la confitería, y los dueños tampoco pueden llevar adelante sus planes. La situación no puede ser peor.

Los planes del gobierno para interferir o planificar en determinado sentido la vida cultural de las personas, o incluso para preservar ciertos criterios estéticos afines a quienes hoy gobiernan, representan intromisiones del estado que distorsionan la vida cultural de un toda una ciudad.

La actividad del gobierno porteño en materia de cultura ha sido muy activa. Ha estado involucrado en varios de los multitudinarios shows «gratuitos» en la Av. 9 de Julio, o en diversos parques de la ciudad. Además, se promueven concursos de bandas musicales, y la gama de eventos que auspicia tanto el gobierno local, como el nacional, es amplisima. Todo esto a costa de los pagadores de impuestos, quiénes sostienen a aquellos que fueron bendecidos por el Ministerio de Cultura. Mientras tanto, ese dinero que podría ser destinado por las personas hacia aquellas expresiones culturales con las que el Estado no comulga, son dirigdas no a los que el público elige, sino a los que tienen mejores contactos políticos.

La legislación para promover a la cultura en determinado sentido, realzando la importancia de determinados establecimientos gastronómicos, o seleccionando auspiciar ciertos eventos culturales, genera una distorsión de la escena cultural. Las cultura pasa a ser solamente la expresión de la mayoría. O mejor dicho, es elegido lo que una minoría elegida por la mayoría cree ser la expresión de la mayoría. La cultura oficial se asocia a mejores contactos políticos, y no a una mayor convocatoria o un mayor prestigio.

Al contrario de lo que debería suceder en un ámbito de libertad cultural, el Gobierno de la Ciudad, y también el el gobierno de Cristina Fernández, pretenden seleccionar expresiones culturales arbitrariamente,  forzando a los contribuyentes a financiar esos eventos.

Los defensores de las políticas culturales esgrimen dos argumentos. Por un lado, la necesidad de la protección y preservación de ciertos espacios culturales «deseables». Por otro lado, con mayor sensibilidad social, argumentan que si el Estado no subsidia y promueve actividades culturales, éstas serían menos accesibles al público en especial, en los sectores de menos recursos.

Al igual que las promesas que nunca se cumplen sobre estos planes gubernamentales, los pronósticos sobre la separación del Estado y la cultura están igual de equivocados. En primer lugar, la cultura volvería a su habitat natural, que no es aquél financiado por el estado, sino el que emerge desde lo más under, hasta que se consolida en lugares privilegiados, y se termina por popularizar.

En segundo lugar, la oferta cultural del mercado nos acerca a todos la posibilidad de escoger libremente, qué tipo de cultura queremos consumir, que  porcentaje de nuestros ingresos queremos asignarle a esos consumos, y dónde queremos hacerlo. Es decir, el mercado, a diferencia de la cultura oficial, ofrece actividades culturales de la más amplia diversidad, y para todo tipo de bolsillo.

Otro argumento contra la eliminación de cualquier tipo de régimen de promoción de actividades culturales es la idea de que sin estos subsidios, auspicios, o contrataciones por parte del gobierno, resultaría en una menor inversión cultural. La realidad es que, en el contexto que han generado el resto de las políticas del gobierno nacional, en ningún sector es atractiva la inversión, por lo cual efectivamente resultaría en menos inversión. Pero, no hay que olvidar que gran parte de la «inversión» es en realidad la financiación forzosa de todos los contribuyentes a determinados espectáculos. De está manera el gobierno decide  cuál es la mejor forma de gastar el dinero de los demás.

Como solución alternativa, de transición entre  la situación actual y una separación total de la cultura y el estado, se ha propuesto un voucher cultural. Emulando la idea de los vouchers educativos, el voucher cultural consiste en que cada argentino reciba un cheque que represente una cantidad de dinero disponible para gastar en actividades culturales.   A pesar de que pueda parecer un primer paso equilibrado, esta propuesta tiene varios problemas, el remedio termina siendo peor que la enfermedad.

La propuesta de vouchers en educación es un proceso para comenzar a descentralizar la educación, hoy totalmente centralizada desde el Ministerio de Educación, en lo relacionado a los contenidos, metodologías, precios y demás factores. A diferencia de la educación, la tendencia a la centralización de la cultura por parte del estado no ha llegado a los niveles en lo que está centralizada hoy la educación en Argentina, y en el mundo.

Aún existe una oferta cultural vibrante en la Ciudad de Buenos Aires, y la posibilidad de encontrar alternativas variadas subsiste. Implementar el sistema de vouchers implicaría una centralización de la cultura, y habilitaría al  gobierno a determinar de un modo arbitrario la designación de los espectáculos o eventos en los que podría usarse ese cheque. Y por último, sí el sistema de vouchers le asigna un presupuesto cultural a cada ciudadano, ¿por qué no dejar de cobrarle impuestos para financiar actividades culturales y dejar el dinero en manos de sus dueños legítimos?

La influencia de la política en la cultura estará siempre, la política y el estado, son parte de la realidad y esto implica que tendrán alguna influencia en la vida cultural de la ciudad, ya sea motivando o desalentando el surgimiento de expresiones culturales del momento. Pero, una cultura alrededor de puntos de partida, y de llegada, definidos por los gobiernos, deja de ser cultura y se convierte simplemente en propaganda, camuflada en algo que a lo que llamamos «cultura».

InfiniGate

Sillon presidencial

¿Hay democracia?

Sospechado de haber utilizado recursos y agencias del estado para investigar opositores y encubrir dichas investigaciones, ante la posibilidad de una condena, Richard Nixon se vió obligado a abandonar su mandato presidencial. Varios de sus funcionarios de alta jerarquía fueron declarados culpables y sirvieron tiempo en prisión.

En 1992, Collor de Mello, presidente de Brasil, renunció a su cargo, luego de que el congreso iniciara un juicio penal en su contra, con acusaciones de corrupción, sobornos y tráfico de influencias.

Andrew Breitbart publicó en 2009 una serie de videos donde Hannah Giles y James O’Keefe se hacían pasar por una prostituta y un proxeneta, buscando asesoramiento en varias oficinas de ACORN para abrir un supuesto burdel con menores de edad. Aunque las pruebas eran circunstanciales, una investigación fue abierta sobre esta asociación que asesora sobre impuestos, salud y registro de votantes. Al mismo tiempo, la mismísima administración Obama decidió cortar inmediatamente todo financiamiento a esa entidad, por más que en su momento había recibido gran apoyo de la misma.

Recientemente, y muy en sintonía con el Watergate nixoniano, el IRS (agencia de recaudación de Estados Unidos) fue descabezado, luego de haber sido acusado de manipular sus investigaciones hacia personas y organizaciones vinculadas al Partido Republicano y el Tea Party. Obama y su administración están, sin embargo, en la cuerda floja y bajo amenaza de un posible juicio político, por esto y por utilizar la Patriot Act para perseguir a periodistas de Associated Press.

En todos estos casos (y en muchos más de las democracias republicanas modernas), ante la posibilidad de un escándalo con el uso de los fondos públicos, tanto los opositores como los partidarios eligieron soltarle la mano o retirarle el cuerpo a aquellos sobre los que caían las acusaciones, intentando preservar las instituciones y la legitimidad del estado y del gobierno.

Una república e, incluso, una democracia, parten del supuesto de que existen ciertas instituciones, que son de todos, que cumplen ciertas funciones ante las que todos somos iguales, y para las que los administradores son votados cada cierto tiempo por la ciudadanía. Se presupone, asimismo, de una cierta transparencia en el manejo de los fondos, dado que son extraídos por la fuerza.

El voto y la elección de los candidatos únicamente, no es la república. No es la democracia. Votar y elegir administradores es una parte, incluso secundaria de las mismas. No existe ninguna justificación para utilizar al estado para el afano, el robo y el enriquecimiento personal. Cuando tenemos indicios y pruebas (aunque sean circunstanciales) de que se utiliza al estado para afanar ¿importa realmente elegir quién va a estar al frente del afano? ¿Importa acaso que aquel que fue elegido en cierto momento termine el mandato? ¿O importa más preservar la legitimidad de esas instituciones?

Si, como se han llenado la boca hasta el hartazgo, la democracia es algo tan bueno y tan sagrado, no debería permitirse bajo ningún concepto que Pablo Escobar y su pandilla llegaran a ejercer el poder, y lo hicieran a su total antojo. Si la democracia es algo tan bueno y tan sagrado, hay que hacer uso constante de mecanismos que permitan preservarla impoluta y diferenciarla de los que temporalmente fueron elegidos para administrar la cosa pública y abusaron de sus facultades.

No podemos hablar de democracia cuando, luego de una investigación periodística donde hay fuertes indicios de que altos funcionarios (incluyendo dos presidentes) han perpetrado, junto con sus íntimos amigos y conocidísimos socios el más grande defalco que se haya conocido en el continente, no hay ningún juez actuando de oficio para allanar todos los domicilios de los implicados.

No existe ningún tipo de democracia cuando una simple consulta de las declaraciones juradas de los funcionarios de la actual administración y sus conocidos, revelan inexplicables y millonarios patrimonios.

¿Es democracia que todos los medios que reciben “pauta oficial” se dediquen a tratar de defender a la actual administración y a hacer operaciones de prensa sobre las investigaciones y los investigadores? ¿Incluso cuando gran parte del defalco se realizó aparentemente a través de la mismísima “pauta oficial”?

Se cuestiona a los comunicadores de las investigaciones y la credibilidad de los mismos, y si están peleados o no con la administración actual. Pero las pruebas y los indicios ya estaban todos ahí. No fue Lanata el primero en hablar de las bóvedas y el robo con la obra pública. Todos los que leíamos un poquito lo sabíamos. Lo había dicho el Turco Asís en 2005. Y sobre el enriquecimiento ilícito de funcionarios y allegados, la información revelada sale toda de declaraciones juradas y del Boletín Oficial. No se está discutiendo un supuesto patrimonio (que seguramente exista), sino que se está discutiendo sobre si lo que tienen declarado es posible o no. Toda gente que trabajó siempre en la administración pública o que empezó en la administración pública hasta que, inexplicablemente, se hicieron grandes empresarios con un capital inicial imposible. Tampoco se está discutiendo si tal persona maneja dineros del narcotráfico ni de actividades ilícitas: se tiene la absoluta certeza de que a licitaciones por obra pública se presentaban tres empresas del mismo dueño, que era amigo íntimo del presidente de turno (declarado por él mismo). Eso es un clarísimo tráfico de influencias y malversación de fondos públicos.

Si tenían bóvedas con efectivo o si manejaban el cash en bolsos y aviones, si se compraban casas y autos de lujo, o si hacían fiestas descoque, son meros detalles. Solamente por lo que ya está en los papeles habrían caído las administraciones de Nixon, De Mello u Obama.

Cualquiera que afirme que es todo una opereta de Magnetto, o que los que miran a Lanata están llenos de odio, o que no importa por “los logros del Modelo”, es alguien que no entiende la democracia, o no le interesa en lo más mínimo.

La única actitud moralmente correcta ante indicios como los presentados (testimonios, fotos, papeles, declaraciones juradas) es pedir que se aclare el asunto.

Los medios todos, deberían investigar el asunto para llegar a la verdad.

Los jueces y fiscales deberían estar peleándose por ver quién se queda con un caso tan importante en sus manos, y solicitar allanamientos de más o menos medio país, si tenemos en cuenta la cantidad de propiedades que compraron.

Los diputados de todos los colores políticos, dado que son los representantes de la gente de cada provincia, deberían estar exigiendo a gritos el Juicio Político de la señora presidente Cristina Fernández, así como de todos los funcionarios sospechados, dadas las irregularidades de sus declaraciones juradas como su cercanía a la pasada administración y a los otros implicados. Si de preservar la democracia se trata, las instituciones deben prevalecer antes que las personas y los mandatos. Bajo ningún concepto puede continuar una administración con tremendas sospechas, que en anteriores oportunidades se cargó a su propio Procurador Nacional para poder encubrir al vicepresidente.

Y bueno, las personas de a pié, más allá de que les guste Clarín o no, duden. Pero duden de todo, especialmente de aquellos que manejan fondos públicos. No se puede ser como Aldo Rico y pensar que “La duda es una jactancia de los intelectuales”. Les pueden haber metido el perro mientras se afanaban miles de millones de Euros. Qué le vamos a hacer.

Democracia y República requieren pactos de paz, honestidad y transparencia en el manejo de la cosa pública. Sin esas tres cosas, estamos ante un régimen pre-constitucional, donde el que tiene el poder hace lo que se le canta, sin consecuencias. Para eso, sinceramente prefiero una monarquía. Por lo menos ahí se podía hacer una revuelta contra la opresión alegando tiranía, y nadie te iba a discutir si había buenas propuestas o no.

Por qué los argumentos morales son superiores a los utilitarios

Lo explica Robert Higgs:

«[S]in embargo, precisamente debido a la guerra  interminable de «expertos» , uno nunca puede asegurarse que una vez que una persona fue persuadida de que la libertad es más beneficiosa, al menos respecto a una situación X, esa persona haya decidido adoptar por completo las ideas liberales. Si alguien fue convencido a través de evidencias y argumentos esgrimidos por el «experto» pro-libertad, fácilmente podrá volver a convertirse en un partidario de la intervención gubernamental en base a la evidencia presentado por un «experto» anti-libertad.  Como dije  alguna vez John Maynard Keynes al contestarle astutamente a alguien que le preguntó sobre sus posiciones fluctuantes, «Cuando los hechos cambian, mis pensamientos cambian. ¿Qué hace usted, señor?. Si los liberales decidimos luchar por la libertad solamente basándonos en argumentos consecuencialistas, la guerra  por la libertad será eterna. Aunque algunos puedan aceptar esta idea bajo la premisa de que «la eterna vigilancia es el precio de la libertad», este tipo de lucha ideológica es bastante desalentadora, dado que las fuerzas que se oponen a la libertad contra las que los liberales  debemos luchar poseen cientos de veces más tropas y miles de veces más dinero para adquirir munciones.

En contraste, una vez que un liberal haya persuadido a alguien que la intervención del gobierno está mala, al menos en ciertas situaciones, si no en todo momento, hay una posibilidad mucho menor de que aquél vuelva a su posición anterior de apoyar las medidas coercitivas del gobierno contra gente inocente. El liberalismo, apoyado en la piedra moral, es mucho más fuerte y duradero que el que se apoya en las arenas movedizas de los argumentos consecuencialistas, que por necesidad son tan convicentes como los argumentos y la evidencia que hoy se presentan. Entonces, si deseamos agrandar las filas de liberales, estamos bien advertidos que plantear un argumento moral por lo menos como parte de nuestros esfuerzos. Por supuesto que mostrarle a la gente que la libertad funciona mejor que el control estatal, no dañará a la causa. Pero confinar nuestros esfuerzos a lo que digan un puñado de pseudo-expertos en un momento dado, como mucho, nos condenará al éxito transitorio.»

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El desafío de Francisco

Cuando un político asume la presidencia de un país se suele decir que los primeros meses de gobierno vive una «luna de miel» con la sociedad. Es el primer período del mandato en el cual el gobernante todavía no tuvo tiempo para incumplir las promesas que esgrimió durante la campaña electoral. Además, con el resultado fresco en las urnas, la legitimidad del líder, según una perspectiva tradicional, todavía se sustenta en el numero de votos recibido.

Salvando las distancias, la algarabía y emoción que generó la elección del nuevo Papa, especialmente en Argentina su país de origen, se puede enmarcar dentro de esta ventana en la cual todavía el tiempo no transcurrió el tiempo necesario para poder juzgar su accionar ante los desafíos que enfrenta. Francisco está viviendo su luna de miel, potenciada por la demagogia de que caracterizó a los primeros días de su pontificado.

Pero, ¿qué va a pasar una vez que termine este período y el ojo crítico se ubique sobre la conducta papal? Solamente el transcurso de tiempo nos dará la respuesta.

A pesar de la pérdida de poder sobre el mundo secular que sufrió la Iglesia Católica en los últimos 200 años, hay todavía muchos asuntos que nos deben importar, incluso a quienes no profesamos esa fe, o ninguna fe. Son varios los problemas y desafíos que deberá enfrentar el Papa argentino.

Poco se puede decir acerca de las posturas retrogradas de la Iglesia frente a la homosexualidad, el aborto, el matrimonio gay, y un sinfín de temas sociales en los cuales se mantuvo incólume en sus  2000 años de vida. Al fin y al cabo, se tratan de posturas de una organización privada y se encuentra protegidas por la libertad de expresión. En todo caso, el problema que representan estas posiciones son para los legisladores y jefes de estado que se dejan influir por una doctrina medieval.

Sin embargo, no todos los hechos reprochables que se le puede hacer a la Santa Sede se mantienen en plano de las opiniones y las divergencias de criterios. La influencia espiritual, y el poder derivado de la fe, ha sido la puerta de entrada para la existencia de miles de casos de abuso sexual por parte de sacerdotes católicos en todos los niveles eclesiásticos.

En todo el mundo florecieron denuncias de abuso sexual por parte de miembros del clero católico, entre 1940 y 2000 hubo decenas de miles de investigaciones por abusos sexuales de niños y adolescentes. El Informe John Jay, encargado por la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, documenta más de diez mil casos de abusos, atribuidos a 4392 sacerdotes en aquél país. Los casos se extienden a lo largo y ancho del mundo, aunque las diócesis de Estados Unidos, Irlanda y Alemania, concentran gran mayoría de los casos.

La reacción de la Iglesia frente a esto ha sido sistemática. El silencio, el ocultamiento y la obstaculización de las investigaciones penales fueron algunas de las actitudes tomadas frente a estos casos. Las estrategias varían, una de las más utilizadas es la de mover a los sacerdotes abusados hacia otras parroquias para evitar su detención, a pesar de que en muchas oportunidades esto trajo aparejada la aparición de victimas en las nuevas parroquias.

Respecto de las acciones tomadas por los últimos dos Papas, Juan Pablo II y Benedicto XVI, las opiniones son encontradas. Por un lado, se les reconoce haber comenzado a poner sobre el tapete este tema que aqueja a la Iglesia. Por el otro, se ha considerado su actitud demasiado pasiva ante la semejante relevancia que tiene el tema.

En definitva, este es probablemente uno de los pocos temas en el que el Papa tiene una influencia directa en el mundo secular, y que es factible que pueda hacer algo para cambiar la dirección de la Iglesia en este sentido. Con muchos adjetivos se puede describir la imagen que dió en sus primeros días de papado, pero al final del día son pocos los asuntos que nos importan a los que no tenemos interés alguno sobre la vida diaria de los monarcas que aún quedan en pie.

 

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La tarea más difícil

La ardua tarea de la difusión y aceptación de las ideas liberales está caracterizada por un número de obstáculos que se interponen entre los que emitimos el mensaje y aquellos que están dispuesto a escucharlo. Estos obstáculos son exclusivos del liberalismo. Otras vertientes ideológicas como  el socialismo, el fascismo o el desarrollismo, por nombrar solamente algunas, no deben superar esos escollos por ser propuestas políticas de una naturaleza completamente distinta.

En el marco de la competencia dentro del mercado de las ideas políticas, el liberalismo se encuentra en desventaja. Las ideas liberales, a diferencia del resto de las postura políticas, gozan de una particularidad: el liberalismo no propone programa de gobierno alguno ni sus propuestas se basan un rol activo del gobierno para abordar los fines que se propone. O como  dice José Benegas el liberalismo no es un programa de gobierno, es un programa de «des-gobierno». En otras palabras, la respuesta más común que ofrece un liberal sobre qué debería hacer el estado ante una situación determinada es nada o casi nada.

A partir de este momento es cuando los liberales nos enfrentamos al primer problema. Mientras que nosotros no tenemos un plan de acción, aquellos que sostienen ideas que derivan del estatismo pueden proponer una solución para cada problema. Más allá de que después la mayoría* de esas soluciones terminen en un fracaso rotundo, en caos o en una crisis y sin solucionar nada, la posibilidad de brindarlas es un punto a favor de los estatistas.

Es que la gente, luego de atravesar un proceso de décadas de avance del estado sobre la sociedad civil en todos los ámbitos  es más propensa a receptar positivamente a alguien que le ofrece soluciones mágicas a sus preocupaciones, que a aquellos que pueden ofrecer una alternativa sensata a sus problemas pero desde la humildad de aceptar la incertidumbre como una variable más.

Los liberales estamos ante una tarea mucho más complicada que explicar una propuesta política, debemos explicar que sucedería si el gobierno deja de hacer lo que está haciendo. Es decir, la ardua tarea a la que nos referimos al comienzo del post es la de explicar los principios básicos de la economía, el funcionamiento de la oferta y la demanda, la definición el sistema de precios como información para la toma de decisiones, la ley de Say, la ley de asociación de Ricardo, la imposibilidad del calculo económico en el socialismo, y muchos otros conceptos que ni siquiera economistas consagrados logran comprender correctamente.

Otro factor adicional que complica aún más la tarea de un liberal es la falta de arrogancia en sus postulados. Una vez más aquí los estatistas llevan las de ganar. Es habitual escuchar a los partidarios de la intervención estatal diagnosticar un problema, describir su solución (la que en general ya ha sido probada, y ya ha fracasado, pero esto no lo consideran un impedimento), y finalmente afirmar que implementadas esas medidas se producirán los resultados esperados. Los liberales, al contrario, carecen de esa posibilidad de asegurar un resultado más allá de lo que se puede explicar desde la economía, o desde la ética, esto se debe a una cuestión básica la imposibilidad de predecir como actuarán los individuos ante las situaciones que se les presenten. Muchas de las preguntas que se suelen plantear en los debates políticos, en realidad, no tienen ninguna respuesta.

Veamos algunos ejemplos. Un caso clásico, que además está vigente en la Argentina del Siglo XXI, es el de los controles de precios. Ante la inflación, y el consecuente aumento de precios, un estatista propone la aplicación de controles de precios. Esto — diría nuestro estatista — terminaría con el imperio de los formadores de precios cuyo único fin es abusar de la gente. Por el otro lado, un liberal diría que para terminar con la depreciación del signo monetario simplemente hay que dejar de emitir y derogar las facultades del estado para emitir moneda y establecer una monea de curso legal. Sin embargo, ante los oídos absortos de la gente con la mágica propuesta del estatista, el liberal tiene poco que hacer. Es definitivamente más atractiva una solución simple y fácil de entender que introducirse en los oscuros conceptos detrás de un sistema monetario, como lo pueden ser la oferta y demanda de dinero, el sistema bancario de reserva fraccional, el dinero fiduciario, el patrón oro, el free banking, la creación secundaria de dinero, etc. (para los interesados en el tema recomiendo The Mystery of Banking [PDF] de Murray Rothbard)

Estas dificultades, reconocidas por todos, sobre lo que implica la introducción a la sociedad de una propuesta liberal  ha traído consecuencias nefastas. Muchos liberales han decidido optar por una opción más sencilla, a pesar de que ello signifique claudicar el objetivo de vivir en una sociedad libre, y se han posicionado dentro del segmento estatista que se ubica dentro de lo que aseguran que hay que hacer algo activamente para abordar una situación determinada. De esta manera surgen engendros que luego de su fracaso son atribuidos al liberalismo, cuando en realidad se trata de una rama más de las tanta que poseen las ideas estatistas.

 

Es por este motivo que los liberales debemos hacer un mayor énfasis en estar empapados de las ideas que defendemos, por lo menos en lo que respecta al plano económico. La educación, y primero la propia, es la base de todo el andamiaje de un proyecto político liberal exitoso. Conocer las distintas variables que afectan el funcionamiento de la economía y cómo la intervención del estado inclina la cancha en favor del poder político, y los que tienen fácil acceso a él, y finalmente cómo ese accionar siempre termina por perjudicar al individuo indefenso ante el aparato estatal. Es ese contacto constante con las ideas que constituyen una sociedad libre lo que después nos permitirá poder expresarlas con mayor sencillez para una mejor comprensión de nuestros interlocutores.

El esfuerzo debe recaer en  no sucumbir ante la tentación de la arrogancia estatista para ser mejor percibidos por los no-liberales. La labor de educar a la sociedad, de devolverle la responsabilidad que alguna vez les secuestró el estado, y la promoción de los principio sde una sociedad libre es una tarea que no sucede de la noche a la mañana. Un proceso de 100 años no puede ser revertido en media hora. No obstante, pregonar este mensaje ofrece resultados muy gratificantes, por más pequeños que sean.

El foco debe mantenerse, y las esperanzas debe ser lo último en perderse.

*Hay que reconocer la eficacia del estado en la violación de derechos en general, como el asesinato masivo, el secuestro, la corrupción, el robo, y los avances sobre los derechos de propiedad de los demás.

 

La importancia de cuestionarse todo el tiempo

Hoy no voy a escribir sobre el liberalismo, ni sobre el gobierno argentino, ni sobre la falta de libertad en el mundo, ni es una queja furiosa contra lo mal que están las cosas.

Creo que nunca escribí una reflexión personal en el blog, y menos con una historia autorreferencial. Pero voy a intentarlo igual.

En algún momento de mi infancia, no puedo recordar la edad que tenía ni el motivo por el cual ocurrió, alguien me regaló mi primer reloj de pulsera. Estaba muy contento, porque ya tenía amigos en el colegio que tenían reloj, y yo por primera vez en la vida, iba a tener el mío propio y podría saber la hora en cualquier momento (no se para qué me serviría saber la hora, pero estaba muy emocionado). Le pedí a mi mamá que me ayude a ponerme el reloj, y ella lo calzó en mi muñeca izquierda. Y así pasó mi primer día usando orgullosamente el flamante reloj en la mano izquierda.

 

El objeto del deseo de toda mi generación. Lamentablemente mi reloj no era ni remotamente parecido a éste.

El objeto del deseo de toda mi generación. Lamentablemente mi reloj no era ni remotamente parecido a éste.

Al día siguiente, miré el reloj, y sentí que algo estaba mal. Me saqué el reloj y me lo puse (o pedí que me lo pusieran) en la mano derecha. No pasó mucho tiempo para que empezaran los cuestionamientos de los demás: «¿Por qué te cambiás de mano el reloj?», «Jaiekcito, el reloj se usa en la mano izquierda», «¿Sos zurdo?». Me llegaron cuestionamientos de todo tipo, sobre todo porque la mayoría de la gente (todos los que conocía en ese entonces, que no eran muchos) usa el reloj en la mano izquierda y así se suponía que debía ser utilizado. Y al final, mi respuesta a todas las inquisiciones fue «¿Por qué no?, me gusta más así.»

Después de un tiempo fui encontrando motivos por el cual sería conveniente usar el reloj en la mano izquierda. Cada vez que estaba utilizando mi mano de derecha, en ese tiempo principalmente o dibujando, o haciendo la tarea para el colegio, o tomando la chocolatada, me daba cuenta del gran impedimento que tenía si quería, justo en ese instante, saber qué hora era. «Zas, era por eso!». Se encendió la lamparita en mi cabeza y ya la respuesta de por qué debería usar el reloj en la mano izquierda no era «porque todo el mundo lo hace» sino que se había convertido en «si sos diestro, te va a resultar mucho más cómodo». Pero yo necesitaba eso, necesitaba saber que no era una costumbre sin sentido. Tenía que experimentar el usar el reloj en la mano derecha para saber dónde me resultaba más cómodo.

Seguramente pensarán que a partir de ese momento comencé a usar el reloj en la mano izquierda. No señor; hasta el día de hoy, en el que ya entré en la cuarta década de mi vida, uso el reloj en la mano derecha. La verdad que no me preocupa para nada no poder ver la hora al mismo tiempo que estoy haciendo otra cosa con mi brazo derecho, me gusta más así, mi reloj actual no tiene perillas que se incrusten en mi mano, y sobre todo, es un recordatorio de que cuestionar ciertas creencias populares, costumbres sociales e incluso la propia rutina, es un sano y muy importante ejercicio de razonamiento y autodescubrimiento. El cuestionamiento, incluso de las ideas de uno mismo, es lo único que nos puede hacer crecer como personas, alejarnos de los dogmas, abrazar el pensamiento crítico y establecer nuestro propio sistema de valores.

Desenmascarándose

No hay escape.

No hay escape.

Todo dicho. PAGAR ES LA ÚNICA OPCIÓN. No hay juicio justo, no hay presunción de inocencia, no hay objeción de conciencia. Como la mafia, pero por lo menos la mafia quiere que te vaya bien.

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