Miedo a la libertad

En la República de Ruritania uno nace con ciertos contratos pre-establecidos: una cuenta bancaria; una tarjeta de crédito; un plan de ahorro automotor; una membresía a alguna publicación mensual, y un servicio de televisión por cable. Estos contratos son obligatorios para todos las personas nacidas en el territorio de Ruritania y, dependiendo del caso, el derecho a retirarse de dicho contrato es inexistente.

Sin dudas una situación así generaría un fuerte malestar de todos los sectores políticos de Ruritania , los auto-denominados progresistas pondrían el grito en el cielo: «¿Cómo puede ser que una persona deba nacer atada a una empresa determinada o con algunos servicios contratados que ni siquiera sabe si le interesa usar o en un futuro querrá optar por otros?», dirían ellos. Por supuesto, los libertarios nos sumaríamos a una crítica de este estilo, defender los derechos de propiedad, la iniciativa privada, y los mercados libres, no nos hace cómplices de las empresas que se aprovechan del poder estatal para obtener un beneficio a costa del resto de la sociedad.

A diferencia de lo que sucede en un acuerdo voluntario, donde todos a priori esperan beneficiarse de ese acuerdo, cuando el estado se involucra en las relaciones individuales la ecuación cambia y se convierte en un juego de suma cero, mientras los cercanos al poder estatal ganan aquellos desprovistos de contactos políticos salen perdiendo.

A pesar de esto, grandes sectores de la sociedad avalan este tipo de mecanismos como forma natural de relacionarse, las razones por la que lo hacen varían en cada caso. Podríamos identificar varios grupos diferentes, estos son algunos ejemplos:

(1) Los inocentes. Son aquellos bien intencionados que sienten que tienen un compromiso para hacer algo por el otro, y creen que el accionar estatal puede ser beneficioso para aquellos grupos que pretenden mejorar su situación.

(2) Los ideólogos. Este grupo se ve movilizado por la ideología. Por más que la experiencia de siglos les haya demostrado que estaban equivocados insistirán con las mismas soluciones. Para este grupo, el fracaso del estado no es estructural sino que se debe a la falta de idoneidad de los que llevaron adelante.

(3) Los beneficiados. Son los políticos en situación de poder que se ven beneficiados por iniciativas estatales que en apariencia tienen fines nobles, pero que en la práctica resultan únicamente beneficiosas para ellos mismos.

Tal vez, la idea  de nacer adherido a un contrato de TV por cable, a un plan de ahorro automotor, o a una empresa de telefonía celular, resulte demasiado grotesco para encontrar personas que defiendan estos proyectos, sin embargo está lleno de personas que no encuentran ningún problema en nacer adherido a un sistema de planificación para el retiro, a un sistema de salud pública, o a un sistema educativo.

Una de las justificaciones más habituales, es que estos servicios en genera las gente tiende a contratarlos individualmente y se tratan además de servicios esenciales. La educación, sienta las bases del conocimiento que nos permitirá desarrollarnos en un futuro, los sistemas de planificación de retiro nos ofrecen tranquilidad en los últimos años de vida, mientras que un sistema de salud permite tratar enfermedades. Sin embargo, de esta justificación no se desprende la necesidad de que: a) estos servicios deban ser brindados por el estado  y b) estos servicios deban ser financiados coercitivamente mediante impuestos.

Entonces, el factor de decisión de imponer estos servicios por la fuerza no tiene nada que ver acerca de la «esencialidad» de los mismos para la vida humana, sino otro argumento: la imposibilidad de acceder a ellos. Esa es la motivación de los estatistas (inocentes e ideólogos, según nuestras categorías) de asegurar que todos tengan acceso a estos servicios. De esta manera, la coerción está justificada en la solidaridad con los que menos tienen, pero estos dos conceptos no pueden ser más antagónicos.

La solidaridad es un acto voluntario, basado en los deseos de ayudar al prójimo. La coerción es violencia, y está basado en una noción de superioridad frente a los demás. Los estatistas se conciben a sí mismos como los únicos con preocupaciones legítimas para ayudar a los demás, el resto de la población está conformada por cerdos egoístas que le desean el mal a los demás. Esto, por supuesto, no es así.

Los estatistas, a diferencia de los que no lo somos, conciben la violencia como la única forma de alcanzar sus objetivos. La idea de ayudar a los más necesitados en una sociedad, sostienen ellos, nunca puede nacer de la voluntad de alguien que no quiere imponer violencia. La refutación es muy sencilla, basta solamente con hablar con un puñado de personas y preguntarle sus principales preocupaciones, o a que les gustaría que puedan acceder los que hoy tienen pocos recursos para hacerlo. Los estatistas se basan en la presunción de que el resto son malos, y ellos que quieren imponer por la fuerza sus ideas y la bondad son los buenos.

Los que no somos partidarios del uso de la fuerza para la consecución de nuestros objetivos, tenemos una visión radicalmente diferente. No es necesaria la violencia para ofrecer soluciones solidarias a los que menos tienen, los casos abundan. Las iniciativas privadas solidarias se encuentran expandidas a lo largo y ancho de la sociedad, cada vez que se lanza una campaña solidaria las personas no dudan en ayudar. Pero esto no es suficiente para los estatistas.

El mayor miedo de los estatistas, es su miedo a la libertad, miedo a que la gente ayude a otra gente sin la necesidad de un garrote amenazador, y peor aún, tienen miedo que esa posibilidad funcione mejor que la suya. Junto a ello, tienen miedo de perder el control, la idea de no poder mantener bajo su control las variables que hacen a una sociedad los aterra, y por eso siempre derivan en mayor o menor medida en mecanismos autoritarios de control sobre la vida de los demás.

Por eso me gustaría terminar con una propuesta para los estatistas, para poder evacuar sus dudas y sus miedos ante la incertidumbre que genera la libertad, ¿y si probamos dejar de lado los mecanismos autoritarios, el uso de la fuerza y las imposiciones de un puñado de personas sobre todo el resto de la sociedad? ¿y si probamos libertad?

 

Los dueños de la parte fea y de la parte linda de tu vida

Así se refirió la presidente Cristina Fernández de Kirchner al día que se estaba viviendo a raíz del accidente de trenes en Castelar, durante un acto de entrega de planes de vivienda en la Casa de Gobierno :

… es un día hoy de broncas, de impotencia, de dolor; pero también de realizaciones y de logros. La vida es así también. Nada es perfecto, no tenés días perfectos, ni todo es perfecto de la mañana a la noche, ni del primer día al último. Es parte de la vida. El dolor, sí por la parte fea de la vida que le toca hoy a algunos argentinos, y la alegría por la parte linda que le toca hoy sí a otros argentinos.

En condiciones normales podría darle la razón a Cristina Fernández de que la vida tiene cosas «lindas» y cosas «feas». La vida es una continuidad de sucesos que muchas veces nos benefician, nos hacen bien y nos hacen felices, y de muchos otros que nos perjudican, nos hacen mal y nos hacen infelices.

Ustedes, al lado de ella, no saben lo que es el dolor.

Ustedes, al lado de ella, no saben lo que es el dolor.

Pero no estamos en condiciones normales, y esta parte del discurso de la presidente se sintió como lo que fue finalmente, la evasión de la culpa de sus propias acciones. «Así es la vida», nos dice. Y digo que no estamos en condiciones normales porque generalmente un gobierno que deja a sus ciudadanos en libertad, que los deja hacer y los deja responsabilizarse de sus acciones, no podría atribuirse la alegría ni la miseria o el dolor de los ciudadanos. Pero no es el caso de este gobierno. No es el caso de nuestra presidente. La «parte linda» del día del accidente, como ella la llamó, y la «parte fea» del día del accidente, fueron ambas causadas por la gestión del gobierno, no fueron meras casualidades. El gobierno no sólo se encargó de «re-distribuir» la riqueza ajena para que algunos se vieran beneficiados con los planes de vivienda, sino que se encargó de que la infraestructura del transporte ferroviario llegara al punto de deterioro tal, de ocasionar un accidente que dejó como saldo 3 muertos y más de 300 heridos – entre los que se encuentra por lo menos un amputado-.

La parte linda de la vida le tocó, por suerte, a algunos. Y digo por suerte, porque no fue por decisión propia, ni preparación, ni tuvieron influencia en que ello así pasara. Seguramente los beneficiarios de los planes de vivienda merecían obtener algo, finalmente, en su vida. Pero es triste pensar que no pudieron ser artífices de ello. No tenían un camino, no tenían una forma, no tuvieron el margen de maniobra para poder llegar a lo que llegaron. Dependieron de la gracia de una «iluminada». Y no tiene por qué ser así. En una sociedad libre, uno no tiene nada asegurado. Pero sabe que puede ser artífice de sus éxitos y sus logros. Que si trabaja de cierta forma y en forma constante puede llegar al punto de tener su vivienda, o por lo menos si no la tiene, tener una vida digna. Pero no; el gobierno nos saca todos los días. La inflación es un veneno para el salario de los trabajadores. Nos aleja la zanahoria de todo lo que nos puede hacer crecer. Cada trabajador trabaja media vida para el estado y media vida para sí mismo y para los suyos. La falta de inversión, aleja a las empresas de la gente que quiere trabajar. El aumento del gasto público y de los planteles estatales, exige más de cada trabajador y emprendedor privado. Y todo eso nos quita capacidad de lograr cosas por mérito propio y se la transfiere a la clase política, que será la que decide si, finalmente, seremos o no beneficiarios de algo.

Y la parte fea de la vida le tocó, lamentablemente, a muchos más. Que tampoco, al igual que los del párrafo anterior, tuvieron margen de maniobra. Porque lo que les dejan hacer, es lo que hacen todos los días. Se levantan para trabajar y se toman un medio de transporte que pocas veces depende de su eficiencia y la gracia del usuario, aunque sí muchas más veces de la rosca política, los acomodos y los negociados. Son transportados como ganado, para poder ofrecer algo útil con su trabajo, de lo cual luego los van a despojar del 50% de lo que hayan conseguido, para finalmente repetirles una y otra vez, qué sería de ellos sin la gracia de los políticos. Refregándoles en la cara, a los pocos beneficiarios que el gobierno eligió para integrar a aquellos a los que le toca la parte linda de la vida. Para decirles que algún día, quizás algún día – y que de ellos no depende- les pasará algo bueno. En el mientras tanto, deberán soportar las consecuencias de dejar que manejen todo con criterio político. Se tomarán el tren equivocado, un día equivocado, a la hora equivocada, y quedarán para siempre en la estadística, como parte de los 52 muertos de un 22 de febrero, o como parte de los 3 muertos de un 13 de junio.

Es triste pero es así. Ya no nos dejan ser los dueños de nuestra vida. De las partes lindas, ni de las partes feas. El dueño es otro. Es alguien que no nos conoce, al que no le importamos en lo más mínimo, que no sabe lo que gozamos, ni lo que sufrimos. Y que encima, el día que finalmente nos convierte en víctima, nos trata de convencer que la víctima, es ella.

Acuario Río Paraná: lo que se ve y lo que no se ve

Tus impuestos en obras” reza el cartel, que pagaste vos con impuestos, en la zona norte de la ciudad de Rosario anunciando la construcción del Acuario Río Paraná, una de las once obras que se realizarán en el sur de la Provincia de Santa Fe y demandarán un desembolso de aproximadamente 54,5 millones de pesos por parte del Tesoro Provincial. ¿Qué hay detrás de todo esto?

¿De dónde sale el dinero para llevar a cabo semejantes obras? ¡De tus impuestos! De todos modos, los más afectados siempre terminan siendo los que menos tienen. Parte de los ingresos recaudados por el fisco provincial serán destinados a la ejecución de las obras. Si no les alcanza, incrementarán la deuda provincial.

Desde el año 2007 la recaudación tributaria de la Provincia de Santa Fe creció a una tasa promedio de 28% anual. En términos del Producto Bruto Geográfico (PBG) la presión tributaria representó el 17,50% en el año 2011, 3 puntos porcentuales mayor que en el año 2007. El aumento de la presión tributaria no sólo representa un castigo a la eficiencia de los individuos, sino que afecta en mayor medida a aquel de recursos medios-bajos que, mediante el pago de sus impuestos, está financiando obras como la del Acuario Río Paraná, la que casi improbablemente visite. El Estado te sigue robando y nosotros sin hacer nada. Esto quiere decir que, en forma directa, aquellos ciudadanos que menores recursos poseen estarían contribuyendo a la construcción de estas obras provinciales haciendo un sacrificio mayor al del promedio de los habitantes. Además, es el mismo Estado Provincial que, a través del incremento de la presión tributaria, priva a los individuos, y, volviendo al punto anterior, priva más a los que menos tienen, de la posibilidad ahorrar. Este es el sueño colectivista de Bonfatti.

Si el dinero de las arcas provinciales no llegara a ser suficiente para hacer frente a las erogaciones –como lo son estas obras–, suele recurrirse al endeudamiento. Al comienzo del ejercicio de 2013, la deuda provincial superaba los 5.000 millones de pesos. ¿Cómo es que esto afecta a los más necesitados? Cuando el Estado toma deuda, se compromete a devolverla -financiarla con impuestos- en el futuro pagando el monto total más intereses. Nuevamente, quienes se hacen cargo del pago de la totalidad de la misma son los contribuyentes, pero el mayor esfuerzo recae sobre el que menos tiene. Otro punto que merece ser destacado en este apartado, es que el compromiso de deuda tomado en el presente deberá ser soportado por las generaciones futuras que no tuvieron la posibilidad de participar en la elección del gobernante que tomó el préstamo. No menos importante es el hecho de que, particularmente en el caso de Santa Fe, gran parte de la deuda es destinada a cubrir gastos corrientes, más precisamente al pago de salarios de los empleados públicos. Es decir, las personas sobre las que recaerá el peso de los compromisos futuros ni siquiera consumieron el servicio que la administración pública, que contrajo la deuda, ofrece.

Otro problema que se originará probablemente con la inauguración de estas obras será el incremento de empleados públicos. Si bien el incremento de empleo en la provincia podría llegar a efectivizarse, esta creación de puestos de trabajos no sería una creación genuina de empleo. El incremento de los empleados públicos resta productividad a la economía. Un individuo empleado en una oficina pública no puede ser contratado por una empresa. El Estado le saca la posibilidad de contratar personas a las firmas y estas pierden capacidad de hacer más eficiente su proceso de producción. Si se analizara en términos agregados, podría decirse que el Estado, al ejercer el derecho de libre contratación de empleados, está restando productividad a la economía. El aumento del empleo en el último año a nivel nacional fue aproximadamente cuatro empleados públicos contra un empleado en el sector privado y la provincia registró un comportamiento similar.

Ahora, el punto más importante recae sobre la escasez de los recursos. Aquellos acervos que son utilizados por la administración pública no pueden ser utilizados por otros, o bien podría decirse: no pueden ser utilizados por el sector privado. El problema fundamental en Santa Fe es que aproximadamente 54,5 millones de pesos son destinados a estas obras mientras que más de cien villas miseria se han asentado únicamente en los alrededores de la ciudad de Rosario y ninguna cuenta con las condiciones mínimas para la supervivencia. Además, las empresas públicas monopólicas proveedoras de servicios indispensables como la energía (Empresa Provincial de la Energía) y el agua (Aguas Santafesinas) ofrecen servicios paupérrimos, cobran una de las tarifas más altas del país –en el caso de la EPE– y actúan de manera deficitaria en materia de inversión. ¿Y siguen diciendo que el Estado es el mejor asignador de recursos? Vamos…

La realización del “sueño colectivo” del gobierno socialista, implica que el mayor sacrificio a la hora de pagar impuestos para financiar estos grandes proyectos recaiga sobre los más pobres. El retiro del Estado en materia de regulación de la economía no sólo traería aparejado una disminución del gasto sino también una menor carga impositiva sobre los individuos, lo que abriría las puertas a la posibilidad de ahorrar. Así, se dejaría espacio para que proyectos del calibre de los que están siendo realizados por la provincia, de ser rentables y deseados por los individuos, se lleven a cabo por entes privados.

 

"¡Quiero tus impuestos!"

«¡Dame tus impuestos!»

Tags

Related Posts

Share This

El Dios costoso del artículo 2

Hace un par de días en una conversación típica de mi grupo de amigos en pleno Happy Hour, empezamos a hablar sobre el Estado y la Iglesia. Volví a casa y empecé a chusmear algunos números y demás yerbas.

Primero me topé con el artículo 2 de la Constitución Nacional:

El Gobierno federal sostiene el culto católico apostólico romano.

¿Qué implica que no haya separación del Estado e Iglesia? Básicamente parte de los recursos del gobierno son destinados a financiar a esta entidad. ¿Por qué católico apostólico romano y no judío-ortodoxo? ¿Para qué seguir manteniendo esta tradición costosa? El grueso de los fondos de la Iglesia provine del Estado, o mejor dicho: de los impuestos de agnósticos, ateos, evangelistas, testigos de Jehová, mormones, etc. ¿Es justo?

Durante su primer gobierno, a Juan Domingo Perón se le ocurrió la brillante idea de que las escuelas públicas obligatoriamente deberían impulsar la enseñanza de la religión católica y además subsidió los salarios de los docentes de estas escuelas. Los subsidió con impuestos de agnósticos, ateos, evangelistas, testigos de Jehová, mormones, etc. Así, sumamos una partida de gasto más en el presupuesto. Sumamos transferencias de fondos públicos potencialmente malversables.

Sin embargo, esto no fue para nada suficiente y para forjar aún más la tradición vinieron los militares y sancionaron un par de leyes que engordaron las partidas del gasto destinadas al sostenimiento del culto. A saber:

  • Ley 22.162: se le otorga a los Curas Párrocos o Vicarios Ecónomos de Parroquias situadas en Zonas de Frontera una asignación mensual. Y no contento con esto, agrega que los recursos que el cumplimiento de esta ley demande se tomarán de las Rentas Generales.
  • Ley 21.950: con esta ley también le dimos una asignación mensual a los Arzobispos y Obispos con jurisdicción sobre Arquidiócesis, Diócesis, Prelaturas, Eparquías y Exarcados del Culto Católico Apostólico Romano.
  • Ley 21.540: se le otorga a los Arzobispos y Obispos con jurisdicción sobre Arquidiócesis, Diócesis, Prelaturas  o Exarcados del Culto Católico Apostólico Romano, y el Vicario Castrense para las Fuerzas Armadas otra asignación mensual cuando cesen en sus cargos por cuestiones de edad o invalidez. Esta asignación mensual es una jubilación de privilegio.
  • Ley 22.950: el gobierno nacional se compromete a dar otra asignación mensual a los clérigos que contribuyan a la enseñanza en los Seminarios Mayores.
  • Decreto 1.991/80: les pagamos los pasajes para cuando viajan al exterior y dentro del territorio de Argentina.

Hoy en día existe en Argentina un Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto (MREC). ¿Y qué tienen que ver las relaciones exteriores con el culto? En fin, la cuestión es que así como tenemos ahora un lindo Ministerio de Deporte en la Provincia de San Luis, descubrí que también tenemos una simpática Dirección General del Culto Católico que depende de la Secretaría de Culto. La pregunta es: ¿cuánto nos sale mantener la tradición del culto católico apostólico romano? Entrá en la Oficina Nacional del Presupuesto y seguí estos números… En el año 2003 se presupuestó para la Secretaría de Culto una totalidad de $13.777.037. Si a eso le sumamos lo que se previó destinar para las actividades centrales del Ministerio del cual depende esta Secretaría, despilfarraron un total de $121.435.620. No contentos con estos gastos, a la década también la ganó la Secretaría de Culto que para el año 2013 le presupuestaron $62.826.000; es decir, un 356% más que en 2003. Nuevamente, si adicionamos lo presupuestado para que funcione esta dependencia del MREC, el gobierno nacional gastará un total de $676.244.685; un 456% superior a lo presupuestado hace diez años. Y eso sin contar que como además gastan más de lo que presupuestan, no sería para nada extraño que al comienzo del ejercicio que viene se observen un par de millones más en cada una de estas cifras.

Y esto sin contar los beneficios adicionales de los que gozan las instituciones inscriptas en la Secretaría de Culto. Exenciones impositivas, donación de terrenos que recibieron del Estado Nacional. ¿Podés creer además que la Iglesia recibe más subsidios que otras instituciones públicas? Juro que he escuchado decir muchas veces: «Pero la Iglesia paga los servicios de gas y luz». Pero cristiano, ¡menos mal! Lo único que faltaba entonces era que además le financiemos los gastos de luz y gas. Vamos… ¡Despertate argentino!

¿Es realmente necesario que el Estado impulse de esta forma el culto católico apostólico romano? ¿Por qué lo hace? ¿Por qué debe subordinarse a esta religión? Si es por una cuestión de tradición, ¿por qué no volvemos a incorporar el servicio militar obligatorio? ¿Por qué no derogamos la ley de matrimonio igualitario o la ley de divorcio? Si realmente las personas quisieran que el culto católico apostólico romano se mantuviera a lo largo del tiempo, podrían ellas mismas sostenerlo. Además, ponete a pensar un rato, sos católico apostólico romano y a tu religión la bancan con impuestos los agnósticos, ateos, evangelistas, testigos de Jehová, mormones, etc. ¿Y la moral? Si te gusta ser católico buscá la manera de sostener tu religión con tus propios medios, no esquilmando el bolsillo del otro.

Si bien hoy en día debería darse prioridad a la resolución de otros problemas como por ejemplo el control de precios que los perros kirchneristas comandados por Moreno está llevando a cabo, la excesivo abuso de la máquina de imprimir billetes de Mecha, la malversación de fondos públicos, etc., no debería pasarse por alto que estos recursos liberados, junto a otros destinados al mantenimiento irracional de tradiciones en el siglo XXI, podrían directamente ser ahorrados. Dejemos de engordar los gatos del Estado.

Tradición.

Menos corazón, más razón. 

Mantenete por tus propios medios.

Mantenete por tus propios medios.

En defensa de las mercancías

No puedo decir a ciencia cierta la declaración de quién o qué hecho en particular disparó este post. Pero muchas veces, y me pasó muchísimo a lo largo de mi vida, escucho a gente de determinadas profesiones decir algo así como «lo que hago no es una mercancía». Se puede escuchar esta frase tanto de maestros, como de músicos, pintores, escultores, directores de cine, médicos, actores y en general muchas actividades que no están caracterizadas por la producción de algo que se vaya a comprar tomándolo de la estantería de un negocio. Realmente yo no veo nada de malo en cualquier producto de la góndola de un negocio y no puedo diferenciarlo trascendentalmente de una canción, o una película, un libro o una enseñanza. Es como si las personas que producen estas últimas quisieran elevarse en la escala moral de las profesiones por algún motivo, despegándose del «sucio» y «materialista» industrial o empresario. Ni que hablar cuando se mezcla encima el nacionalismo con estas actividades, pero esto es materia para todo un artículo completo y en lo que no voy a ahondar en éste.

¿Qué es lo que hace que una persona considere a su obra, moral y materialmente superior a una «vulgar» mercancía? ¿Será la experiencia personal que llevó a desarrollar la misma? ¿Será lo que espera que ésta produzca en la persona que la «consume»? ¿Serán los años de esfuerzo, dedicación y educación que muchas veces no se traducen en una ganancia monetaria al exponer su fruto? No se a ciencia cierta cuál será el motivo que lo hagan querer diferenciarse de cualquier otro productor de bienes materiales, lo que se, es que compararse con una mercancía, al fin y al cabo no está nada mal si se lo piensa fríamente.

Yo, el lápiz de Leonard Read. No dejen de leerlo.

Yo, el lápiz de Leonard Read. No dejen de leerlo.

Un día, inspirado en el escrito «Yo, el lápiz» de Leonard Read, realicé el ejercicio de tratar de visualizar el camino realizado por muchas de las cosas que tengo en mi casa, para llegar de ser un conjunto de materias desperdigadas en la naturaleza, hasta ser el producto que utilizo todos los días y que tan vilipendiado resulta al ser comparado con el resultado de otras profesiones. No se por qué -probablemente por mi carrera- empecé por un Disco Rígido. Fabricar un disco rígido llevó el trabajo, la investigación y la coordinación de muchísimas profesiones. Sólo pensando unos segundos los más básicos, se necesitan: ingenieros, mecánicos, físicos, químicos, matemáticos, diseñadores industriales, programadores, técnicos de ensamblaje, seguramente torneros, técnicos en calidad. De un primer vistazo conté sólo 10 profesiones, y eso sin tener en cuenta todas las actividades de soporte, como los contadores, gente de marketing, vendedores, personal de maestranza, secretarios, diseñadores gráficos, personal administrativo, gerentes, transportistas, mineros, geólogos, metalúrgicos, y un largo etcétera. Y todo eso, sin tener en cuenta el trabajo previo de investigación de siglos de historia humana acumulados en un artefacto, que cada vez que lo vemos en una vidriera, no decimos más que «meh, un disco rígido».

Y eso sólo pensando en el disco rígido que había sobre la mesa. Creo que haciendo este ejercicio con algunos productos más que se encuentran en la casa se pueden dar cuenta de que todas las profesiones del mundo, toda la humanidad y la historia ayudaron a que ustedes puedan satisfacer sus necesidades más básicas. Y cada vez que pienso en ello, se me hace más extraña esa manía de no querer comparar el trabajo de uno con una «simple» mercancía. Al fin y al cabo, personalmente pocas veces ví tanta grandeza como cuando analizo cómo llegó cada «mercancía» a mi casa.

El asunto se pone más espeso, cuando se mezcla el asuntillo ese de «esto no es una mercancía, el estado debería proveerlo». Y no, ni siquiera quiero referirme a la salud y a la educación. Pero cuando un músico justifica moralmente superior su obra a cualquier mercancía, comienza la presión para que todos los demás debamos hacernos cargo de que le paguen por «hacer lo que le gusta», aun cuando ello no sea compartido por la gente que no consume su producción. Y lo mismo pasa con obras de teatro, literatura, películas, documentales y un montón de actividades que algunos seres que se creen moralmente superiores, creen que todos los demás productores y consumidores de «simples» mercancías deberían solventar. Entonces dividen al mundo en «comercial» y «artístico», degradando a los primeros y elevando a los segundos.

Pero este no es un artículo contra ellos, sino en favor de las mercancías. La idea del artículo es que puedas sorprenderte cada vez que veas algo en tu casa provisto por alguien más, y puedas ver en eso el esfuerzo, el ingenio, los años de estudio, la dedicación, la pasión y la historia personal detrás del artículo o servicio. Sea de la naturaleza que sea. Y así, algún día, vas a sentirte orgulloso y admirado, de poder ofrecerles a los demás, tu propia mercancía.

bestthemeswordpress.com - best wordpress themes - magazine wordpress themes restaurant wordpress themes