El peligro de la escuela

 La escuela tal como hoy la conocemos es peligrosa, desde cualquier punto de vista que se la mire. Esta puede sonar una declaración radical y contraria al sentido común, sin embargo un análisis detenido sobre esta institución nos lleva a esa conclusión determinante. La escuela como institución moderna tiene sus orígenes en el S. XIX, en Prusia, posteriormente instaurada como modelo en gran parte de los países considerados geográficamente Occidentales.

¿Escuelas o Prisiones?

Ideado por Federico, El Grande, el proceso de escolarización, compulsiva a partir de ese momento, fue diseñado en vistas de dos objetivos totalmente contrarios a la educación en una sociedad libre: por un lado, enseñar a obedecer ordenes para tener ciudadanos listos para la guerra, por el otro, generar personas acostumbradas a la realización de tareas sencillas, mecánicas y repetitivas, tal cual lo necesitaban las empresas que surgían en plena Revolución Industrial.

Poco ha cambiado la escuela de Federico, El Grande a la actual. Desde la disposición de los bancos, a la división de los alumnos por una cuestión tan arbitraria como la edad,  hasta la duración del año escolar, la obligatoriedad y la siempre odiada «tarea para casa».  Domingo F. Sarmiento fue el responsable de traer este sistema a la Argentina, a través del sistema escolar que predominaba, y predomina, en Estados Unidos.  [Para más sobre este análisis de la educación, escribimos acá y acá]

Sorprendentemente, el diario conservador La Nación, en dos semanas publica dos notas que nos sacan del letargo al que  nos acostumbra la corrección política, especialmente en un país al que nadie le gusta salirse de la norma, y nos ofrece una visión alternativa a la educación que se aparta de la clásica fórmula «más presupuesto, maestros más preparados, 180 días de clase».

La primera nota, publicada la primer semana de junio, es una entrevista al sociólogo español Mariano Fernández Enguita, que se torna interesante por el sólo hecho de cuestionar una cuestión sacralizada por estos lares, la obligatoriedad de la escolarización. No se trata de un alegato por una reforma radical al sistema actual pero abre la puerta para una mejora:

-¿Cómo describiría los efectos no deseados de la obligatoriedad de la enseñanza?

-No es que yo esté en contra de que la enseñanza sea obligatoria, pero hay que tener en cuenta los costos. Cada vez tenemos a la gente más tiempo escolarizada y esto genera tensiones cuando la experiencia no es gratificante para el alumno, cuando no cree en lo que se ofrece a cambio o cuando la relación con sus compañeros no es buena. La escuela es un lugar donde la gente está muy próxima y el ego de docentes y alumnos está muy expuesto. Los crímenes en las escuelas son casos extremos, pero el acoso escolar no es tan anecdótico y puede hacer muy siniestra, negativa y dura la experiencia de una persona. Otro problema de la escuela tal cual como funciona hoy es que tiene un público cautivo. Es decir que es como una olla a presión que tiende a explotar. No es difícil ver esto, pero a veces no queremos mirarlo. Mientras nosotros discutimos si escuela privada, pública, religiosa o laica el tipo de escuela que más crece es la escolarización en casa, es decir, la no escolarización.

La segunda nota, publicada el domingo 10 de junio, se pregunta en su título Educarse sin ir a la escuela, ¿es posible? La pregunta está mal si se refieren a las escuelas actuales. «¿Hay otra manera?», debió decir. Esta nota aborda la experiencia de una familia decepcionada con el sistema educativo estatal (de gestión pública y de gestión privada) que decidió educar a sus hijos en casa:

Corina y sus hermanos -Santiago de 8; Sofía, de 5, y Timoteo, de 3- se levantan «relajados» y, a las 9, se instalan en el living de su casa, en Pilar, con los libros y cuadernos de la materia que les corresponda y bajo la mirada y guía de su madre, Silvina Kerr. Una escena similar se vive a diario en la casa de la familia De Peu, en Belgrano, donde Stacy conduce el estudio de sus hijos Charlie, de 10 años; William, de 9, y Nathaniel, de 7, según la currícula de quinto, cuarto y segundo grados que rendirán como alumnos libres a fin de año en una escuela pública.

 Mientras que la opinión de Constanza Mazzina, de Libertad y Progreso, da una pauta de por donde empezar a analizar este fenómeno:

En el país, para cumplir con la obligatoriedad de la enseñanza los padres pueden elegir entre establecimientos gestionados por el Estado o por privados, cuya estructura es la misma. En este contexto, Constanza Mazzina, investigadora de Eseade y coordinadora del área educativa de la fundación Libertad y Progreso, considera que la educación en la casa es una opción interesante «en un marco que desmonopolice y desregule la oferta escolar y permita la verdadera competencia entre sistemas educativos».

Sin embargo, no todas las opiniones son iguales, como es el caso de Ana Carballo:

Ana Caraballo, psicopedagoga de la consultora Caraballo & Segat, que implementa el programa de coaching estudiantil desde hace ocho años, afirma: «La escuela en casa impide la posibilidad de compartir con pares diferentes momentos y actividades, competir y, entre otras cosas, aprender a convivir con las diferencias»

Cuando uno lee cosas como esta, donde un chico pierde un testículo por una «actividad entre pares», o que un alumno le rompe la nariz a otro, o que chicas acosadas por tener buenas notas, no parece ser el ambiente ideal que uno quiere para que sus hijos establezcan sus lazos sociales.

Una alternativa a la escuela, y a la educación en casa, son los sistemas alternativos educativos, uno de ellos el diseñado por María Montessori, donde el niño se maneja en un ámbito de libertad y responsabilidad. Un camino que aún no ha sido recorrido en Argentina, siendo que en el país apenas existen tres establecimientos que adhieren a este método pedagógico.

Isabel Paterson, tenía su opinión formada acerca del sistema educativo, sobre el cual decía: «no puede haber un poder más arbitrario que el de tomar a los hijos de sus padres, enseñarles lo que sea que las autoridades hayan decretados, y le expropien a los padres los fondos para ello… Un sistema educativo obligatorio, financiado por impuestos, es el modelo completo de un estado totalitario». Por esto, es necesario, mientras no sea viable el desmantelamiento de la educación estatal, favorecer alternativas quecompitan, oficialmente o desde la clandestinidad, con el actual sistema, sea Montessori, homeschooling o unschooling para ofrecerle a los chicos una mejor calidad de vida.

– Karen de Coster recomienda ver el documental «The War on Kids» sobre el tema.

– Stefan Molyneux y Stephan Kinsella conversan acerca de libertarian parenting, en Freedomain Radio.