Los frenos del estado

Te van a decir muchas cosas.

Te van a decir que es consecuencia de las «privatizaciones» de los’90. Te van a decir que es consecuencia de que estaba ausente el estado. Te van a decir que era una tarea pendiente del proyecto nacional-socialista (nac&pop). Te van a decir que la gente viajaba en el primer vagón, porque estaban apurados. Te van a decir que los empresarios gastaban los subsidios en negocios financieros. Te van a decir que esto entierra los últimos vestigios del proyecto neoliberal, y debe haber una solución superadora. Te van a decir que los van a querellar porque ellos también son víctimas. Te van a decir que es una lástima, porque murieron trabajadores. Te van a decir que si era un feriado, y no un día laborable, tal vez, no moría tanta gente.

Te van a decir esto y muchas cosas más. Te lo van a decir y te lo dijeron.

El trágico accidente ocurrido a comienzos de la acotada semana número ocho del año, no fue un accidente. Era previsible que ocurriera, lo pudo preveer  una autora americana en una novela de 1957, lo podía preveer cualquiera.

Esta vez hay que poner un punto final, y hablar claro. La responsabilidad no fue del gobierno. Por supuesto, son los máximos culpable de que haya sucedido la tragedia, varios funcionarios deberían renunciar y otros ir presos, pero no tuvieron la responsabilidad de que esto pasara. Los responsables de que haya sucedido esto es el 90% de los argentinos que han elegido, durante los últimos años, una alternativa que lleva a resultados como estos.

Para ellos es facil dispensarse de la responsabilidad, con tan sólo decir que el estado estuvo ausente, que fue todo lo contrario lo que votaron, que esto pasó por la culpa de empresarios inescrupulosos, se sienten liberados. Pero el estado no estuvo ausente. Si el accidente  ocurrió fue justamente por todo lo contrario, fue porque el estado estaba presente, estaba muy presente. Este es un argumento que trasciende a oficialistas u opositores, los primeros afirman que es una «tarea pendiente aumentar la presencia del estado», los segundos dicen que fue un «estado ausente» el responsable de que los frenos del ferrocarril no frenaran. No hay diferencia.

Está postura disociada de la realidad, tanto del kirchnerismo, como de la llamada oposición, se debe a que en el fondo, ambas se encuentran unidas por la adoración al estado. Ninguno de ellos ha sabido reconocer que el estado fracasó, más aún el estado nunca fracasa, o el estado no estaba presente, o no estaba suficientemente presente, pero el estado hubiese tenido éxito en frenar al tren, creen ellos.

La misma arrogancia presente en las medidas que intentan regular estilos de vida, fijar precios, manejar la producción de las fábricas, y diseñar los modelos de negocios de cada empresa, está presente a la hora de manejar una línea de tren, aunque en este caso los 51 muertos los dejaron más expuestos, que las cientos de víctimas anónimas que día a día padecen sufrimientos por el accionar del estado, y que son ignoradas por todos, o víctimas de un diagnostico equivocado.

Se podrán decir muchas cosas acerca de la administración de los trenes: que fue privatizado, que fue negligencia de la concesionaria, que el estado no controló lo que debía controlar, podrán decir todo eso, pero nadie estuvo más acertado que Alberto Benegas Lynch (h) para analizar en serio el accidente de la línea sarmiento:

No se trata de insinuar que una empresa privada no pueda tener accidentes, muy lejos de ello. De lo que se trata es de señalar que si la empresa se politiza los incentivos para mejorar resultan bastardeados ya que son otros los que pagan los platos rotos, sin embargo, la empresa privada, en la medida en que no presta buenos servicios es desplazada del mercado. Hasta la forma en que se toma café y se encienden la luces resulta completamente diferente en un organismo estatal respecto de lo que ocurre en una empresa privada. Por otra parte, la misma constitución de lo que se denomina una “empresa estatal” significa despilfarro puesto que los siempre escasos factores productivos se canalizarán en una dirección distinta de la que hubiera decidido la gente si se les hubiera permitido hacer uso del fruto de su trabajo.

Para comprender de forma integral la tragedia, el artículo que cito acá arriba es de lectura obligada.

El problema de frenos no está en las  formaciones de la línea Sarmiento, el problema de frenos lo tiene el estado, que intenta acaparar, manejar y planificar cada uno de los espacios en que lo dejan, o quiere pasar. Un estado que constantemente fracasa, y que, por más buena voluntad que se le ponga, seguirá fracasando.