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Ningún mandato

Cristina Fernández de Él asumió su segundo período en el gobierno argentino, y no hay razones para pensar que esto puede ser algo bueno. No hace falta apelar al gran circo que  tuvo lugar el 10 de diciembre, más parecido al festejo de la Familia Real que a la investidura de un presidente constitucional, para vislumbrar el panorama sombrío que le espera a los argentinos para los próximos cuatro años.  Las lágrimas de cocodrilo, el luto constante, los herederos protagonistas, los insultos, nada de eso es tan grave, ni siquiera el festival musical teñido de sangre (porque no olvidemos que a diferencia de los circos que son lugares donde uno paga y se entretiene con payasos y enanos disparados desde cañones, acá estamos ante un espectáculo financiado mediante la violencia y que tiene un mensaje político de grandilocuencia que habla de la personalidad patológica de la presidenta, que no es diferente a la de los políticos en general).

La famiglia al mando

Mucho más amenazante que un grupo de artistas fracasados vitoreando al régimen aparece la Cámara de Diputados y el Senado, dispuestos a comenzar a una maratón de sesiones para hacer lo que mejor saben hacer, atacar la vida, la propiedad y la libertad de los ciudadanos.

Con la firma del decreto de la convocatoria a sesiones extraordinarias del órgano legislativo además de confirmar el rumbo que todos sospechaban, es decir que nada iba a cambiar, admiten que la Argentina está en crisis. A la quita de subsidios iniciada en hace unos meses, y que repercutirá en las facturas dentro de un par de meses, se suma a los temas que tratarán en los próximos 14 días en el Congreso, la extensión del impuesto a cheque y  la prórroga de un impuesto de emergencia al precio final de los cigarrillos, la sanción de la ley  de tierras, la declaración de servicio público de papel prensa, la confección de un presupuesto fraudulento con números inventados para administrar de forma totalmente arbitraria el dinero de las víctimas los ciudadanos, la incorporación de mayores trabas para los trabajadores rurales.  Un gobierno en crisis que debe afinar los mecanismos de control social para poder mantenerse en el poder los próximos cuatro años.

¿Los representantes de quién?

Estos son apenas los primeros 14 días que se vienen de lo que los medios y la gente llama el «segundo mandato», pero solamente viendo lo que tienen planificado la primer quincena ¿de que mandato están hablando? Definitivamente no se trata de un mandato de la Constitución, la constante violación a la ley fundamental y la poca importancia que admiten darle a la misma tira por la borda esta teoría. Tampoco se trata de un mandato «del pueblo» o «del soberano», pues muchísimas personas nunca le otorgaron un mandato a la presidenta, a ningún presidente, y mucho menos para que violen sus propios derechos.  Por esto, la ficción de que Cristina Fernández, o cualquier presidente, es un mandatario, debería ser dejada de lado. No tienen ellos ningún poder firmado por cada uno de los individuos para actuar en su nombre, y mucho menos alguien va a firmar un documento que permita actuar en perjuicio de uno.

Comienzan otros cuatro años de intervencionismo, autoritarismo, y un mayor avance del estado sobre la sociedad civil, secuestrando, de a poco, todos los días, el poder social que se encuentra distribuido en la sociedad,