Castrista

Hoy una compañera del trabajo se declaró abierta y orgullosamente “castrista”. -“Qué dijiste!???” interrogué desde la otra punta, y me fue grato no ser la única sorprendida.
No me lo podía perder!! Tuve que acercarme a intentar mantener un diálogo con este espécimen.
– Contame por qué apoyas el régimen de Castro?
– Bueno porque es un ideal muy noble que todos puedan tener “lo mismo” (empezamos mal con la defensa de la igualdad…)
– Claro te entiendo, cuando yo era chica y leía la teoría marxista pensaba que era la utopía más fascinante del mundo, después por suerte estudie un poco de historia y entendí que en la práctica nunca se concreta. Te das cuenta de eso, no? Que en Cuba en realidad no solo no hay igualdad sino que la pobreza y la miseria son moneda corriente?
– Sí claro pero eso es por culpa del bloqueo que les realiza Norteamérica… Si Cuba no sufriera ese bloqueo sería increíble.
– Aha… (No puedo evitar sentirme en el túnel del tiempo con tan anticuada y superada argumentación sobre la dicotomía cuba socialista – estados unidos capitalista…) que interesante vos crees que Cuba florecería sin el bloqueo yanqui… Entonces el modelo Castrista necesita de Estados Unidos para comercia con ellos?
– NO! Porque si Castro y la Revolución no hubieran resistido al imperialismo yanqui hoy Cuba sería una estrella más en la bandera de USA…
(Mientras me pregunto qué tendría de malo que Cuba se hubiese convertido en un estado asociado de USA, o que tiene siquiera de válida esta línea de razonamiento, elijo abarcar la conversación por otro costado…)

– Entiendo, entonces decime algo, vos cómo justificas los presos políticos de Cuba, privados de su libertad por tener ideas propias que molestan al gobierno de Castro?
– Bueno, de la misma manera que justificas vos la base de Guantanamo?
– Yo no la justifico. Repito, como justificas periodistas y personas inocentes presas por pensar diferente al régimen?
– El fin justifica los medios! (no miento, literalmente)
– Claro, yo no creo que el fin justifique ningún medio.
– Cómo que no? Nunca leíste a Maquiavelo?
– Sí por supuesto extensivamente, sigo sin considerar que sea moral que el fin justifique a los medios. Qué tal si te digo que sos un obstáculo para mi fin y que necesito matarte cómo medio para obtenerlo?
– …
– Ok, entonces te irías a vivir a Cuba? Porque estas tan fabulosamente de acuerdo con el régimen castrista?
– Ah no! Si me das a elegir entre Cuba y USA por supuesto que me voy a vivir a Estados Unidos…
True Story.

Cerrar el FMI

El Partido Liberal Libertario (PL) contactó a Sheldon Richman y publicó traducción de su artículo sobre el FMI de hace pocos días (agregué los links del original y alguno más).

Es un mundo patas para arriba. «Anarquistas» protestan por recortes al gasto de gobiernos, mientras «socialistas» viven en el lujo, incluyendo habitaciones de hotel en Manhattan de U$S 3.000 la noche, trabajando, en al menos un célebre caso, para imponer «neoliberalismo» con sabor a corporativismo en países con problemas.

International Monetary Fund
FMI: Fondo/Fraude Monetario Internacional.

El escandalo sexual que afecta al recién salido director del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, desde ya no es motivo para eliminar el organismo (tampoco que necesitabamos uno nuevo). El organismo, hijo intelectual y pieza central del inflacionario Bretton Woods de posguerra ideado por J. M. Keynes, en primer lugar nunca debió ser creado, dado fue otro calculado paso hacia el dinero mundial controlado por los gobiernos. Su reinvención luego de su mandato original, mantener el sistema del dolar basado en tasas fijas (obsoleto 40 años atrás y ejemplo clásico de expansión de una misión burocrática), no es más justificada por su nueva misión, ser un 911 para gobiernos descuidados y agobiados por deudas, de lo que era por la anterior.

El FMI tiene 187 gobiernos miembros, quienes en conjunto este año aportaron U$S 340 miles de millones al organismo. Cada país tiene asignada una cuota de contribución y una cantidad de votos ponderada acorde a su cuota. La cuota financiera del gobierno de EE.UU. es de un 17% del total, casi 3 veces mayor que la del segundo mayor aportante, Japón. Controla el 16,74% de los votos, con Japón a continuación con el 6,01%. El Secretario del Tesoro Timothy Geithner es el miembro de EE.UU. de la junta de gobernadores, junto al presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, como gobernador suplente. Esto debería de ser suficiente para establecer que la agenda del FMI no son los mercados libres.

Financiado por la fuerza

Todo el dinero del FMI proviene de los contribuyentes y de las imprentas de los bancos centrales. Allí tenemos el primer caso en su contra: está financiado por la fuerza. Eso debe moldear nuestras expectativas acerca del organismo.

¿Qué es lo que hace el FMI? Digno de La Carga del Hombre Blanco (poema de Rudyard Kipling), William Easterly, ex economista del Banco Mundial, llama al FMI «el organismo de occidente más poderoso para lidiar con países pobres». No hay motivos para el optimismo. Así es como describe su misión:

  • Vigilancia: «supervisa el sistema monetario internacional y monitorea las políticas financieras y económicas de sus miembros»;
  • Asistencia técnica: «ayuda principalmente a países de bajos y medios ingresos en la gestión eficaz de sus economías», y
  • Préstamos: «proporciona préstamos a los países que tienen problemas para cumplir con sus pagos internacionales y no pueden encontrar otra forma de financiación en condiciones accesibles».

En cuanto al primero, el FMI ha sido notoriamente malo para prever las crisis. Pero eso no debe sorprender. ¿Por qué los burócratas que viven bastante bien de los contribuyentes, sin capital personal en riesgo, se espera que sean competentes en la detección de problemas económicos? ¿Algún organismo oficial del gobierno de EEUU previó la burbuja inmobiliaria y su explosión? Los burócratas no pueden saber lo que necesitan saber porque el conocimiento crucial es particular en tiempo y lugar, y disperso la mayor parte del tiempo.

¿Quién asesora a quién?

La promesa de «asistencia técnica» es dudosa e incluso risible dado los países dominantes difícilmente puedan decir que eficazmente gestionan sus propias economías. ¿Quién va a dar este consejo? El problema del conocimiento ataca de nuevo. El FMI a menudo aconseja a los países en dificultades a incrementar sus impuestos, excepto los impuestos corporativos, y a reducir el gasto público para reducir los déficit presupuestarios, perturbando tanto a keynesianos como a supply-siders. Esto es considerado como asesoramiento orientado al mercado, o neoliberal, pero en la medida en que las medidas impuestas desde el exterior generan malestar público, dan a la real reforma de mercado un mal nombre y un retroceso a la causa del liberalismo genuino.

Por ejemplo, el FMI puede asesorar a un gobierno a eliminar los controles de precios sobre los alimentos, que en sí mismo sería una medida pro-mercado si va acompañada de otras reformas. Sin embargo, si dicho gobierno creó la escasez y el resto de sus medidas se mantienen (concesión de licencias, franquicias, patentes, y así sucesivamente), la escasez permanece, la gente sufre y culpa al «libre mercado». Disturbios por alimentos ocurrieron hace unos años en Egipto bajo estas circunstancias, y como resultado son muy desconfiados de las reformas de mercado. Oriente llama a ese tipo de violencia «revueltas del FMI». El FMI dice que obliga a sus clientes a suavizar el golpe «fortaleciendo el uso de recursos para las redes de seguridad social».

Los préstamos del FMI constituyen un salvataje doble. En primer lugar, salvaguardan a políticos cleptocráticos de las consecuencias de sus sistemas de explotación, evitándoles la necesidad de la reforma radical que estos países necesitan desesperadamente, incluyendo la reforma agraria y la banca libre (¿podemos ver a Geithner o Bernanke promocionando tales cosas?).

En segundo lugar, los préstamos del FMI rescatan a los acreedores del país en problemas, usualmente bancos de Wall Street, de un default del gobierno en sus deudas.

Esto es sin dudas hacer buenos negocios haciendo el bien; con el dinero de los contribuyentes.

¿Quién paga? Aparte de los contribuyentes utilizados como fuente de dinero para el FMI, la cuenta es finalmente pagada por los trabajadores de los países deudores a través de impuestos más altos recetados por el FMI.

Mentalidad del planificador

Easterly escribe:

«La función básica (del FMI) de hacer cumplir la disciplina financiera es deficiente por una entrometida mentalidad del planificador que establece objetivos numéricos arbitrarios para los indicadores clave del comportamiento del gobierno. Al igual que todos los planificadores, el FMI se ajusta a la realidad compleja de los sistemas económicos en un lecho de Procusto de objetivos numéricos que tienen poco que ver con esa complejidad. Las condiciones de sus préstamos a menudo enturbian la política interna de una manera que es demasiado invasiva. Y al final, ni siquiera es claro que las condiciones contribuyan a la devolución de los préstamos.»

El problema del conocimiento es un fenómeno generalizado.

El FMI hace hincapié en que los préstamos vienen siempre con la «condicionalidad», pero por las razones ya aludidas, que deben ser de poco consuelo para los defensores del libre mercado. El organismo señala que utiliza el principio de «parsimonia» al escribir las condiciones: «las condiciones relacionadas con los programas deben limitarse al mínimo necesario para alcanzar los objetivos del programa respaldado por el FMI». Por lo tanto, las más profundas violaciónes a la libertad individual y a los principios del mercado, la distribución de tierras feudales por ejemplo, se dejan intactas. Los mercados reales no existen cuando grandes extensiones de tierra son controlados por una elite privilegiada, dejando a la mayoría con poca opción más que tomar lo que le es dado. Su aceptación puede representar la «mejor opción disponible» pero si sus opciones han sido artificialmente restringidas, eso no es mucho decir (afortunadamente la economía informal ofrece algo de esperanza).

Los préstamos del FMI canalizan los recursos a los gobiernos centrales, lo que refuerza su poder y politiza aún más a los países «auxiliados». Como P. T. Bauer escribió,

«La ayuda extranjera ha politizado mucho la vida en el tercer mundo. Y cuando la vida social y económica es ampliamente politizada, quien tiene el poder se convierte en sumamente importante, a veces en una cuestión de vida o muerte. En tales condiciones, la gente en general se preocupa mucho con lo que sucede en la política y en la administración pública, dado las decisiones tomadas llegan a afectar mayormente su modo de vida. La gente desvía sus recursos y atención de actividades productivas a otras áreas, como tratar de predecir los acontecimientos políticos, sobornar a políticos y funcionarios públicos o evadir controles.»

Al final, el FMI ha fomentado la dependencia a largo plazo, el endeudamiento perpetuo, el riesgo moral, y la politización, mientras desacredita la reforma del mercado e impide un cambio revolucionario liberal. La solución no es que el FMI imponga los mercados libres, incluso si se pudiera. Eso se asemeja a imperialismo y, escribe William Easterly, habría «ecos paternalistas de La Carga del Hombre Blanco«.

El FMI debe ser desechado y se debe permitir que las personas que sufren bajo cleptocracias puedan descubrir las necesidades de mejora de sus propias condiciones. ¿Cuánta más «ayuda» pueden soportar?

Ved en trono a la noble igualdad

Como cuando uno se quiebra y de repente empieza a ver a todos ensellados. Como cuando a las mujeres no les viene y empiezan a ver todas mujeres embarazadas y cochecitos por doquier. De la misma manera veo la realidad hoy yo. Encontré en la Ciudad de Buenos Aires (y me remitiré sólo a este distrito en mis posts) leyes, proyectos e ideas de nuestros funcionarios que van totalmente en contra de los derechos individuales de los porteños. Indignada, abro grandes los ojos, me tiro el pelo para atrás, me acuesto en la silla, me acerco la luz y escribo estas líneas.

En realidad, todo empezó por un llamado del gobierno de la ciudad a mi casa. 19.30 aprox, me suena el telefono. Dejo el pastelito de membrillo, apoyo el mate, casi me mato con el cable de la pc, y atiendo a Cecilia que quería hacerme unas preguntas de cómo venía la gestión del ingeniero. Aprete 2 con fuerza «si entiende que existen fallas en la gestión de Mauricio Macri». Mas que haciendo de menos, están haciendo demasiado.

Caso concreto. Andaba yo leyendo las «noticias destacadas» del portal -amarillista?- de la ciudad cuando leo en palabras de Macri: » “vamos a duplicar los alcances de este plan para que podamos atender a muchos más chicos y garantizarles igualdad de oportunidades».  Ahí frené y cambié mate por café negro con dos de azucar. Querer igualar a todos mediante la ley es terrible (hablaba sóla frente al monitor). No somos iguales. Garantizar la igualdad de oportunidades es descaradamente mentirle a la gente en la cara, sin tapujos. Es sin más, una manera injusta de igualar siempre para abajo. Las lindas siempre tendrán mejores oportunidades que las feas (la imagen es mucho, no la desestimen). Las flacas tendrán más oportunidades que las gorditas en publicidad. Alguien que nació en Buenos Aires tendrá seguramente más oportunidades laborales que alguien que nació en Puelches en La Pampa. Hay personas que nacen con suerte. Están los que heredan. Están los que son más piolas, inteligentes y quienes se la rebuscan. Lo natural no es la igualdad, es justamente la diferencia lo que nos hace únicos.

La igualdad de oportunidades es una falacia. No existe ni va a existir nunca. Quienes lo intenten tendrán sólo una meta: que el rico no sea tan rico, que al inteligente se lo prohiba de actuar, que a la linda se la castigue. Insólito. La igualdad, estimado jefe de gobierno, no es mediante la ley sino ante ella.

En lugar de indignarse, piensen

Publicado originalmente en No me parece – 22 de mayo de 2011

Por Jose Benegas

Indignados

Lo que ustedes reclaman como hijos mal atendidos es lo que toda la vida les hemos estado diciendo los que no creemos en el uso de la autoridad central para manejar a la sociedad que el Estado no puede dar. No son sus dirigentes los que han fallado, ellos han hecho exactamente lo que ustedes demandaban y así les fue.

Las viviendas, los empleos, las jubilaciones que ustedes quieren que les den, deben ser producidas. Una vez que escribieron en un papel todos los derechos y aspiraciones que tienen alguien tiene que venir y hacer eso que ustedes dicen que nacieron con el derecho a tener (y ahora lloran ante los que se pusieron a escribir papeles cada vez más lindos y fueron entronizados a los puestos de mando), se deben fabricar los ladrillos, y el cemento, extraer el hierro de la roca y convertirlo en vigas, enviarlo en camiones – que muchos fabricaron – y ponerlas en su lugar. Y hay que estudiar para saber cuál es ese lugar. Ustedes piden que otros escriban todos esos derechos que dicen tener y ellos lo hacen. Crean oficinas de derechos y escriben leyes por las que ustedes van a tener todo lo que necesitan. Pero todavía falta la instancia de ponerse a trabajar ¿Y saben qué? Háganse cargo porque la verdadera naturaleza de sus pretensiones es deleznable. Quieren que esa autoridad vestida de paternalismo utilice la fuerza contra otros para que esos ladrillos, vigas y camiones, esos conocimientos adquiridos con mucho esfuerzo para saber cómo hacer sus viviendas, todo eso sea hecho esclavizando a todos los que intervienen en el proceso. Claro, ya no usan látigos directamente en la obra, solo pasa el recaudador y les revisa las cuentas para ver de dónde apoderarse del fruto de su trabajo. Y ustedes están ahí para alentarlos, sin saber que siempre los que pagan son ustedes. Parece que hay justicia finalmente en el mundo. Ustedes reclaman y ustedes pagan porque están ahí al margen de una economía que como tiene que cargar con el peso de sus pretensiones autoritarias, debe tirar el lastre de los menos productivos ¡Adivinen quiénes son los menos productivos! Ustedes los que están en las carpas quejándose porque su crimen no paga.

No se disfracen más de “democráticos reales”, ustedes son colectivistas reales. En el colectivismo no hay democracia alguna porque el ciudadano no existe, solo la maquinaria. No falsifiquen sus intenciones, van a terminar con la poca libertad que sus deseos han dejado en pie.

No pidan que se vaya nadie, váyanse ustedes. Váyanse al carajo. O empiecen a pensar. Tiren sus libros y busquen otros. Traicionen a sus maestros y libérense de la Matrix o déjense de joder de una buena vez con tanto llanto.

Cuidando a la Presidenta

[Publicado originalmente en La Crisis es Filosófica – 19 de mayo de 2011]
Diez de la mañana. Olor a incienso, decoración oriental, muchos libros en la biblioteca, y un futón largo para la comodidad de los pacientes. Allí se sentó Cristina:

– Buen día doctor Nakamura.

¡Buenos días, mi presidenta! Es un honor tenerla en mi consultorio, aunque debo decir que me preocupa un poco porque quiere decir que algo no anda del todo bien ¿Qué la trae por aquí?

¡No puedo más doctor! La verdad, estoy muy cansada. Hace poco mi médico me prohibió viajar a Paraguay, estuve con problemas de presión, desmayos…

Entiendo, sí. Y cuénteme un poco. ¿Qué estuvo haciendo esta semana?

Bueno, lo normal ¿vio? Un poco de trabajo, digamos, nada raro.

Veo, veo, ¿Y en qué consistió esa rutina normal de trabajo?

Bueno verá, el jueves pasado inauguramos un centro integrador en Villa Zagala. Luego, el viernes, me reuní con los dirigentes de la CTA y el martes con la CAME. Es como parte del diálogo social ¿vio? Para que tengamos los salarios controlados. Ese mismo día anuncié el hallazgo de petróleo no convencional de YPF donde di cifras precisas sobre reservas y otras cuestiones técnicas. El miércoles firmé otro acuerdo salarial, pero entre la UOCRA y la Cámara de la Construcción y el jueves entregué créditos estatales a jóvenes emprendedores para que se desarrollen, produzcan, generen trabajo… en fin. Y el viernes cerramos un acuerdo importantísimo para la prevención de salud en las cárceles.

Bueno, bueno. Entonces usted me dice que en el plazo de una sola semana tuvo que encargarse de siete cuestiones de vital importancia y que, a su vez, no tienen casi nada que ver una con la otra.

Tienen que ver, por supuesto, es el bienestar del país.

Si claro, lo entiendo, pero usted tuvo que interiorizarse de la situación de siete circunstancias esencialmente diferentes, con diferentes necesidades, problemas, historias, intereses y alternativas de solución en juego.

Sí, por supuesto, ése es mi trabajo.

Bueno verá, por ahí no debería decirle esto pero tengo pacientes que aparecen aquí con crisis de nervios porque deben rendir dos exámenes en un mismo día. Tengo empleados de restaurantes que se desmayan en pleno trabajo porque hubo demasiadas mesas para atender. Y también tengo pacientes como la Señora Mirta Legrand a quien tuve que contener por no sé qué nuevo escándalo que había protagonizado su nieta.
No quiero decirle cómo hacer su trabajo, pero sí quiero decirle que lo que usted llama rutina y trabajo es humanamente imposible de realizar.

Vaya doctor, la verdad que nunca lo había visto de esa forma. ¿Entonces son todas estas cosas las que me generan presiones que terminan afectando mi organismo?

Creo que es una posibilidad a considerar.

¿Y qué hago? ¿Cómo hago para que a este país le vaya bien y yo no muera en el intento?

¿Probó alguna vez delegar sus tareas?

¿Está hablando de Cobos? ¡Por favor le pido, que veníamos bien!

No, no. No me refería al vicepresidente. Una delegación más grande.

Claro que sí, mis ministros trabajan muy duro. Con Amado, Guillermo y Carlos siempre nos reunimos, trabajamos mucho en equipo, aunque las decisiones finales, claramente, las tomo yo.

Está bien, eso es una forma de delegar, pero usted sigue con la carga de decidir acerca de todo. La responsabilidad sigue siendo suya, de su equipo. Es como el general del ejército. Él delega, pero la responsabilidad es siempre suya.

¿Y entonces? ¿A qué se refiere?

Bueno, le pregunto lo siguiente, para que vayamos de a poco. Si su hermano se pelea con su padre. ¿Usted qué hace?

Trataría de intermediar, solucionar el tema.

Bien ¿Y si su primo se peleara con su tío?

Supongo que los escucharía si me necesitaran.

Claro ¿Y qué haría con un vecino con quien no tiene relación?

Creo que dejaría que él y su entorno encuentren la mejor solución. ¡No puedo estar en todo, Doc!

Estimada, usted lo ha dicho mejor que yo. Trate de tener presente esta charla. En eso consiste la verdadera delegación, en dejar que los demás encuentren la mejor solución y la pongan en práctica. Y, por supuesto, ellos asuman la responsabilidad. La responsabilidad no es suya, mi querida presidenta. No se haga cargo de lo que no le corresponde porque la va a terminar afectando negativamente. Es mi consejo médico nomás.

Muchas gracias Nakamura. Lo voy a tener en cuenta. Y otra cosa ¿Mirtha estaba mal por lo de Lousteau? A mí nunca me gustó ese chico…

La inmoralidad del proteccionismo

Supongamos  que los beneficios [12345, y más] sobre los que insistimos que trae el libre comercio no son tales. De repente se descubre que la doctrina de «vivir con lo nuestro» difundida por ambassadeur Aldo Ferrer era correcta y el verdadero progreso y la generación de riqueza se obtienen mediante el establecimiento de rigurosas barreras comerciales que impidan la invasión foránea de bienes, impidiendo de esta manera, que atenten contra la integridad de la industria nacional. Suponiendo por unos minutos esto, este post debería estar dedicado a rectificar el error y admitir nuestra equivocación en cuanto a nuestra defensa al librecomercio. Sin embargo aún con todos estos datos irrefutables mi posición seguiría siendo la misma, seguiría oponiendome al proteccionismo, por una razón mucho mas importante que el progreso económico o cualquier otro criterio materialista: el proteccionismo es una inmoralidad.

Todos los días, desde la mañana hasta la noche, realizamos intercambios con otras personas para satisfacer nuestros deseos y necesidades. Muchos de estos intercambios nos encuentra en la parte compradora, otros en la parte vendedora (básicamente, cuando trabajamos), sin embargo la gran mayoría de ellos lo hacemos bajo las mismas normas. Las reglas de juego son iguales para todos, esto no quiere decir que sean justas o no, sino que en el kiosco el paquete de Halls (negros) lo venden a $2, el atado de Marlboro  a $7 (según me dijeron), la Sprite de 600 a $5 y $0,25 cada palito de la selva, seas alto o bajo, morocho o rubio, rico o pobre, argentino o extranjero vas a pagar ese precio. No existe una diferenciación de precio para diferentes etnias, nacionalidades, o para distinto poder adquisitivo, de haberlo el mismo mercado, tanto consumidores como competidores, se ocuparían de denunciar estas deleznables prácticas para desalentar al negocio que las aplica de continuar haciéndolo generándole perdidas. Incluso más, esta práctica esta prohibida por ley . El artículo 8 bis  de la Ley de Defensa de Consumidor dice: «ejercer sobre los consumidores extranjeros diferenciación alguna sobre precios, calidades técnicas o comerciales o cualquier otro aspecto relevante sobre los bienes y servicios que comercialice» es decir la ley hace especial hincapié en proteger a los extranjeros de una discriminación de precios a la hora de la compra de productos, una verdadera contradicción  de las políticas aplicadas desde el gobierno que en breve vamos a analizar. Por último, desde la lógica económica se presenta otro problema, más allá del moral, para la discriminación de precios.

Dicho esto, vemos como en los intercambios comerciales cotidianos no existe ninguna traba sobre con quién hacer los mismos, da igual su nacionalidad o cualquier otro aspecto que defina la personalidad del individuo para determinar el tipo de servicio o precio que se ofrece, incluso como lo vimos recién hasta una ley plantea la ilicitud de venderle  a un extranjero a un precio distinto que un argentino (sin importar que luego el estado aplique estas prácticas en sus Parques Nacionales, por ejemplo, discriminando entre locales, argentinos, y extranjeros).

Si pasamos al plano internacional  esta convivencia pacífica y armónica que podemos apreciar en los intercambios locales queda anulada por completo cuando nos damos cuenta del enjambre de tarifas arancelarias, controles burocráticos formales y no formales para dilatar el proceso de importación, licencias no automáticas, cuotas o contingentes, salvaguardias, controles fitosanitarios, controles de etiquetado y calidad, subvenciones a la producción, medidas anti-dumping, control de cambios, impuestos al consumo de bienes importados, exigencias de exportación para poder importar, medidas no formales (a la Moreno), y la más extrema de todas, la prohibición de importaciones son aplicadas.

El gobierno mediante todas estas medidas mencionadas anteriormente impone un obstáculo para que dos individuos que se encuentran en distintos países puedan intercambiar libremente productos y servicios. No existe ninguna justificación (ni del tipo moral ni del tipo utilitario) como para permitir la obstrucción de una relación voluntaria entre dos personas en donde no haya ninguna agresión contra un tercero. Creer que un beneficio económico justifica interponerse entre dos personas realizando un acuerdo pacifico es una afrenta contra la dignidad humana.

Esto último se puede ver de manera mas clara si extrapolamos la situación que se da en el comercio interncional, y si asumimos que aplicar estas trabas al comercio no son fruto de un nacionalismo irracional que termina perjudicando a la sociedad entera y beneficiando a un puñado de parásitos, si no una medida que beneficia a todos los argentinos, y como tal es justificable aplicarle a nivel local.  Pero, ¿cómo sería vivir en un país donde el proteccionismo también se haga a nivel interno?

  • Cada vez que un boliviano quiera hacer una venta en su frutería, un empleado tiene que hacer un trámite ante el SENASA para verificar la calidad de los productos vendidos. Por supuesto, el costo se elevaría exorbitantemente al igual que los tiempos de demora. Las fruterías manejadas por argentinos no tendrían ningún problema en competir.
  • Los chinos estarían obligados a vender a un precio no inferior que sus contrapartes nacionales por el hecho de incurrir en el dumping y por ende competir de manera desleal. Es decir, no podrían competir con mejores precios.
  • La venta de bijouterie por parte de inmigrantes africanos estaría prohibida, o solo podrían vender 40 piezas por mes.
  • El ingreso a las tintorerías japonesas para llevar un traje o un vestido estaría supeditado a una autorización que se debe requerir con 48 horas de antelación de asistir al local y  que puede ser expedida hasta 60 días mas tarde, una licencia no automática.

Para ingresar a la tintorería rellene el formulario F-23, y aguarde 70 dias para obtener su autorización.

Sin duda, la gran mayoría de los que defiende medidas proteccionistas, se opondría de saber que lo que se está haciendo es básicamente replicar estos ejemplos pero a gran escala. Los trasladamos a nivel local y nos impactan, tacharíamos esas medidas de xenofóbas y racistas, sin embargo esto se da constantemente en el ámbito internacional. Lo más lamentable de todo es que la sociedad ha aceptado sin ningún cuestionamiento que limitar las relaciones comerciales basándose en la nacionalidad de los involucrados no es un acto injusto.Todo esto sucede al mismo tiempo en el que estamos dejando atrás de un siglo signado por guerras que dejaron millones de muertes a causa de los nacionalismos. De aplicarse las políticas que revisamos, en un nivel local, el gobierno argentino sería objeto de denuncias de organismos internacionales de derechos humanos, se organizarían boicots y se lo señalaría como al nuevo apartheid.

En conclusión, aún de comprobarse algún beneficio económico que provenga del proteccionismo (algo sobre lo que seriamente dudo) no defendemos este tipo de medidas por tratarse de un bloqueo a los intercambios voluntarios realizados por individuos cuya única diferencia frente al resto de los intercambios es que se encuentran en dos países diferentes. El proteccionismo es inmoral aún antes de analizar las consecuencias del mismo, una vez determinados los perjuicios que le generan este tipo de políticas a la sociedad, la cantidad de argumentos morales contra las mismas se multiplican. Una inmoralidad que produce no sólo una injusticia contra aquellos que venden y viven en otros paises sino contra los mismos argentinos, que según el relato imperante se deberían ver beneficiados, pero que en la realidad se ven perjudicados y condenados a una calidad de vida inferior.

Los impuestos al trabajo

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