Gobierno Falaz

Mas allá de que las estadísticas del gobierno indiquen que cada argentino posee 6 dedos en cada mano o que 2 + 2 = 5, es innegable que estamos en una etapa de auge en medio de la burbuja en la que vivimos , y eso, mantiene a la gente amansada.

El gobierno ha exagerado este crecimiento con  numeros apócrifos, ocultando que los cimientos de la actual situación económica  no se encuentran en el verso de la «nueva matriz económica diversificada con inclusión social» si no que son los mismos que protegen un castillo de cartas de su demolición, es decir se han atribuido algo que no les corresponde y poco a poco les costará evitar que la burbuja explote.

Controles de precios, restricción a las importaciones, incrementos en la presión fiscal, emision monetaria (inflación), son algunos de los factores de ajuste que terminan transformando este crecimiento artificial de una cifra tan arbitraria como el PBI en un verdadero calvario para todos, la obsesión por mostrar el crecimiento en una cifra que pocos entienden que quiere decir, se va a traducir en una disminución de la calidad de vida de todos los argentinos, y especialmente de los mas pobres, pero eso si, vana poder mostrar orgullosos el crecimiento a tasas exorbitantes, que en la realidad solo se corresponde al patrimonio de los políticos que hoy están en el poder.

A pesar de que ese crecimiento que se expresa en los cientos de números que escupe el INDEC por mes, no tenga asidero en la realidad, existe esa sensación de que «vamos bien», y de hecho, la realidad nos muestra que estamos en un periodo de crecimiento (por más que se trata de una burbuja que inevitablemente va a explotar), de todas formas mas allá de esto es la pregunta: estamos bien gracias al gobierno actual?

La respuesta podría parecer afirmativa si contrastamos las estadísticas de crecimiento del PBI (que la realidad es que hablan poco y nada de como está un país), la clave de la cuestión se encuentra en la manera falaz en la que argumentan los defensores del actual gobierno, particularmente la falacia post hoc ergo propter hoc, Wikipedia explica:

(más…)

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El oxímoron liberal menemista

Afiche de Carlos Menem¿Puede el menemismo haber sido liberal? ¿No es una contradicción en términos acaso? Como indicara Alberto Benegas Lynch en una vieja entrevista para el diario La Nación, el gobierno de Menem fue en muchos aspectos la antítesis del liberalismo y quizás el que más daño haya causado a la causa libertaria dada la confusión que generó.

Ciertamente hay excepciones a la antítesis. Hubo desregulaciones, abolición del servicio militar obligatorio (luego de la muerte del soldado Carrasco), reconocimiento legal a asociaciones de defensa del consumidor y a la Comunidad Homosexual Argentina (ante presión internacional por la negación de la Corte Suprema), eliminación de la figura de desacato (aunque él mismo la había utilizado), y pese al Mercosur la apertura comercial era incomparable a la del kirchnerismo proteccionista de hoy. Incluso a nivel local, en la jefatura de gobierno de la Ciudad de Bs. As. designada por el Ejecutivo, recuerdo como podíamos comprar cerveza a las 2 de la madrugada en una estación de servicio, libertad de la que el paternalismo de Ibarra y Macri nos privó.

Pero el carácter de excepcional de lo mencionado resalta cuando enumeramos más de lo ocurrido en aquel gobierno peronista:

  • Aumento del gasto público (aumentó un 90.7% entre 1991 y 2001).
  • Aumento de la deuda pública. Al estar impedido de utilizar la emisión monetaria, el aumento de la deuda interna y externa era uno de los mecanismos para paliar el creciente gasto público (el stock de deuda externa sobre el ingreso nacional aumentó de 35.6% en 1991 a 56.9% en 2001).
  • Aumentos impositivos (por similares motivos al ítem anterior y siendo el IVA del 18 al 21% uno de los más recordados).
  • Plan BONEX (confiscación de ahorros en plazo fijo).
  • Ausencia de justicia independiente (una Corte «adicta» que era una oficina más del Poder Ejecutivo gracias al aumento del número de sus integrantes).
  • A colación de lo anterior, destrucción de la división de poderes.
  • Uso de fondos públicos con fines privados, mezclando persona con gobierno.
  • Clientelismo político y asistencialismo (haber sido superado por Duhalde y Kirchner no quita su amplia existencia).
  • Generación de mercados cautivos y monopolios privados fruto de privatizaciones sin apertura de mercados (corporativismo).
  • Reforma constitucional con el solo fin de obtener una reelección presidencial y aumentar el tiempo en el poder.
  • Participación en la Guerra del Golfo (1991), violando todo principio no intervencionista, incluso en situaciones que no implican una defensa ante violaciones a los derechos individuales.
  • Creación de la CoNEAU (Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria) para controlar y «acreditar» carreras universitarias. Organismo público que además de su naturaleza contraria a la libertad y diversidad de contenidos educativos, fue creado bajo los mandatos del Banco Mundial.
  • Sistema jubilatorio basado en las denominadas AFJP, donde el poder de elección se acotaba a distintas «marcas» bajo iguales condiciones y altas comisiones. Uno era obligado a ser cliente no solo donde estaba impedida una competencia de sistemas, sino donde además el Estado forzaba a la inversión en títulos públicos (al 2001 el 70% de los fondos en las AFJPs estaban destinados a títulos asociados al gobierno).
  • Plan BB (Bunge & Born). Algo así como un nacionalismo lobbista con control de precios y cierre de importaciones. El resultado fue una baja de salarios debido a la devaluación e hiperinflación.

Seguramente me olvido de mucho, pero los 4 primeros ítem por sí solos son de suficiente relevancia como para refutar cualquier etiqueta libertaria asignada al hoy kirchnerista personaje.

Quienes tienen la edad suficiente puede recuerden como desde noticieros como Nuevediario el Ministerio de Economía adelantaba su intervención en el mercado cambiario comprando o vendiendo moneda extranjera para dictaminar el valor del austral, y por ende, de nuestros salarios. El ministro Domingo Cavallo, en la práctica también en control de un poco independiente Banco Central, describía a esta intervención como «eliminar la incertidumbre cambiaria». En el futuro, ya en otro gobierno, limitaría nuestras libertades y lo denominaría «bancarización», pero esta vez su disfraz al lenguaje no surtiría efecto, la sociedad sabría llamarlo «corralito«.

Cierren el Banco Central

BCRA con leyenda "BCRA = Creador de inflación"Un Banco Central cuando cae en las garras del gobierno de turno lo financia, robándole su valor adquisitivo a los tenedores de los billetes que emite, licuando salarios, ingresos y ahorros.

Es hora de que los argentinos comprendamos que la maldita inflación no pasa solamente por el aumento de los precios de bienes o servicios, sino que el verdadero problema es la pérdida del valor de la moneda que los mide y compra.

Cada billete que sale de la maquinita sin ser requerido por el mercado, emitido para saciar la demagogia gobernante, nos hace más pobres.

Entonces, ¿cómo evitamos los burócratas de la clase política puedan manejar a su antojo nuestros salarios, ingresos y ahorros? Para eso el título, cierren el Banco Central.

Si necesitas más información para comprender como funciona el robo del BCRA estos son algunos de nuestros posts con mayor detalle:

BCRA con leyenda "quenotepisen.net"
quenotepisen.net
BCRA con leyenda "BCRA = Creador de inflación"
BCRA = Creador de inflación

Una ayuda terrenal para Agustín

Hace unas semanas me enteré del caso del chico cordobés Agustín Bustos Fierro y de sus hermanos. Estos chicos sufren de una enfermedad muy terrible y necesitan un tratamiento que el sistema de salud en nuestro país no puede darle (ni el público ni el privado). Por eso tiene que recurrir a los demás, ya que su familia no posée los medios para que puedan ser tratados en los Estados Unidos.

En este blog siempre remarcamos la importancia de la caridad privada y de la ayuda voluntaria. Por eso voy a aprovechar mi espacio y las muchas visitas que tiene el blog para difundir el sitio donde pueden donar y ayudar a que Agustín y su familia tengan una vida mejor.

http://www.unmilagroparaagustin.com/
Al contrario del nombre que le pusieron al sitio para su ayuda, Agustín no necesita de ninguna ayuda divina, necesita la ayuda voluntaria y terrenal de todos aquellos que podamos brindársela.

NUNCA MÁS tanto poder a un Estado

El siguiente texto fue publicado hoy 24 de marzo de 2011 por los amigos de Libres o Esclavos. Gracias a Sabrina por la idea de la imagen.

Un día tan importante como el 24 de marzo me obliga a retomar la actividad en este blog. Son muchas las reflexiones, los recuerdos y las críticas que se escuchan en este día. Sin embargo, creo necesario remarcar un hecho que para muchos ha pasado desapercibido.

Nunca más tanto poder a un Estado

Distintos colores que sin un Estado todopoderoso nunca podrían cometer las violaciones a derechos individuales de las que fueron parte siendo gobierno.

Las torturas, las desapariciones y los vuelos de la muerte fueron crímenes perpetrados por las Fuerzas Armadas de nuestro país. Pero entre 1976 y 1983 esas fuerzas militares estuvieron al mando del Estado Nacional, un estado que ha venido creciendo con pocas interrupciones desde las primeras décadas del siglo veinte. Es difícil imaginar de qué forma podrían haberse cometido crímenes semejantes y a tal escala de haber existido un estado pequeño sin tamaña injerencia en la vida y los recursos de los argentinos.
El anarquista Murray Rothbard solía hacer una interesante reflexión. A lo largo de la historia, ningún individuo ni organización armada ha sido responsable de tantos homicidios y matanzas como ha sido el Estado. No son las fuerzas de Al Qaeda ni la organización guerrillera de las FARC los mayores asesinos del siglo XX. No fue Hezbolla ni el ERP el responsable de los grandes genocidios de la historia moderna. De hecho, todos ellos combinados no se acercan siquiera al incalculable número de nombres que figuran en la lista de víctimas del Estado. El estado es indudablemente quien ha estado detrás de los mayores crímenes y genocidos de la historia. Fue el estado Nazi, haciendo uso coercitivo de los recursos de toda Alemania y luego gran parte de Europa quien inició una guerra de más de 50 millones de muertos. Fue ese mismo estado quien llevó adelante un genocidio organizado de más de 11 millones de víctimas. Fue el estado Soviétivo quien de la mano de Stalin y el comunismo comandó una matanza sólo comparable a la de Hitler en Alemania. En América Latina, el estado fue protagonista durante toda la década del 70 de las persecusiones y matanzas más sangrientas del siglo. Si nos remontaramos años atrás, incluso fueron los estados europeos quienes en muchos casos financiaron las conquistas y matanzas en América desde la llegada de Colón.

El 24 de marzo es un día para la memoria. Y como todo recordatorio de la historia, debería servir para no repetir errores pasados. Thomas Hobbes estaba equivocado. Un Estado fuerte, grande y omnipresente es un estado peligroso. Aquel animal que durante años es alimentado y criado para protegernos puede algún día convertirse en una fiera indomable. Un repaso por las matanzas y los genocidios más grandes de la historia es una prueba demasiado fuerte de los peligros que implica engrandecer desproporcionadamente al Estado. NUNCA MÁS tanto poder a un Estado.

Cedemos

La última novedad proveniente la legislatura de la Provincia de Buenos Aires es  proyecto de ley que en obliga a los countries a ceder el 10% de sus tierras o compensar económicamente al estado provincial en reemplazo de la cesión de tierras estipulada. Más claro lo explican acá:

La propuesta contempla que los barrios cerrados, countries, cementerios privados y emprendimientos de grandes superficies comerciales (superiores a 5000 metros cuadrados) deberán ceder un 10% de sus terrenos -o el equivalente de esa superficie en pesos- en favor de los municipios, que deberán destinarlos a la construcción de viviendas sociales.

También incluye nuevas exigencias para countries y barrios cerrados: por ejemplo,incrementará la presión fiscal sobre terrenos baldíos inutilizados. Estos impuestos se destinarán a construir urbanizaciones sociales desarrolladas por los municipios.

El plan prevé, también, el cobro de una plusvalía cuando se modifiquen los usos urbanísticos. Por ejemplo, un lote situado en zona rural que cambie su estatus a zona residencial tendrá que pagar fuertes impuestos a los municipios.

Iba a hacer un comentario al respecto, pero uno de los promotores de la iniciativa me ganó de mano:

«Puede sonar comunista. Pero sólo estamos modernizando una ley de 1977, votada (sic) durante la última dictadura», informó Gustavo Aguilera, administrador general del Instituto de la Vivienda, tal como publica el diario La Nación.

El razonamiento de Aguilera para llegar a la conclusión de que este proyecto no es comunista, es el siguiente: la última dictadura era neoliberal [1] que impuso el mercado libre y se opuso a la intervención gubernamental, el decreto original que proponía algo similar a esta propuesta fue promulgada durante la última dictadura, en consecuencia:  la ley está mas cerca de ser neoiberal por ende favorable a un mercado libre de intervención gubernamental.

Aguilera debería chequear sus premisas.

Respecto del proyecto en si, una nueva iniciativa donde el gobierno impone el cumplimiento de los compromisos que asume sobre los demás. Expropiando tierras, o exigiendo una extorsión para evitarlo, no resolverá el problema habitacional, han tenido dinero de sobra para hacerlo, y no lo han hecho. Además es inconcebible que la solución sea mediante el atropello a los derechos de los demás.

El problema habitacional se resuelve  con un sistema bancario donde la gente confíe sus ahorros (y un sistema donde la moneda no pierda valor por la voracidad gubernamental), desmantelando un el estado de bienestar malestar que desincentiva el ahorro, y respetando el cumplimiento de los contratos. Mientras tanto predominará la ley de la selva, y la guerra de pobres contra pobres promovida desde todos los sectores políticos.

[1] Sobre el neoliberalismo: acáacá.

¿Por qué no era para todos el «Deporte Para Todos»?

“Yo quiero decirles que me siento muy feliz en el día de hoy porque a ese Fútbol Para Todos ahora se suma este Deporte Para Todos los argentinos. Para que todos los argentinos puedan disfrutar libremente por la televisión abierta de cosas que no lo podían hacer si no tenían su cable, su abono, su pago (…) chicos que vieron después de catorce o quince años, por primera vez fútbol en su casa… cosas tan simples, de tan simples que parece mentira que no se podían realizar…”

La anterior es una cita textual del discurso con el que la presidenta anunció el programa “Deporte Para Todos”. Dejando de lado el reproche al redactor del mismo (que debe haber reprobado Lengua en sendas oportunidades), me gustaría en esta oportunidad debatir esta última aseveración: ¿Si era tan simple brindar deporte para todos, por qué no se hizo antes?

Lo llamativo de todo esto es que la mismísima primera mandataria nos dio la respuesta minutos después:

“A mí la verdad… yo no miro los partidos de futbol por televisión”

 

¿Pero Cómo? Si el fútbol es un “bien social”, un “bien público”[1], si es una pasión de los argentinos, cómo es posible que CFK no siga el campeonato ¿Será que es francesa, española o chilena?

Nada de eso. Es argentina con domicilio en provincia de Buenos Aires, al igual que las muchas mujeres que prefieren hacer otra cosa en lugar de mirar fútbol por TV.

¿Y cuántas mujeres son las que nunca en su vida miraron un partido de Rugby –que ahora será incluido en las programaciones gratuitas-? ¿Y a cuántos hombres sólo les interesa el fútbol pero jamás mirarían un partido de Vóley? ¿Cuántos tuercas no miran fútbol? ¿Cuántos futboleros no miran el TC2000?

Este es el principal motivo por el cual el deporte no es para todos. Simplemente porque no todos están interesados en el deporte. No existe el deporte como interés nacional, pasión de los argentinos o bien público. Existe como interés de algunos, pasión de otros y bien privado.

Aceptémoslo Nalbandián, muy pocos miran tus partidos en Argentina… Ni hablar de los Milincovic o los Meana. ¿Quién se fuma la liga argentina de Vóley? Nadie.

Son públicos minoritarios, son nichos que algunos empresarios identifican y buscan satisfacer su necesidad a cambio de alguna compensación. Así funciona. El esfuerzo para transmitir se ve compensado por el televidente interesado, es una relación de dos en donde ambos quedan contentos.

Con el “Deporte para Todos” la relación cambia. Cristina no mira fútbol pero le paga la transmisión a los futboleros. El esfuerzo por transmitir lo compensa el dinero de los impuestos, y los beneficiados son de nuevo el transmisor y los televidentes, pero a costa de un tercero que no mira ni televisa.

Entonces estimada Presidenta: El fútbol, como cualquier otro deporte, no es para todos porque no a todos nos gusta el deporte –de hecho usted lo admite-. Si a usted no le molesta financiar la transmisión de los partidos de Racing, la invito a que cree una fundación. Pero no tome mi dinero coactivamente para semejante injusticia.

 


[1] Son palabras textuales extraídas del discurso de la presidenta que puede verse completo en estos dos links:

http://www.youtube.com/watch?v=hBnw3mVOc5o

http://www.youtube.com/watch?v=QQzkFlR43xI

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Los trabajadores sexuales ante la policía de la inmoralidad

Extracto de Las aventuras de Jonathan Gullible, libro infantil de Ken Schoolland que en versión digital puede ser descargado de la página del PL aquí (hoy solo en inglés, pero la versión en español merece escaneado y OCR).

– Disculpeme señor, me gustaría denunciar un robo.
– Ésa no es mi división – respondió el policía sin sacar la vista de su cuaderno.
– Jonathan estaba enojado: – ¿Cuál es su división?
– Inmoralidad – dijo el hombre.
– ¿Perdón?
– División de Inmoralidad. En nuestra división nos encargamos del comportamiento inmoral.
– Pero robar es inmoral. – Al no obtener respuesta, Jonathan preguntó: – ¿Por qué arrestaron a esas mujeres?
Finalmente el hombre sacó la mirada de sus notas y vio la cara perpleja de Jonathan:
– ¿No te diste cuenta por su ropa? Esas mujeres son culpables de dar favores sexuales a hombres a cambio de dinero. Hubiera sido mejor para ellas si hubiesen hecho un trueque por esos favores.
– ¿Trueque? ¿A que se refiere con trueque? – preguntó Jonathan, que ahora estaba menos preocupado por sus propios problemas y cada vez más curioso acerca de aquellas mujeres.
– Es decir, – dijo el policía enfatizando cada palabra – esas mujeres deberían haber entretenido a sus socios luego de recibir una cena, beber, bailar, e ir al teatro en lugar de recibir efectivo. Es mejor para los negocios de la comunidad y perfectamente legal.
Jonathan estaba más confundido que nunca: – ¿Entonces no se debe utilizar efectivo a cambio de favores sexuales?
– Por supuesto que hay excepciones. Por ejemplo, se puede utilizar efectivo si se filma el acto y se lo proyecta a todos en el pueblo. En ese caso es un evento público, no privado, y permitido. En lugar de ser arrestados, los participantes pueden hasta convertirse en celebridades y ganar una fortuna en contratos.
– ¿Entonces es el intercambio de dinero para la actividad sexual absolutamente privada lo que resulta inmoral? – preguntó Jonathan.
– También hay excepciones para las transacciones privadas de efectivo, especialmente cuando las mujeres visten ropa más linda que la de estas prostitutas callejeras – dijo el hombre con desdén -. Las operaciones de corto plazo, por hora o una noche, son ilegales. Pero si una pareja hace un contrato permanente, de por vida, entonces se puede utilizar efectivo. De hecho, los padres muchas veces incentivan a que sus hijos hagan esos acuerdos. Los aspirantes a la nobleza muchas veces han sido reverenciados por esta clase de comportamiento. Si se hace correctamente, es un medio legítimo de mejorar el nivel social y la seguridad.

Más allá de la defensa de los trabajadores sexuales y de una profesión tan legítima como cualquier otra, lo que me llamo la atención es la demostración de la inconsistencia donde el acto público (película) es aceptado o incluso premiado socialmente y el acto privado, en cambio, recibe el rechazo y el intento prohibicionista promovido tanto por la derecha reaccionaria como por varios sectores de la izquierda.

La Balanza

Y finalmente llegó el momento tan esperado. Guillermito Moreno cerró las importaciones de productos provenientes de Estados Unidos para ¿beneficio de todos los argentinos?

¿Balanza Comercial?
¿Balanza Comercial?

Aparentemente al Estado no le están gustando los números que presenta la archiconocida “Balanza Comercial”, o sea, la diferencia entre las divisas que entran al país y las que salen. En principio, esto puede sonar razonable porque te asustan con las gravísimas consecuencias que puede tener una “Balanza Comercial Negativa”.

Bullshit. Una vez más te están cagando.

La Ley de Say dice que “para poder demandar, primero hay que ofertar”. O sea, para poder obtener bienes y servicios, primero hay que ofrecer algo. Cuando hablamos de individuos, ese algo suele ser, en general, el trabajo.

De esta ley se desprende una suerte de corolario que sería “uno oferta algo sí y sólo si va a demandar posteriormente”. Si uno no tuviera intenciones o necesidad de demandar bienes y servicios no saldría a trabajar. Por ejemplo, si fueras Superman que no necesita comer ni protegerse del frío ni del calor, ni nada más, podrías quedarte panza arriba todo el día o dedicarte a tus hobbies o lo que quieras. Pero como, por lo menos tenés que morfar y tener un techo, tenés que salir a ofrecer.

Esto funciona igual para los países. Las divisas sólo sirven cuando se mueven en ambas direcciones. Si hubiese una barrera que te impide absolutamente ingresar al país cualquier producto o servicio, exportar directamente no serviría.

¿Por qué?

Porque si vendés 1.000 dólares de soja, querés gastarte en algo esos 1.000 dólares. En un mercado con fronteras abiertas (o semi abiertas por lo menos), podés comprar algo del exterior o venderle los dólares a alguien que quiera  comprar algo en el exterior. A cambio obtenés pesos que usás en productos del mercado interno o, directamente, productos del mercado externo.

Si cierran las importaciones completamente, esos dólares NO VALEN NADA, porque nadie te va a querer cambiar productos o pesos por una mercancía que es inservible. Bueno, tal vez un mercado negro de personas que lo puedan sacar del país, pero digamos que no es la regla. Esos 1.000 dólares obtenidos de importaciones no sirven para un carajo.

Obtener divisas solo te sirve si las vas a cambiar por productos y servicios “Made Outside Argentina”.

Pero entonces ¿Podríamos tener una balanza comercial negativa?

He ahí la cuestión que preocupa a Guillermito y compañía. En teoría las operaciones comerciales deben ser realizadas en pesos. El que exporta tiene que realizar la operación a través del central, que le entrega pesos en lugar de los dólares que el comprador paga.

Teóricamente lo que podría pasar es que la balanza quede en cero. Como en el inicio de los tiempos se empezó ofertando, la cadena de operaciones puede llevar a un estado en el que el monto importado es equivalente al monto exportado.

Una balanza comercial negativa en un período determinado, significa que se están importando en ese período más productos que los que se están exportando. Y esto es posible solamente si hay un previo ahorro de divisas. No podría haber una balanza comercial negativa al final del tiempo. Sería un imposible, ya que se empezó ofertando.

La jodita es la “convertibilidad peso dólar” que hace el Central. Por cada dólar que entra por importaciones, el Central emite pesos para “comprarlos” (¿cuántos pesos emitirá?). Esos dólares supuestamente quedan como “reservas” que el Estado usará para… lo que se le cante en definitiva.

Esas son las divisas que se empiezan a gastar cuando hay más importaciones que exportaciones. Pero es un número solamente. En la vida de la gente sería irrelevante…. si no existiera ese monstruito llamado Banco Central y su señora La Casa de la Moneda.

Las divisas las tiene el Central en “reservas”, que supuestamente son la garantía con los poseedores de esos papelitos llamados pesos. Supuestamente, porque después los usan como se les cantan.

Las reservas se van erosionando, más cuando la inflación es tan alta que los productos de afuera son baratos para los consumidores. Sumado a la fuga de capitales de grandes jugadores, que le dan pesos al Central a cambio de dólares, que luego sacan por alguna vía legal/semi-legal, esto se convirtió en una bomba de tiempo que puede explotar en cualquier momento.

Un banco central que no tiene una garantía de ningún tipo para la moneda que emite, hace que la moneda pierda su valor y te lleve a… bueno, a una hiperinflación como tantas veces. O por lo menos a una feroz devaluación.

Prohibiendo el ingreso de las Barbies y alguna que otra boludez, nuevamente tratan de tapar el sol con las manos, en lugar de atacar la cuestión de fondo, que sería la existencia y funcionamiento del Banco Central y si el Estado debería o no encargarse de emitir la moneda.

Pero bueno, al final, les chupa un huevo, ya que ellos (sí, los políticos y sus amigos!) pueden seguir teniendo productos importados y viviendo la gran festichola.

Mientras tanto, a ajustarse el cinturón y a comprar argentino, ¡que hacen unos juguetes zarpados!

Un Clásico...hasta que se gastaban las uniones
Un clásico… hasta que se gastaban las uniones

Recordando a un puto lindo, un liberal intuitivo

En un breve homenaje a una de las personas más coherentes que ha dado el pensamiento argentino, los invito a comprender el contraste.

Carta de Fernando Peña a la Presidente de la nación
Liberalismo o peronismo

Mucho gusto. Mi nombre es Fernando Peña, soy actor, tengo 45 años y soy uruguayo. Peco de inocente si pienso que usted no me conoce, pero como realmente no lo sé, porque no me cabe duda que debe de estar muy ocupada últimamente trabajando para que este país salga adelante, cometo la formalidad de presentarme. Siempre pienso lo difícil que debe ser manejar un país… Yo seguramente trabajo menos de la mitad que usted y a veces me encuentro aturdido por el estrés y los problemas. Tengo un puñado de empleados, todos me facturan y yo pago IVA, le aclaro por las dudas, y eso a veces no me deja dormir porque ellos están a mi cargo. ¡Me imagino usted! Tantos millones de personas a su cargo, ¡qué lío, qué hastío! La verdad es que no me gustaría estar en sus zapatos. Aunque le confieso que me encanta travestirme, amo los tacos y algunos de sus zapatos son hermosísimos. La felicito por su gusto al vestirse.

Mi vida transcurre de una manera bastante normal: trabajo en una radio de siete a diez de la mañana, después generalmente duermo hasta la una y almuerzo en mi casa. Tengo una empleada llamada María, que está conmigo hace quince años y me cocina casero y riquísimo, aunque veces por cuestiones laborales almuerzo afuera. Algunos días se me hacen más pesados porque tengo notas gráficas o televisivas o ensayos, pruebas de ropa, estudio el guión o preparo el programa para el día siguiente, pero por lo general no tengo una vida demasiado agitada.

Mi celular suena mucho menos que el suyo, y todavía por suerte tengo uno solo. Pero le quiero contar algo que ocurrió el miércoles pasado. Es que desde entonces mi celular no deja de sonar: Telefe, Canal 13, Canal 26, diarios, revistas, Télam… De pronto todos quieren hablar conmigo. Siempre quieren hablar conmigo cuando soy nota, y soy nota cuando me pasa algo feo, algo malo. Cuando estoy por estrenar una obra de teatro –mañana, por ejemplo– nadie llama. Para eso nadie llama. Llaman cuando estoy por morirme, cuando hago algún “escándalo” o, en este caso, cuando fui palangana para los vómitos de Luis D’Elía. Es que D’Elía se siente mal. Se siente mal porque no es coherente, se siente mal porque no tiene paz. Alguien que verbaliza que quiere matar a todos los blancos, a todos los rubios, a todos los que viven donde él no vive, a todos lo que tienen plata, no puede tener paz, o tiene la paz de Mengele.

Le cuento que todo empezó cuando llamé a la casa de D’Elía el miércoles porque quería hablar tranquilo con él por los episodios del martes: el golpe que le pegó a un señor en la plaza. Me atendió su hijo, aparentemente Luis no estaba. Le pregunté sencillamente qué le había parecido lo que pasó. Balbuceó cosas sin contenido ni compromiso y cortó.

Al día siguiente insistí, ya que me parecía justo que se descargara el propio Luis. Me saludó con un “¿qué hacés, sorete?” y empezó a descomponerse y a vomitar, pobre Luis, no paraba de vomitar. ¡Vomitó tanto que pensé que se iba a morir! Estaba realmente muy mal, muy descompuesto. Le quise recordar el día en el que en el cine Metro, cuando Lanata presentó su película Deuda, él me quiso dar la mano y fui yo quien se negó. Me negué, Cristina, porque yo no le doy la mano a gente que no está bien parada, no es mi estilo. Para mí, no estar bien parado es no ser consecuente, no ser fiel.

Acepto contradicciones, acepto enojos, peleas, puteadas, pero no tolero a las personas que se cruzan de vereda por algunos pesos. No comparto las ganas de matar. El odio profundo y arraigado tampoco. Las ganas de desunir, de embarullar y de confundir a la gente tampoco. Cuando me cortó diciéndome: “Chau, querido…”, enseguida empezaron los llamados, primero de mis amigos que me advertían que me iban a mandar a matar, que yo estaba loco, que cómo me iba a meter con ese tipo que está tan cerca de los Kirchner, que D’Elía tiene muuuucho poder, que es tremendamente peligroso. Entonces, por las dudas hablé con mi abogado. ¡Mi abogado me contestó que no había nada qué hacer porque el jefe de D’Elía es el ministro del Interior! Entonces sentí un poco de miedo. ¿Es así Cristina? Tranquilíceme y dígame que no, que Luis no trabaja para usted o para algún ministro. Pero, aun siendo así, mi miedo no es que D’Elía me mate, Cristina; mi miedo se basa en que lo anterior sea verdad. ¿Puede ser verdad que este hombre esté empleado para reprimir y contramarchar? ¿Para patotear? ¿Puede ser verdad? Ése es mi verdadero miedo. De todos modos lo dudo.

Yo soy actor, no político ni periodista, y a veces, aunque no parezca, soy bastante ingenuo y estoy bastante desinformado. Toda la gente que me rodea, incluidos mis oyentes, que no son pocos, me dicen que sí, que es así. Eso me aterra. Vivir en un país de locos, de incoherentes, de patoteros. Me aterra estar en manos de retorcidos maquiavélicos que callan a los que opinamos diferente. Me aterra el subdesarrollo intelectual, el manejo sucio, la falta de democracia, eso me aterra Cristina. De todos modos, le repito, lo dudo.

Pero por las dudas le pido que tenga usted mucho cuidado con este señor que odia a los que tienen plata, a los que tienen auto, a los blancos, a los que viven en zona norte. Cuídese usted también, le pido por favor, usted tiene plata, es blanca, tiene auto y vive en Olivos. A ver si este señor cambia de idea como es su costumbre y se le viene encima. Yo que usted me alejaría de él, no lo tendría sentado atrás en sus actos, ni me reuniría tan seguido con él.

De todas maneras, usted sabe lo que hace, no tengo dudas. No pierdo las esperanzas, quiero creer que vivo en un país serio donde se respeta al ciudadano y no se lo corre con otros ciudadanos a sueldo; quiero creer que el dinero se está usando bien, que lo del campo se va a solucionar, que podré volver a ir a Córdoba, a Entre Ríos, a cualquier provincia en auto, en avión, a mi país, el Uruguay… por tierra algún día también.

Quiero creer que pronto la Argentina, además de los cuatro climas, Fangio, Maradona y Monzón, va a ser una tierra fértil, el granero del mundo que alguna vez supo ser, que funcionará todo como corresponde, que se podrá sacar un DNI y un pasaporte en menos de un mes, que tendremos una policía seria y responsable, que habrá educación, salud, piripipí piripipí piripipí, y todo lo que usted ya sabe que necesita un país serio. No me cabe duda de que usted lo logrará. También quiero creer que la gente, incluso mis oyentes, hablan pavadas y que Luis D’Elía es un señor apasionado, sanguíneo, al que a veces, como dijo en C5N, se le suelta la cadena. Esa nota la vio, ¿no? Quiero creer, Cristina, que Luis es solamente un loco lindo que a veces se va de boca como todos. Quiero creer que es tan justiciero que en su afán por imponer justicia social se desborda y se desboca. Quiero creer que nunca va a matar a alguien y que es un buen hombre. Quiero creer que ni usted ni nadie le pagan un centavo. Quiero creer que usted le perdona todo porque le tiene estima. Quiero creer que somos latinos y por eso un tanto irreverentes, a veces también agresivos y autoritarios. Quiero creer que D’Elía no me odia y que, la próxima vez que me lo cruce en un cine o donde sea, me haya demostrado que es un hombre coherente, trabajador decente con sueldo en blanco y buenas intenciones.

Cuando todo eso suceda, le daré la mano a D’Elía y gritaré: “Viva Cristina”… Cuántas ganas tengo de que todo eso suceda. ¿Estaré pecando de inocente e ingenuo otra vez? Espero que no.

La saluda cordialmente,

Fernando Peña

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